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– ¿Cómo se enteró de la relación entre Wu y Guan?

– Primero conocí a Guan. Era una de esas chicas que van a las fiestas. Venían muchas a las fiestas de Wu. Lo hacían por gusto. Unas querían divertirse, beber, cantar con el karaoke y todo lo demás; otras deseaban conocer a Wu o ver la mansión; incluso algunas esperaban que les sacase fotos… Usted ha visto esas fotografías, ¿no?

– Sí, las he visto todas. Continúe.

– Wu Xiaoming está a la última en fotografía, y tiene su propio cuarto oscuro. Ha publicado muchas fotos. Algunas de esas mujerzuelas enloquecían por un poco de publicidad. Wu es toda una estrella, y además, sabe cómo tratarlas, por no hablar de todas las otras cosas que podía ofrecerles.

– ¿Qué otras cosas?

– Empleos buenos y bien pagados, por ejemplo. Los contactos de Wu le permitían negociar ese tipo de cosas. La gente está dispuesta a hacerle favores, ya sabe, y así algún día ellos también pueden pedir algo a cambio. Además, Wu había presentado a varias chicas a las agencias de modelos.

– Y ellas, para agradecérselo, dejaban que les tomara fotos, incluso de ese tipo.

– Algunas se enamoraban de él, sin que les ofreciera nada. Posaban para él completamente desnudas. No necesitará que le cuente lo que sucedía después, camarada inspector jefe. Había una que tenía tantas ganas que estaba dispuesta a acostarse con él sólo por las fotografías. «Trabajaré para conseguirlo», dijo.

– ¿Por qué quería Wu tomar esas fotos?

– No lo sé… Wu es un hombre que no habla de sus asuntos, salvo una vez…, aunque creo que esa noche estaba un poco borracho.

– ¿Qué le contó?

– Que con esas fotos podía evitar que las chicas lo metieran en algún lío.

– Ya entiendo. Ha dicho que conoció a Guan en una fiesta. ¿Y ella era como una de esas chicas de las fiestas?

– Al principio, no tenía ni idea de que era la famosa trabajadora modelo de rango nacional. En las fiestas no hay presentaciones formales. Sólo me llamó la atención un detalle: parecía demasiado estirada cuando la saqué a bailar.

– ¿Wu le había contado algo acerca de ella?

– No, al principio no, pero yo me di cuenta de que era distinta. A diferencia de las otras, ella se lo tomaba en serio.

– ¿Qué quiere decir?

– La relación con Wu. La mayoría de las chicas sólo iba allí a divertirse. Un rollo de una noche, por así decirlo. Algunas son mucho más liberales de lo que uno se puede imaginar y se ofrecían sin pedírselo. Guan era distinta.

– Guan esperaba algo serio de la relación, pero ¿acaso no sabía que Wu estaba casado?

– Lo sabía muy bien, si bien creía que Wu se divorciaría por ella.

– Vaya imaginación… que una trabajadora modelo de rango nacional persiga a un hombre casado. ¿Qué le hacía pensar que lo conseguiría?

– No lo sé.

– ¿ Y qué le hizo pensar a usted que Guan quería que Wu se casara con ella?

– Era muy evidente. Por su manera de colgarse de él, como si fuera su esposa y porque, cuando estaba con los demás, ponía una cara como de mujer casta e inviolable.

– ¿Wu la trataba como a una de esas chicas?

– No, Wu también era diferente.

– ¿Puede ser más concreto? -le pasó una taza de té a Guo después de servirse-.

– Para empezar, a Guan no le gustaban las fiestas. En total, no estuvo en más de tres o cuatro, y se retiraba a la habitación de Wu tras bailar un par de temas. Wu se quedaba con ella en su habitación, incluso cuando la fiesta se ponía a mil. Wu no hacía eso a menudo.

– Quedarse solo con una chica en su habitación, diría que eso sí lo hacía a menudo.

– No, no me refiero a eso. Wu se quedaba con las chicas en su habitación después de las fiestas, pero no durante. Wu era bastante atento con Guan y hacía lo posible para que se sintiera bien. El año pasado creo que hasta viajaron juntos a las Montañas Amarillas. También fue idea de Guan.

– Compartieron la habitación del hotel como si fueran una pareja. Me temo que eso no fue sólo idea de Guan.

– No lo sé. Guan no estaba mal. Desde luego no era fea, pero tendría que haber visto a esas actrices, más bellas y mucho más jóvenes. Sin embargo, Wu jamás hizo un viaje con ninguna de ellas, sólo con Guan.

– Puede que tenga razón -asintió Chen-. Entonces, ¿qué sucedió entre los dos?

– Wu se dio cuenta de que era demasiado seria, demasiado exigente. Se convirtió en un problema. Seguro que ella lo habría presionado mucho, si bien para él, divorciarse de su mujer estaba totalmente descartado.

– ¿Por qué?

– La familia de su mujer tiene poder. ¿Sabe quién era el suegro de Wu? Liang Xiangdong, el primer secretario de la zona de Huadong.

– Sí, pero Liang murió durante la Revolución Cultural.

– Vale. ¿Qué le hace estar tan seguro de usted sabe todo? El suegro de Wu murió, pero su cuñado se ha convertido en el segundo secretario del Partido de la provincia de Anhui. Además, su suegra, que sigue viva, es miembro de la Comi sión de Disciplina del Comité Central del Partido en Beijing.

– Eso ya lo sabemos: todas las relaciones y el nepotismo de los HCS. Ahora bien, dígame, ¿cómo reaccionó Wu a las exigencias de Guan?

– Al principio, sólo se burlaba…, a espaldas de Guan, desde luego. No era más que una máscara de la modelo, decía, como las máscaras de los actores de las óperas de Pekín. «Máscaras diferentes en diferentes escenarios.» No le molestaba demasiado. Quizá le agradara por su novedad.

– ¿Y cuándo comenzaron los problemas?

– A decir verdad, no noté nada hasta esa sesión de fotos. Fue después de una fiesta, en diciembre del año pasado. Guan era la de siempre: tiesa como un palo de bambú, y Wu le dio de beber varias copas de Maotai. No sé si echó algo en el vino, pero al cabo de un rato Guan se desmayó. Wu me pidió que la llevara a la habitación. Me quedé muy sorprendido cuando empezó a desvestirla ahí mismo. Ella no se daba cuenta de nada, inocente como un corderito.

– ¿Le dijo por qué quería que usted estuviera presente?

– No. Sólo empezó a tomar fotos mientras yo estaba ahí. Ese tipo de fotos, ya me entiende. Dijo algo como «Desnuda a una trabajadora modelo de rango nacional, y verás que no es más que una zorra como todas las demás.» No era nada raro…, quiero decir, las sesiones de fotos.

– ¿Tampoco era raro para usted?

– Antes habían pasado cosas así en una o dos ocasiones. Con otras chicas, desde luego. Wu quería que yo tomara las fotos, de él con la chica juntos en la cama, pero esa noche Wu quiso que yo posara con Guan, y ésa es la foto que usted tiene. Le juro que yo sólo posé con ella. No hice nada más.

– Usted sería algo así como un Liu Xiawei del siglo XX.

– No conozco a Liu Xiawei, aunque le puedo asegurar que estaba muy sorprendido. Antes de esa noche, Wu nos había advertido que no la molestáramos. Con las otras chicas, Wu nunca había hecho ese tipo de advertencias. En realidad, no le importaban las otras chicas.

– ¿Cómo se explica el cambio de comportamiento de Wu esa noche?

– No lo sé. Tal vez quisiera utilizar las fotografías para impedirle que le creara problemas.

– ¿Y lo consiguió?

– No tengo ni la menor idea. Después, siguieron viéndose. Lo grave sucedió varias semanas después de la sesión de fotos.

– ¿Qué sucedió?

– Se pelearon.

– Aquí también debería ser más concreto. ¿Usted fue testigo de la pelea?

– No, yo no estaba, si bien fui a verlo poco después. Wu estaba fuera de sí.

– ¿Cuándo sucedió eso?

– A principios de marzo, creo.

– ¿Qué le dijo?

– Estaba borracho, enfurecido. Al parecer, Guan se había llevado algo suyo que le importaba mucho.

– ¿Algo que podía utilizar para amenazarlo?