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-Y ahora para dnde vamos? -le pregunt.

-Ah, vamos para una casita donde dormiremos esta noche. No es nada lujosa, pero tiene sus comodidades. Ya estamos muy cerca, y all conocer a mi futura esposa.

-Y cundo es el matrimonio?

-El 15 de mayo; el mismo da de mi cumpleaos nmero 36.

Mientras contemplaba el paisaje, imaginaba a la mujer de Castao. Su descripcin les apasionara a todas las mujeres que conozco y a las que conocen a Castao. Y cmo es la vieja?, sera lo primero que me preguntaran.

Desde el interior de la cmoda Toyota se vean, al pasar, varias casas humildes y algn nio de diez aos con su madre cargando otro menor. No sonrean pero tampoco se les vea una actitud de reclamo ni de tristeza. Se quedaban inmviles observando la caravana de camionetas y hombres con fusil. A ellos s les pasa la guerra por el frente de su casa, pens.

-Le gusta la msica?

-Claro, comandante, de toda -contest.

Entonces prendi el radio, y me dijo:

-A m me encantan Gian Franco Pagliaro y Serrat. Bueno, y la musiquita vieja, tambin. Yo soy antioqueo y como buen montaero, me gusta lo del pueblo. H2, mi primo, toca muy bien la guitarra y de vez en cuando nos pegamos nuestras cantaditas pero, a decir verdad, soy mejor recitando poesa. La de Benedetti es bella!

-Y de vez en cuando me tomo mis whiskys. Una de las preguntas que yo le hago a cualquier persona que recibo en la Autodefensa es si le gusta la msica, porque un hombre al que no, es muy sospechoso; no es normal. En cambio, uno puede confiar en el que s la aprecia.

-Qu ms preguntas les hace a los que ingresan?

-Cuando son ex guerrilleros o ex militares, que por estos das estn entrando muchos, les pregunto lo bsico: Qu rango tenan? En qu batalln o frente guerrillero se encontraban? Por qu dejaron las filas? Si es por mal comportamiento, no los recibo. Si fue por mala paga, les digo que mejor hubieran ingresado a la Polica. Adems, indago si cuentan con una familia. Eso es clave para m: un hombre con mam, hermanos, mujer o hijos es ms confiable.

-Cuntos cree usted que se han cambiado de bando?

-Cambiado de bando, no. Cuntos han enderezado su camino, querr decir. En la Autodefensa hay seiscientos ex guerrilleros y unos trescientos ex militares. Eso sin contar los reservistas del Ejrcito que ingresan unos ciento cincuenta al mes. En esta guerra sobran los hombres y hasta mujeres que quieren coger un fusil. Me he visto obligado a rechazar solicitudes.

De pronto nos detuvimos ante una entrada angosta. El carro se inclin hacia atrs para subir una pequea pendiente y arribamos a una tpica casa campesina, de una sola planta, con tejas de barro.

Baj mi morral y me dijo Castao:

-Bien pueda: Siga, deje sus cosas aqu en el comedor.

Entr a la casa y dej en la sencilla mesa la cmara fotogrfica y mi grabadora; el morral, en el piso. La casa era ms simple de lo que me imagin. El piso, de baldosa antigua; las paredes hechas de tablones unidos, reforzados por dentro con cemento cancel. Tena un cuarto, dos salas contiguas, afuera una cocina, y el bao junto al lavadero de ropa. Sobresala un moderno televisor de 18 pulgadas, y la humildad del lugar contrastaba con la antena de televisin satelital, pegada a una de las canales de agua de la casa.

-Beb, sal y te presento al escritor!

Al instante ella sali del cuarto y al ver su rostro, me di cuenta de que en realidad era una beb, como cariosamente le deca Castao, aunque con cuerpo de mujer, de esos aproximados a los 90-60-90 en el reinado nacional de la belleza en Cartagena. No tendra ms de veinte aos; dieciocho, para ser exactos. Apreci su bella piel canela, la cintura de avispa, su estatura de uno con setenta centmetros y el largo cabello azabache, que con sus pequeos ojos negros rasgados, la hacan ver tan extica como su nombre, Kenia.

Despus de un tmido saludo, me dio la mano y regres a la habitacin. Con el transcurrir de los das, constat que en la Autodefensa no slo la admiraban por su belleza, sino tambin por los cambios que propici en la personalidad de Carlos Castao.

-Guardia! Triganos dos tintos y que vayan preparando la comida. A quin le toc hoy de ranchero? -pregunt.

-Al Pastuso -contest uno de los hombres de la escolta.

-Ah, nos van a tocar esas papas duras! Ojo, me hacen quedar mal con el invitado.

Como contndome un secreto, baj la voz.

-Aqu toca comer lo que los muchachos preparen. Cada da, los hombres de la guardia cocinan y se turnan. Se identifica como ranchero al que le toca hacer de chef.

-Comandante, si usted quiere, volvemos a lo del combate de San Pedro de Urab.

-Como a eso de las 8 y 30 de la noche nos reportaron por radiotelfono los finqueros cercanos: Se oyen unos disparos en las afueras del pueblo. La guerrilla se est tomando San Pedro de Urab. No dud en proponerle a mi primo: Arranquemos que se lo estn tomando.

Por ese municipio haba cruzado dos veces en mi vida. Consideraba que era indispensable dirigirnos hacia all pero mi primo fue tajante: Ir es una locura. Sin decirle nada, me sal de la casa a pensar un poco y slo necesit cinco minutos para darme cuenta de que si ninguno de nosotros iba, maana en la regin nadie creera en la Autodefensa Civil Armada. Me imaginaba a la gente diciendo: Matan guerrilleros de civil; tambin a los colaboradores, pero no se conoce antecedente de un combate.

No se me ocurri pensar que el ataque de las FARC contara con un bloque de setecientos subversivos de cinco frentes. La guerrilla habra exterminado a la naciente Autodefensa si no la hubiramos enfrentado esa noche. Nosotros calculbamos un mximo de cien guerrilleros. Imagnese el desfase!

En ese momento slo haba dos alternativas: ir yo o mandar a mi gente. Si la enviaba, mataran a muchos; tal vez a todos y eso es ms grave que morir yo. Vargas Vila, en el libro La repblica romana, deca: Lo triste de la derrota no es padecerla sino merecerla. Por eso decid ir e ir al frente.

Le dije a mi escolta: Seores, nos vamos. Mvil 5, usted se va adelante en la camioneta Dodge venezolana azul, de platn grande. Ah se suben el Amigo, Maravilla y usted, Mono Guerrillo. El Mono, ex guerrillero del ELN, trabajaba con nosotros haca tiempo. A esa camioneta se montaron dos hombres ms y despach un campero blanco atrs, con el conductor y un muchacho. Buscaba disminuir las posibilidades de que me dispararan. Atrs los seguamos con 18 en un Chevrolet Trooper. En un Suzuki viajaba Jhon Jairo Lpez, un experto en la guerrilla. Al final, el grupo lo cerraba un solo carro con el conductor.

Salimos de la finca hacia San Pedro de Urab. Ms adelante, orden detenernos. Era mejor prevenirlos que ver llegar la muerte. Enfrentaramos una emboscada en la carretera. Sobre el cap del Trooper dibuj los posibles lugares de la emboscada. Seores, en cada uno de estos sitios haremos exploracin con fuego, especialmente en las cuencas.

-Sin bajarnos? -pregunt el Mono.

-S, desde los carros vamos barriendo con fuego durante un kilmetro.

En cada sitio disparamos a lado y lado de la va, contra el rastrojo: ratata ratatata ratatatata. Era una carretera sin asfalto, oscura y solitaria. Por momentos, los espejos rozaban con la maleza pero seguamos ametrallando. Llegamos a un pequeo cerro donde se divisaban las estelas que deja una trazadora. Proyectiles de ojiva fosforescente que se usan para dejar la huella de la rfaga en la oscuridad.

Las balas, en destellos azules y a veces rojos incandescentes, se cruzaban sobre la camioneta que conduca Mvil 5 adelante.