Mmm. Parecía que no tenía una respuesta clara para eso. Lo cual era desconcertante, pero no sorprendente dado el susto que se había llevado. Era un hombre inteligente. No era tan estúpido como para sentirse atraído por una mujer que le había confesado que sólo se casaría por amor. Y era evidente que no le amaba, ya que se había negado a casarse con él.
– ¿Te encuentras bien, Logan?
Aquella pregunta le arrancó bruscamente de sus pensamientos. Logan parpadeó y se encontró mirando aquellos ojos color de mar. -Eh… sí. Estoy bien.
– ¿Estás seguro? Tienes una mirada de lo más extraña.
Logan borró al instante cualquier expresión de su cara, preguntándose qué mirada habría tenido.
– Es que me siento muy aliviado de que estés a salvo. -Lo que era cierto, aunque no del todo.
– Me estabas mirando como si nunca me hubieras visto antes.
Logan estaba intentando buscar una respuesta cuando sonó un golpe en la puerta. Sentó a Emily con suavidad en el asiento.
– Adelante -dijo.
Simón Atwater abrió la puerta y el alivio inundó su rostro cuando vio a Emily consciente.
– Está despierta -dijo.
La joven asintió con la cabeza y alargó el brazo para cogerle la mano.
– Señor Atwater, me ha salvado la vida. Tiene mi más profunda gratitud.
Un profundo rubor se extendió por la cara de Atwater. Santo Dios, aquel hombretón se estaba sonrojando. El detective la miró con una expresión embelesada que molestó a Logan, aunque no podía más que compadecerle. Emily y sus ojos eran absolutamente arrebatadores.
– Sólo desearía que él no la hubiera tocado, milady -masculló Atwater. Siguió mirándola a los ojos durante varios segundos más, como si estuviera en trance, luego se aclaró la garganta y se volvió hacia Logan.
Le pagué a un chico para que entregara un mensaje al magistrado. Espero en breve su llegada. Me gustaría que usted se acercara a ver si reconoce al agresor. Luego, le sugiero que acompañe a lady Emily a su casa.
Logan asintió con la cabeza.
– Regresaré en un momento -le dijo a Emily antes de salir del carruaje. Atwater había cubierto el cuerpo con una sencilla manta de lana que había cogido del asiento de Paul. Logan se puso en cuclillas y levantó una punta.
– ¿Le reconoce? -preguntó Atwater. -Tiene la cara desfigurada.
– Que fuera un hermoso cadáver no era mi principal preocupación.
– Menos mal. -Logan examinó los deformados rasgos del hombre. -No creo que lo conozca, pero tampoco puedo asegurarlo dadas las condiciones en las que se encuentra. ¿Llevaba algo encima que pudiera darnos una pista de su identidad?
– No, nada. Pero puede ver lo que lleva puesto.
Logan levantó aún más la manta.
– Una capa negra con capucha.
Atwater asintió con la cabeza.
– Igual que el tipo que provocó el incendio anoche.
A Logan le palpitó un músculo en la mandíbula y dejó caer la manta en su lugar.
– Quiero que me informe de todo lo que averigüe de este bastardo. Quiero saber su nombre, por qué iba tras de mí y por qué intentó hacer daño a lady Emily. No me importa lo que cueste ni cuántos hombres tenga que contratar para hacer el trabajo. No quiero que deje piedra sin remover.
– Me ocuparé de todo. Al menos puede alegrarse de que lo haya detenido.
– Sí -convino Logan. Le tendió la mano. -Gracias por todo. Tiene mi más profunda gratitud.
– Me alegro de que todo haya acabado y de que lady Emily esté bien. Si no necesita más mis servicios, regresaré a Bow Street después de que haya hablado con el magistrado.
Logan asintió y luego se volvió hacia Paul, que estaba tranquilizando los caballos.
– ¿Estás listo?
– Sí, señor Jennsen. -El cochero se subió al pescante. -Avíseme cuando quiera marcharse.
Logan abrió la puerta del carruaje. Emily seguía sentada exactamente donde la había dejado. Se sintió aliviado al ver que su rostro había recuperado algo de color.
– Antes de que me lleves a casa tengo que ir a ver a Carolyn -le dijo ella cuando estaba a punto de subir al vehículo.
Logan negó con la cabeza.
– Puedes verla mañana. Ahora te llevaré a casa, donde tomarás un baño caliente y te meterás en la cama a esperar la visita del médico.
Ella arqueó una ceja.
– Me temo que te equivocas. No necesito un médico. Carolyn me está esperando y tengo que verla. Y debo hacerlo ahora. Si regreso a casa antes, tendré que responder a docenas de preguntas y no podré volver a salir durante horas. Y tampoco podré asistir a la velada de lord y lady Farmington.
Logan frunció el ceño y le dio gracias a Dios por no haberse enamorado de una mujer tan enloquecedora.
– No pensarás en serio ir a una fiesta esta noche, ¿verdad?
Ella arqueó la otra ceja.
– No pensarás en serio que puedes detenerme, ¿verdad? El entrecerró los ojos.
– Tienes que descansar, Emily. -Bajó la mirada a las horribles magulladuras que tenía en el cuello. -Acabas de sufrir una terrible experiencia.
– Acabo de sobrevivir a una terrible experiencia. Te aseguro que prefiero estar rodeada de amigos que acostada en la cama sin dejar de darle vueltas al asunto.
– Necesitas descansar.
– Antes tengo que ir a ver a Carolyn. Me está esperando.
Antes de que él pudiera discutir más, Emily se acercó a la puerta y le puso la mano en el brazo. Aquella caricia lo dejó paralizado. Incluso a través de las capas de ropa sintió una oleada de calor que inundó todo su ser.
– Por favor, Logan. Tengo que verla. Hoy. No insistiría si no fuera tan importante.
– ¿Qué puede ser tan importante que no pueda esperar a mañana?
Emily lo miró con ojos preocupados e implorantes.
– Me temo… que no puedo decírtelo. Ojalá pudiera, de verdad, pero entonces tendría que traicionar la confianza de una amiga, y eso no puedo hacerlo.
El quería negarse, decirle que la llevaría a casa directamente, y punto. Pero al parecer no podía negarle nada porque se encontró diciéndole:
– Sólo un rato. No más de un cuarto de hora. Luego te llevaré a casa y te darás ese baño. Puede que no estés dolorida ahora, pero lo estarás dentro de unas horas. Un baño caliente te ayudará a calmar el dolor.
Ella asintió con seriedad.
– De acuerdo. Y muchas gracias.
Logan le dijo a Paul la dirección de Carolyn y luego tomó asiento al lado de Emily. Cogió su mano en la suya, entrelazando sus dedos. Se dijo que era para ofrecerle un poco de consuelo después de la terrible experiencia que había sufrido, pero lo cierto es que no podía evitar tocarla. El aire frío entró por la ventanilla rota, pero Logan no lo notó. Todo el miedo y el terror que había sentido antes se revolvieron en su interior, convirtiéndose en un infernal y ardiente deseo que no podía controlar.
Con la mirada clavada en ella, Logan alargó la mano y cerró las cortinas de terciopelo de las dos ventanillas. Emily abrió mucho los ojos, pero sus dilatadas pupilas decían todo lo que él necesitaba saber y borraron cualquier pensamiento que Logan hubiera tenido de mantenerse alejado de ella durante todo el trayecto. Las sombras cayeron sobre ellos y, sin decir una palabra, la atrajo hacia él. Tomó el hermoso rostro de Emily entre sus manos y bajó la boca hacia la de ella.
Logan tenía intención de darle un beso suave, dulce y tierno, pero en cuanto sus labios rozaron los suyos, cualquier pensamiento coherente desapareció de su mente. Con un profundo gemido, la tomó entre sus brazos y la colocó encima de su regazo, estrechándola contra su cuerpo todo lo que podía. Pero no era suficiente. Profundizó el beso, pero tampoco fue suficiente. Metió una mano bajo la capa de Emily para ahuecar uno de sus pechos, pero seguía sin ser suficiente.
Deslizó una mano por el costado de la joven hacia la curva de las nalgas para estrecharla con más fuerza contra él. La cadera de Emily presionó contra su erección, y Logan no pudo contener el gruñido que se le formó en la garganta. Más, maldita sea, quería más. Ella era una sed ardiente que no podía calmar, un hambre voraz que no podía saciar. La deseaba tanto que se estremecía.