Выбрать главу

– Es lindo, ¿verdad? Me complace que te gusten las mangas. La marta es una piel magnífica, tanto en textura como en color.

La señora MacHugh entró en la sala con una enorme bandeja que depositó en el aparador.

– Milord, ayúdeme con la mesa, si es tan amable.

La dueña y lord Cambridge levantaron la pesada mesa de roble y la colocaron frente a la chimenea. Rosamund acercó de inmediato la silla. La anfitriona llenó dos platos de peltre con pequeñas albóndigas de avena, una mousse de huevos, jamón y rebanadas de pan tostado. Luego de poner un recipiente de piedra con un buen trozo de manteca, otro con cerezas en conserva y una generosa porción de queso, se retiró de la sala.

Comieron en silencio hasta vaciar los platos y devorar la mitad del queso. El vino era realmente exquisito. Una vez satisfechos, suspiraron al unísono, se rieron y Tom le dijo a su prima que ya era hora de que le contara absolutamente todo.

– Somos amantes… -comenzó Rosamund.

Él se limitó a asentir, sin demostrar sorpresa alguna. Cualquiera que no pensase lo mismo en la corte no era sino un tonto y un simplón.

– Partiremos dentro de poco a San Lorenzo. Te lo contaré todo, pero debes prometerme guardar el secreto, pues muchas vidas dependen de ello. ¿Mantendrás la boca cerrada, primo?

Lord Cambridge hizo un gesto de asentimiento.

– Tú sabes, Rosamund, que si bien amo a Inglaterra no me involucro en política. ¿Me juras que esto no implicará una traición de tu parte… o de la mía, por el mero hecho de escucharte?

– No significa traición alguna, te lo juro.

– Entonces guardaré el secreto; ¿acaso no lo he hecho siempre, querida niña?

– Sí, Tom. Pero esto es diferente. Enrique ha firmado un acuerdo con el Santo Padre en Roma, cuya finalidad es expulsar a los franceses del norte de Italia. Venecia, España y el Sacro Imperio Romano los apoyan y han constituido lo que ellos llaman la Santa Liga. Enrique está presionando al rey Jacobo para que se una a ellos. El rey de Escocia ha mantenido siempre una relación privilegiada con el Papa. Pero Enrique ha puesto en peligro esa relación, insistiendo en que Escocia debe unirse a su causa. Y Patrick me ha contado lo que piensa hacer su rey.

– ¡Ah! -Exclamó lord Cambridge cayendo en la cuenta-. Se trata, desde luego, de la vieja alianza con Francia. El rey Jacobo es un hombre honorable y no tiene motivo alguno para faltar a su palabra.

– Exactamente. Por eso el rey va a mandar a lord Leslie a San Lorenzo, donde una vez sirvió a Escocia como embajador. Allí se reunirá en secreto con los representantes de Venecia y del Imperio y tratará de convencerlos de retirarse de la liga y, de ese modo, debilitar la alianza. Pero para que el plan tenga éxito, lo que es muy improbable, todo debe hacerse de forma encubierta. Cuando lord Leslie desaparezca de la corte, supondrán que ha vuelto a sus tierras. Después de todo, no ha visitado la corte en dieciocho años y nadie lo considera un hombre poderoso o influyente. Me pidió que lo acompañara y acepté, aunque será más difícil explicar mi ausencia, pues fue la reina quien me invitó a Stirling y todos saben que soy su amiga. Tendré que mentirle a Meg. Le diré que acabo de recibir un mensaje donde me comunican que una de mis hijas está muy enferma y que debo regresar a Friarsgate de inmediato, aunque volveré a la corte lo antes posible… que es justamente lo que pienso hacer.

– ¿Quieres que regrese a Friarsgate y hable con Edmund y Richard? ¿Es eso?

– Sí, es eso Tom, pero hay más. Te harás cargo de mis tierras y de mis hijas hasta que vuelva. No permitiré que Henry Bolton robe a mis niñas, lo que supondría despojarme de Friarsgate. Procurará intimidar a Edmund e incluso al párroco Richard, pero no podrá contigo. Tú eres lord Cambridge y él sólo es el plebeyo vulgar Henry Bolton. Sé que te pido demasiado, primo. Pensabas pasar el invierno conmigo, en la corte escocesa, acompañarme a casa y luego regresar a tus posesiones, cerca de Londres.

– Es cierto. Pero lo que más me decepciona es no poder viajar contigo a San Lorenzo. Tengo entendido que es un pequeño ducado bellísimo.

– Le dije a Patrick que si no nos acompañabas, te sentirías defraudado -respondió Rosamund con una sonrisa incómoda. Lord Cambridge soltó la carcajada.

– Y él te contestó que lamentaba enormemente no poder gozar de mi compañía.

– De pronto, y para nuestra mutua sorpresa, nos enamoramos locamente. Es preciso pasar este tiempo juntos antes de separarnos. Perdónanos, Tom.

– ¿No piensas casarte con él, prima? -lord Cambridge la miró perplejo.

– Yo no dejaré Friarsgate y él no dejará Glenkirk. Ambos lo sabemos y agradecemos al destino esta breve felicidad que nos ha concedido. Muy pronto nos reclamarán nuestros deberes. Tom, no comprendo qué nos sucedió ni por qué, pero es la primera vez en la vida que estoy enamorada y que me aman con la misma intensidad con que yo amo. Es la primera vez que no cedo ante la voluntad ajena, sino que hago lo que me place. Y lo que me place es pasar esta breve temporada junto a él. Nada ni nadie podrá impedirlo.

– Guardaré tu secreto y seré tu cómplice. Luego regresaré a Friarsgate y me haré cargo de las niñas. Edmund es quien se ocupa de tus tierras y como compañero es muy entretenido, aunque insista en ganarme al ajedrez. No será exactamente el invierno que había imaginado, pero eres mi bien amada Rosamund y me sacrificaré por ti. ¿Cuándo nos iremos de Stirling?

– No hasta después de la Noche de Epifanía.

– ¿Qué pasará con Logan Hepburn? ¿Qué le diré si me pide explicaciones? ¿Y si se le ocurre venir a la corte antes de tu huida?

– Me ocuparé de eso cuando llegue el momento. Si me busca en Friarsgate, le dirás que me fui con un amante. No permitiré que un salvaje y prepotente fronterizo pretenda intimidarme.

– Está enamorado de ti, prima.

– Quiere un hijo de mí, que es distinto. Y no seré yo la yegua destinada a darle un potrillo. ¡Qué engendre en otra a su condenado heredero!

– La familia puede obligarlo a casarse, querida niña. ¿Qué ocurrirá cuando tú y lord Leslie se separen y decidas que quieres a Logan Hepburn, después de todo? -le preguntó con franqueza.

– En ese caso, le permitiré ser mi amante -respondió alegremente-. Si me ama por mí misma y no por mi fecundidad, se sentirá más que satisfecho.

– ¡Cómo has cambiado desde la muerte de Owein! Antes eras una dulce paloma inocente y ahora te has convertido en una gata testaruda y belicosa. Pese a todo, te amo y te comprendo.

– Entonces eres, probablemente, el único que lo hace. Gracias, Tom, por ser el mejor amigo que jamás he tenido y que jamás tendré -respondió Rosamund con voz tierna y conmovida.

– Lord Leslie no te hará daño, lo sé. Pero temo que te dañes a ti misma. No pierdas el sentido común, Rosamund. Disfruta de tu idilio y mantén firme la cabeza sobre los hombros, te lo suplico.

– Lo haré, querido Tom. Estoy enamorada, pero no soy tonta. Y Patrick, sospecho, me protegerá de mí misma.

– ¿Pero quién, me pregunto, protegerá al conde de Glenkirk? -murmuró lord Cambridge.

CAPÍTULO 03

El último día del año, Logan Hepburn llegó al palacio. Le comentó a su primo, el conde de Bothwell, que debería haber llegado un día antes, pero el mal tiempo lo había retrasado.

– Vine a desposar a mi amada -dijo con una sonrisa radiante.

Patrick Hepburn se mostró preocupado.

– ¿Por qué te enamoraste de esa muchacha inglesa? ¿Acaso no hay en Escocia suficientes jóvenes bellas para desposar? Esa mujer no es para ti.

Los ojos azules de Logan no solo evidenciaban curiosidad sino también recelo.

– ¿La has visto últimamente?

– Sí, Logan, y coincido contigo. Es bella y encantadora, pero me temo que no es para ti -respondió con calma el conde de Bothwell.

Logan se movió en la pequeña silla donde estaba sentado.