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– Camarada Secretario del Partido Li, se presenta el inspector jefe Chen Cao -dijo observando la fórmula política correcta-.

– Bienvenido a casa, camarada inspector jefe Chen.

– Gracias.

– ¿Cómo va todo?

– Bien. Quise venir a informarle esta mañana, pero no pude encontrarlo. Después me vi obligado a ausentarme la mayor parte del día.

– Sé que ha estado ocupado en la investigación del caso. Cuénteme todo lo que sabe.

– Hemos hecho grandes progresos -Chen abrió su maletín-. Como el inspector Yu le habrá informado, nos centramos en Wu Xiaoming como principal sospechoso antes de mi viaje a Guangzhou. Ahora tenemos varias pistas más, y todas encajan.

– ¿ Nuevas pistas?

– Una de ellas es la llamada por teléfono que Guan recibió el 10 de mayo. Según el libro de registros de la central pública de teléfono en el pasaje Qinghe, fue hacia las nueve y media, unas tres o cuatro horas antes de su muerte. La realizó Wu Xiaoming, está confirmado -depositó una copia del registro en la mesa-.

– Otra cosa. Durante más de seis meses, Wu hizo un número importante de llamadas, una media de tres o cuatro a la semana, y Guan le llamaba a él. Por lo visto, su relación era algo más de lo que ha reconocido Wu.

– Puede que eso signifique algo, pero Wu Xiaoming fue el fotógrafo de Guan. Por lo tanto, quizá hablaba con ella de vez en cuando… por cuestiones profesionales.

– No, es mucho más que eso. También tenemos un par de testigos. Uno de ellos, una vendedora ambulante en la esquina de la calle Hubei, ha declarado que en varias ocasiones, poco antes de la muerte de Guan, la vio volviendo a casa en un lujoso coche blanco en compañía de un hombre, a altas horas de la noche. Wu conduce un Lexus blanco, el coche de su padre.

– Pero podría haber sido un taxi.

– No lo creo. La vendedora no recuerda la señal en el techo. También vio a Guan inclinarse por la ventanilla y besar al conductor.

– ¿ Ah, sí? -tiró el cuenco de plástico a la papelera-. De todos modos, hay más personas que tengan un coche blanco. Hoy en día hay muchos nuevos ricos en Shanghai.

– También hemos descubierto, entre otras cosas, que Wu viajó a las Montañas Amarillas en compañía de Guan en octubre pasado. Utilizaron nombres falsos y falsificaron documentos para registrarse como matrimonio y así compartir la habitación de hotel. Tenemos varios testigos que pueden declarar para confirmarlo.

– ¿Wu compartió una habitación de hotel con Guan?

– Exactamente. Además, tomó fotos de Guan desnuda y se produjo un violento altercado entre ellos.

– Sin embargo, en su informe previo, usted decía que Guan no mantenía relaciones con nadie antes de morir.

– Porque las habían mantenido en secreto.

– Es insólito -dijo Li después de una pausa-. Sin embargo, una aventura no implica necesariamente un asesinato.

– Bueno, las cosas entre los dos empeoraron. Tuvieron una discusión violenta en la montaña. Hay una testigo. Guan quería que Wu se divorciara de su mujer, y éste se negaba. Creo que eso fue lo que provocó la pelea.

– ¿Y usted ha llegado a la conclusión de que ése es el motivo por el que Wu la mató y luego lanzó su cuerpo al canal?

– Así es. Al principio del caso, el inspector Yu y yo mismo establecimos dos requisitos: el asesino tenía acceso a un coche y el canal le era familiar. Ahora bien, como joven instruido durante los años setenta, Wu Xiaoming vivió varios años en un pequeño pueblo a unos quince minutos a pie del canal. Tal vez esperaba que el cuerpo permaneciera en el fondo durante años hasta que finalmente desapareciera sin dejar rastro.

– Suponiendo que su teoría fuese correcta, es decir, en términos hipotéticos, que Wu y Guan tuviesen una relación sentimental y que las cosas entre ellos se deteriorasen -expuso lentamente como si sopesara cada palabra-, ¿por qué habría de ir tan lejos? Sencillamente, podría haberse negado a seguir viéndola, ¿no?

– Tal vez, pero entonces Guan podría haber hecho algo desesperado para vengarse de Wu.

– No lo veo claro. Guan tenía una reputación y una carrera política que cuidar. Pongamos que estuviera lo bastante desesperada, ¿cree usted que la unidad laboral de Wu le habría prestado mayor importancia a un asunto como ése?

– Puede que sí, puede que no, nunca se sabe.

– Hasta ahora, su teoría quizá explique ciertas cosas, aunque tiene un defecto: no veo un verdadero móvil.

– Eso es lo que intentamos averiguar.

– ¿Y qué hay de la coartada de Wu?

– Según lo que ha declarado Guo Qiang, Wu Xiaoming estuvo en su laboratorio toda la noche revelando películas. Como fotógrafo profesional, Wu tenía su propio cuarto oscuro y su propio equipo. ¿Por qué habría ido a casa de Guo esa noche?

– ¿Wu le ha dado alguna explicación?

– Dijo que tenía problemas con su cuarto oscuro, pero eso no es creíble. Guo no es un profesional, ni siquiera tiene el equipo adecuado. No tenía sentido que Wu fuera a su casa. Guo es amigo de Wu y sólo intenta servirle de tapadera.

– Bueno, una coartada es una coartada -aseveró Li-. ¿Y qué piensa hacer ahora?

– Con una orden judicial de registro, podremos encontrar más pruebas.

– ¿Cómo justificaría su actuación contra Wu en estas circunstancias?

– La orden de registro no tiene por qué ser una acusación de asesinato. Para empezar, la falsificación de un certificado de matrimonio sería más que suficiente. La testigo que encontré en Guangzhou podría declarar en su contra, no sólo sobre el certificado falso, sino también sobre las fotos de desnudos que le hacía a Guan, lo cual equivale a un estilo de vida burgués decadente.

– Estilo de vida burgués decadente… Mmm… Es una acusación muy popular -de pronto Li se incorporó y aplastó su cigarrillo a medio fumar en el cenicero-. Camarada inspector jefe Chen, hay una razón por la que he querido que viniera a verme a mi despacho esta noche. No se trata sólo del caso, sino de otra cosa.

– ¿Otra cosa?

– Para que escuche un informe redactado contra usted.

– ¿Un informe contra mí? -Chen a su vez se incorporó-. ¿Qué he hecho yo?

– A propósito de su estilo de vida burgués decadente, exactamente el mismo cargo… El informe sostiene que, durante su investigación en Guangzhou, se convirtió en acompañante inseparable de un hombre de negocios de dudosa reputación, yendo a todo tipo de restaurantes elegantes tres veces al día.

– Sé de quién está hablando, camarada secretario del Partido. Se trata del señor Ouyang, ¿verdad? Es un hombre de negocios, pero ¿qué hay de malo en ello? Hoy en día nuestro gobierno estimula a la gente para que cree sus propias empresas. En cuanto a las razones por las que me invitó un par de veces, se debe a que también escribe poesía.

– Todavía no he terminado -repuso Li-. El informe también dice que fue usted a un salón de masajes.

– ¡Ah, el salón de masajes!, sí. Fui porque tenía que encontrarme con Xie Rong, la testigo que acabo de mencionar. Ella trabaja allí.

– Verá, una copia del recibo del salón de masaje dice que usted pagó por lo que se denomina "servicio completo". Los de Seguridad Interior tienen la copia, y todo el mundo sabe lo que significa eso.

Era la segunda vez ese día que a Chen le hablaban de Seguridad Interior. Primero, en el despacho de la directora Yao, ahora en el de Li. Se trataba de una institución especial, temida especialmente por la policía. Era la policía de la policía.

– ¿Por qué Seguridad Interior?

– Bueno, si no ha hecho nada malo, no tendrá que preocuparse si viene el diablo a llamar a su puerta por la noche.

– No tengo ni idea de cómo habrán obtenido ese recibo, a mí no me han dado ninguno. De hecho, lo había pagado el señor Ouyang. Antes de ir, ni siquiera sabía que era un salón. En cuanto a lo del "servicio completo»", no sé qué significa para otras personas, pero yo no disfruté de nada de eso.