– Tócame -ordenó Logan con la voz ronca y llena de la misma intensa necesidad que embargaba a Emily. Los ojos masculinos ardían como carbones gemelos. Él le cogió las manos y las apretó contra su torso. -Maldita sea, tócame.
Emily se quedó sin aliento al sentir la piel de Logan bajo las palmas. El se inclinó sobre ella para besarla de nuevo, pero la joven dio un paso atrás y deslizó su ansiosa mirada sobre él.
«Oh, Santo Dios.» Qué vista. La cálida y lisa piel que se extendía sobre los músculos duros estaba salpicada de vello oscuro. Emily extendió los dedos, maravillada por la combinación de texturas, luego deslizó las manos hacia abajo. No estaba segura de qué le fascinaba más: si el vello negro que dividía en dos el abdomen de Logan antes de desaparecer bajo la cinturilla del pantalón o los músculos que se tensaban y contraían bajo sus palmas.
Logan contuvo el aliento y luego lo soltó con un estremecimiento de placer al tiempo que apretaba la cintura de Emily. La sensación de ser acariciado por ella, de que recorriera su abdomen con los dedos, le volvía loco. Verla con el corpiño bajado, los pechos hinchados y los tensos pezones coralinos todavía húmedos por su boca, con el pelo cayéndole sobre los hombros y la espalda y alborotado por sus dedos impacientes, no le ayudaba a conservar ni el más mínimo ápice de cordura.
Detenerse… Sabía que tenía que detenerse, pero que Dios le ayudara, sencillamente no podía hacerlo. Todavía no. No cuando Emily tenía los labios abiertos y húmedos y la excitación brillaba en sus ojos. No mientras las caricias de ella lo hicieran sentir… Ahhhh…
– Tan bien… -murmuró él, inclinándose para mordisquearle suavemente el cuello. -Me haces sentir tan bien… No te detengas. -«No te detengas nunca.»
Logan subió las manos por los costados de ella y le rodeó los pechos, haciendo rodar los duros pezones entre los dedos. Emily respondió con un gemido y se inclinó para besarlo en el pecho. Deslizó la boca entreabierta sobre su torso hasta la tetilla donde dibujó círculos con la lengua, haciendo que a Logan casi se le detuviera el corazón.
El gemido de placer que emitió se convirtió en un gruñido de puro deseo cuando ella bajó la mano. Le acarició la cadera, pero se detuvo cuando estaba a punto de tocarle allí donde él más quería que le tocara.
– No te detengas ahora -le susurró con voz ronca contra los labios. La agarró de la muñeca y le presionó la mano contra la erección. Logan cerró los ojos y apretó los dientes en un intento de combatir el intenso placer, luchando por recobrar el control… una batalla que perdió por completo cuando ella le acarició por encima del pantalón. Maldita sea, había pasado mucho tiempo desde la última vez que le habían tocado. Y las caricias de Emily eran increíblemente buenas. Y él la deseaba mucho.
Incapaz de permanecer quieto, arqueó las caderas y empujó contra la mano de la joven. Con un gemido que pareció salirle del alma, enredó los dedos en el sedoso pelo de Emily y le cubrió la boca con la suya. Su lengua danzó con la de ella, explorando su deliciosa y aterciopelada textura. Emily cerró los dedos en torno a la erección y apretó, y Logan pensó que iba a perder el juicio. Se dio cuenta de que corría serio peligro de derramarse en su mano.
Pero no podía detenerse. Metió la lengua más profundamente en la boca de Emily, en una descarada imitación del acto que su cuerpo deseaba con desesperación compartir con el de ella. Habría conseguido conservar una pizca de control si Emily hubiera mostrado la más mínima indicación de querer detenerse, pero en vez de eso, ella apretó los pechos contra su torso y algo en el interior de Logan se desbordó.
Las exigencias de su cuerpo ignoraron todo lo demás y cualquier rastro de control o buenas intenciones se vieron reducidas a cenizas. Sin interrumpir el beso, la envolvió entre sus brazos y la tendió sobre la alfombra junto a la chimenea, cubriéndola con su cuerpo. Introdujo una pierna entre las de ella y la urgió a separar los muslos. Logan la besó en la barbilla y más abajo, en los pechos; le acarició los senos con una mano mientras deslizaba la otra bajo el dobladillo del vestido.
Curvó la lengua en torno a un pezón y luego tomó el arrugado brote en la boca mientras metía la mano bajo las capas de tela y ascendía poco a poco. Le acarició la pantorrilla y luego el muslo delgado. Finalmente, encontró la abertura en sus calzones.
Logan levantó la cabeza y la miró. Santo Dios, Emily era preciosa. Estaba despeinada y ruborizada, y respiraba con fuerza a través de los labios húmedos y abiertos.
– Mírame. -Las palabras sonaron como un áspero susurro en la silenciosa habitación.
Ella abrió los ojos, y Logan tensó los músculos ante la mirada de deseo que nublaba aquellas profundidades normalmente transparentes.
– Separa las piernas -le ordenó.
Sosteniéndole la mirada, Emily abrió los muslos. La primera caricia en sus pliegues femeninos arrancó un gemido de los dos. Ella estaba mojada y caliente… Logan le acarició con la punta de un dedo mientras su otra mano continuaba jugando con sus pechos. La joven se retorció, separando aún más las piernas y frotando la cadera contra su erección. Él contuvo una exclamación y apretó los dientes con fuerza ante aquel asalto a sus sentidos mientras empujaba su dura carne contra ella.
Deslizó un dedo en el interior de la joven y cerró los ojos. Emily era condenadamente estrecha. Y suave. Y él estaba puñeteramente duro. Introdujo un dedo más en su cuerpo y comenzó a moverlos con suavidad. Apretó la palma contra el sensible botón y la giró lentamente. Emily cerró los ojos. Un gemido escapó de sus labios y se arqueó contra su mano, deseando más. El estuvo encantado de proporcionárselo.
– Me siento tan… tan… -La voz de Emily se desvaneció en un largo suspiro.
– Mojada -susurró él. -Caliente. Apretada.
– S-sí. Y dolorida. Y… -se arqueó contra la mano de él -desesperada.
Santo Dios, él sí que estaba desesperado. La deseaba tanto que estaba condenadamente cerca de derramarse.
Comenzó un implacable asalto a los sentidos y al cuerpo de Emily, deseando sentir cómo se derretía entre sus brazos. Enredó su lengua con la de ella sin dejar de excitar sus pezones con los dedos de una mano mientras que con la otra le acariciaba los pliegues femeninos, conduciéndola cada vez más cerca de la liberación que estaba decidido a ofrecerle.
Pero ella alteró sus planes al meter una mano entre ellos y rodear la erección que se apretaba contra los confines del pantalón. El aspiró bruscamente y se quedó quieto.
– Quiero tocarte -dijo ella con un susurro entrecortado. -Tal como tú me tocas. Por favor…
La sabia vocecilla que debería haberle advertido que no cediera a sus súplicas, que sin duda le habría recordado que estaba a una caricia de explotar, había desaparecido. Sin más dilación deslizó los dedos entre sus cuerpos mientras se incorporaba, arrodillándose entre las piernas de Emily. Y luego se abrió la bragueta.
La joven clavó la mirada en su erección y él cerró los puños con cada músculo de su cuerpo tenso por la anticipación. Las pupilas de Emily se dilataron mientras se relamía los labios, un gesto que provocó que una gota de fluido apareciera en la punta de su miembro.
Ella se incorporó ligeramente y alargó la mano, rozando el glande con la punta del dedo.
– Tú también estás mojado -susurró ella.
Logan le habría respondido, pero hablar estaba más allá de sus posibilidades. Los únicos sonidos que se escuchaban en la habitación eran el chisporroteo del fuego y sus respiraciones jadeantes.
– Y caliente -murmuró ella, rodeándole con los dedos. -Y muy duro.
Maldición, no sabía hasta qué punto. De hecho, no podía recordar si alguna vez había estado tan duro en toda su vida. Diablos, casi no recordaba su nombre. Sólo había una palabra martilleando en su mente, con más intensidad a cada segundo que pasaba.
«Emily.»