Yu.-Le haremos algunas preguntas a propósito de Guan Hongying. Fue asesinada el mes pasado. ¿Conoce la noticia?
Lao.-Sí, me he enterado por la prensa. Por eso pensaba que sus agentes vendrían a verme tarde o temprano.
Yu.-Algunas preguntas pueden tener relación con detalles íntimos de su vida, pero nada de lo que diga en esta habitación será usado en su contra. Se considerará confidencial. He hablado con su jefe y él piensa que usted colaborará. También sugirió estar presente durante este interrogatorio. Yo le dije que no.
Lao.-No me queda alternativa. Mi jefe ya ha hablado conmigo. Contestaré a todo lo que me pregunte.
Yu.-Puede hacer una importante contribución al caso para que la persona o las personas responsables del asesinato sean detenidas y castigadas.
Lao.-Es lo que deseo. Haré todo lo que pueda.
Yu.-¿Cuándo conoció a Guan?
Lao.-Hace unos diez años.
Yu.-¿En el verano de 1980?
Lao.-Sí, en junio.
Yu.-¿En qué circunstancias se conocieron?
Lao.-En el piso de mi prima, Lao Weiqing.
Yu.-¿En una fiesta?
Lao.-No, no era exactamente una fiesta. Un amigo de Weiqing conocía a Guan y nos prepararon una cita.
Yu.-En otras palabras, Lao Weiqing y su amigo actuaron como casamenteros. Los presentaron.
Lao.-Bueno, se podría decir así, pero no fue nada formal.
Yu.-¿Cómo fue esa primera reunión?
Lao.-Digamos que Guan me sorprendió. En las citas de este tipo es muy difícil conocer a chicas guapas. Casi siempre las mujeres que a uno le presentan no son nada especial, tienen más de treinta años y poca cultura. Guan sólo tenía veintidós años y era muy atractiva. Era una trabajadora modelo de rango nacional y, además, en aquella época seguía unos cursos por correspondencia. Creo que ustedes saben todo eso. Nunca he entendido por qué se prestó a un encuentro de ese tipo. Podría haber tenido a muchos hombres a sus pies.
Yu.-¿Tuvo alguna impresión más en esa ocasión?
Lao.-Una torpeza enternecedora, inocente, casi ingenua. Era evidente que no estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones.
Yu.-¿Era su primera cita?
Lao. No estoy seguro de que lo fuera, pero ella no tenía ni la menor idea de cómo expresarse cuando estaba conmigo. Permaneció completamente muda cuando nos dejaron solos.
Yu. Entonces, ¿cómo fue todo?
Lao. Bueno, ligamos, como se diría vulgarmente, sin que nos habláramos demasiado. La primera vez no estuvimos juntos mucho rato, pero a la semana siguiente fuimos al cine y luego cenamos en el Meilong Zheng.
Yu.-¿La segunda vez también estaba muda?
Lao.-No, hablamos mucho sobre nuestras familias, los años perdidos de la Revolución Cultural y de nuestros intereses comunes. Unos días después asistí a uno de sus actos en el Palacio de la Juventud, sin que ella lo supiera. Parecía una persona totalmente diferente en el escenario.
Yu.-Eso es interesante. ¿Muy diferente?
Lao.-Pues…, cuando estaba conmigo rara vez hablaba de política. Yo quise tocar el tema en un par de ocasiones, pero ella no parecía muy dispuesta a hablar de ello. En público, parecía muy segura de sí misma, manifestando mucha convicción. Yo me alegraba de que no tratara de política conmigo, porque pronto nos convertimos en amantes.
Yu.-¿Amantes? ¿En qué sentido?
Lao.-¿Qué quiere decir?
Yu.-¿ Físicamente?
Lao.-Sí.
Yu.-¿Cuánto tiempo después?
Lao.-Unas cuatro o cinco semanas.
Yu.-Eso es muy rápido.
Lao.-Fue más rápido de lo que yo esperaba.
Yu.-¿Fue usted quien tomó la iniciativa?
Lao.-Ya entiendo lo que quiere decir. ¿Tengo que contestar a ese tipo de preguntas?
Yu.-No puedo obligarlo, camarada Lao, pero si responde nos ayudará en nuestra investigación…, y puede que también me ahorre otra visita a su jefe…
Lao.-Bien. Recuerdo que era un viernes por la noche. Fuimos a bailar al salón oeste de la Asociación de Escritores de Shanghai. Era el primer año que permitían bailar en público. Un amigo mío nos consiguió las entradas. Mientras bailábamos, me di cuenta de que ella se estaba excitando.
Yu.-¿Excitando? ¿De qué manera?
Lao.-Era evidente. Era verano. Se apretaba contra mí. Me di cuenta de que sus pechos…, ya sabe. En realidad, no puedo ser más preciso.
Yu.-¿Y usted también se excitó?
Lao.-Sí.
Yu.-¿Qué pasó después?
Lao.-Volvimos a mi piso con un grupo de amigos. Conversamos y tomamos unas copas.
Yu.-¿Bebió usted mucho esa noche?
Lao.-No, sólo un vaso de cerveza Qingdao. De hecho, compartí el vaso con ella. Lo recuerdo porque después…, después nos besamos. Era la primera vez y ella comentó que teníamos cada uno el olor del otro…, por lo del mismo vaso.
Yu.-Sí, suena muy romántico.
Lao.-Así fue.
Yu.-¿Y después?
Lao.-Los amigos comenzaron a irse. Ella podría haberse marchado con ellos. Ya eran las doce y media, pero se quedó. Fue un gesto magnífico. Dijo que quería ayudarme a recoger.
Yu.-Así que usted estaría sumamente contento con su ofrecimiento.
Lao.-Bueno, le dije que no tocara nada. No era una noche para preocuparse de los platos sucios y las sobras.
Yu.-Supongamos que dijo eso.
Lao.-Ella no quería ni escucharme. Al contrario, empezó a trajinar por la cocina. Lo hizo todo: lavó los platos, barrió el suelo, guardó las sobras y las dejó en un cesto de bambú en el balcón. Dijo que así la comida no se estropearía. En esa época yo no tenía nevera.
Yu.-Muy casera y muy considerada.
Lao.-Sí, era exactamente lo que habría hecho una esposa, y la besé por primera vez.
Yu.-Entonces, ¿se quedó con ella en la cocina todo ese rato?
Lao.-Sí, me quedé mirándola, asombrado, pero cuando terminó, volvimos a la habitación.
Yu.-Continúe.
Lao. Bueno, estábamos solos. Ella no mostró intención de marcharse. Entonces le dije que le quería tomar unas cuantas fotos. Tenía una cámara nueva, una Nikon 300. Me la había comprado mi hermano en Japón.
Yu.-Una bonita cámara.
Lao.-Ella estaba tendida en la cama y comenzó a hablar de cuan pasajera era la belleza femenina. Le respondí que estaba de acuerdo. Ella quería tener algunas fotos que captaran su juventud. Después de unas cuantas, propuse tomarle una envuelta con una toalla blanca. Me sorprendió que me dijera que sí. Me pidió que me girara y empezó a quitarse la ropa.
Yu.-¿Se quitó la ropa delante de usted?
Lao.-No la vi, aunque sí después.
Yu.-Después, claro. ¿Y qué pasó?