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Fabel se quedó mirando a Werner.

– No nuestro Hans Schreiber. ¿El Erste Bürgermeister?

– El mismo.

Fabel levantó las cejas.

– ¿Qué más tienes?

– Blüm tenía una buena amiga que trabaja para la radio NDR. Erika Kessler. He hablado con ella por teléfono. Es un poco quisquillosa, pero estaba muy afectada por la muerte de Blüm. Parece que sabe algo, aunque no mucho, sobre lo que estaba investigando Blüm. También he concertado una reunión con ella.

– ¿Sabemos algo del tipo que me atacó en el piso de Blüm?

– Me temo que no, jefe…, y no será porque no lo hayamos buscado.

Dedicaron el resto de la reunión informativa a programar las diversas entrevistas y a distribuir las tareas. Fabel estaba poniendo fin a la reunión cuando le sonó el móvil. Reconoció la voz al instante.

– Esperad. -Fabel se apartó el teléfono del oído y se dirigió a su equipo-. Muy bien, chicos, mantenedme informado de todos los progresos en cualquier línea de investigación. -Entró en su despacho, cerró la puerta y se llevó de nuevo el teléfono al oído.

– Mahmoot, ¿dónde coño has estado? Estaba preocupadísimo. Escucha, olvídate de hacer preguntas sobre estos ucranianos o sobre la chica muerta. Ya sabemos quién es, y no es prudente que te veas implicado…

– Ya lo sé, Jan. Creo que ya es un poco tarde para eso. De todas formas, he intentado pasar desapercibido. Ya sé que te sonará a frase de película mala, pero creo que me siguen. Creo que voy a quedarme escondido un tiempo, pero necesito que compruebes un nombre.

– ¿Cuál?

– Vitrenko. Vasyl Vitrenko. Creo que incluso puede que se lo conozca como coronel Vitrenko.

– ¿Qué pasa con él?

– Es el diablo, Jan.

Miércoles, 18 de junio. 15:00 h

Hamburger Hafen (Hamburgo)

El verano había llegado a Hamburgo, y la temperatura había subido. Paul, Werner y Fabel se habían quitado la chaqueta, y Maria estaba sentada en un muro bajo junto a las mesas altas, con las piernas cruzadas; llevaba unos pantalones elegantes, y los dedos entrelazados se cogían las rodillas; la luz del sol se reflejaba en la seda azul claro de su blusa. Habían dejado las fundas y las armas en el maletero del BMW descapotable de Fabel, y si no hubiera sido por las facciones duras de Werner y el aspecto neopunk de Anna, podrían haber sido un grupo de abogados de un bufete corporativo divirtiéndose en un Schnell-Imbiss de los muelles.

Después de que el siempre jovial Dirk les hubiera servido a cada uno una cerveza helada, ocuparon dos mesas lejos de la pareja de trabajadores del muelle, que eran los otros únicos clientes del establecimiento.

– Nuestro amigo Volker nos está ocultando muchas cosas, a pesar de que nos prometió que sería sincero. Me está dando más información mi fuente no oficial que la maquinaria de la inteligencia federal. -Todos sabían que Fabel tenía sus propios confidentes protegidos, igual que ellos, y sabían que no debían preguntar quién era la fuente de la nueva información-. Sin embargo, tengo que decir que no estoy seguro de qué relación directa tiene todo esto con nuestra investigación, pero es un elemento peligroso que como mínimo tiene puntos en común con nuestro caso. Hay muchas probabilidades de que esta gente sea la que mató a Klugmann. Y es casi seguro de que asesinaron a Ulugbay para quedarse con su enlace colombiano en el negocio de las drogas.

Nadie habló. Fabel bebió un sorbo de su Jever, que le sirvió para tragar un par de pastillas de codeína.

– El Equipo Principal, como lo llama Volker, está compuesto por ex agentes del Spetznaz. No se trata de los matones habituales. Según mi confidente, son todos veteranos de Chechenia y Afganistán, dirigidos por un tal coronel Vasyl Vitrenko.

Este tipo tiene una reputación terrible, y con sólo mencionarlo, las otras bandas ucranianas se cagan en los pantalones. Nadie está seguro siquiera de si Vitrenko está aquí, pero sí saben que el Equipo Principal está compuesto por agentes que sirvieron a sus órdenes. No tengo ni idea de lo que ha hecho este tipo, pero con la fama que tiene de cometer atrocidades nadie se atreve a creer que, en realidad, no esté aquí.

– ¿Podría ser que este tal Vitrenko estuviera detrás de los asesinatos del Águila de Sangre? -preguntó Maria.

– Lo dudo. El Hijo de Sven se considera una especie de cruzado germánico. Y Vitrenko es extranjero. Pero lo que sí creo es que él, o el grupo que utiliza su reputación como instrumento de terror, era el verdadero objetivo de la operación de Klugmann y Kramer. Las medidas de seguridad y antidetección que se pusieron en marcha sugieren que se enfrentaban a un oponente muy organizado y profesional. Si las cosas fueran distintas, podríamos pedir a la división de crimen organizado que nos ayudara, pero Volker afirma que esta banda tiene contactos dentro de la policía de Hamburgo. Por eso quiero que esta información quede entre nosotros cinco.

– Dios santo, Jan -dijo Werner, sacudiendo la cabeza con incredulidad-. No te creerás en serio esa gilipollez.

– No estoy dispuesto a asumir ningún riesgo. Según Volker, esta gente tiene un historial especial en la policía de Ucrania. Y afrontémoslo, hay personas dentro del cuerpo incapaces de establecer si son soldados o policías. Ni siquiera puedo pedirle ayuda a Volker. Ya fue lo bastante sincero sobre el Equipo Principal, pero, como dijo, el jefazo no tiene ni rostro ni nombre. Si mi contacto puede ponerle un nombre, estoy convencido de que el BND también puede hacerlo. Y de todas formas, el informe que me dio Volker ha sido preparado para minimizar la importancia del Equipo Principal. Quiero que investiguemos si hay alguien dentro de la policía de Hamburgo que haya tenido contactos oficiales, semioficiales o extraoficiales con los servicios de seguridad ucranianos. Maria, ¿podéis encargaros Werner y tú? Ya sé que los dos estáis hasta los topes de trabajo, así que no lo convirtáis en una prioridad, pero aseguraos de que se hace. Y por el amor de dios, con discreción.

Maria asintió.

– Soy la discreción personificada -dijo Werner, y los cincos se echaron a reír.

Miércoles, 18 de junio. 19:00 h

Blankenese (Hamburgo)

Blankenese está al oeste de Hamburgo, en la orilla norte del Elba. El terreno asciende abruptamente formando bancales escalonados a partir del río y está salpicado de bosquecitos con árboles de hojas anchas. Se asocia esta zona con una mezcla de casitas pintorescas de pescadores y mansiones elegantes del siglo XIX y principios del XX. Mientras las casitas se apiñan acogedoramente, las mansiones evitan cualquier ostentación y mantienen el decoro propio del norte de Alemania detrás de modestas cortinas de árboles y enormes jardines. La arquitectura contemporánea ha hecho incursiones limitadas en Blankenese, pero de un modo de lo más selectivo y elegante. Por todas estas razones, podría decirse que se ha convertido en el barrio residencial más atractivo de la ciudad. Hace tiempo que los pescadores y artesanos que confirieron a Blankenese su personalidad y carácter pintoresco han sido desplazados por empresarios, publicistas y directivos de las multinacionales de Hamburgo.

Werner había llamado a Erika Kessler a su despacho de los estudios de la radio NDR en Rothenbaumchaussee, pero ella le había pedido explícitamente si podían realizar la entrevista aquella noche en su casa de Blankenese. Aunque Fabel seguía notando un martilleo que le machacaba las sientes, le dijo a Werner que quería acompañarlo. Fabel necesitaba formarse una imagen mental de Angelika Blüm. Tenía que comprender por qué impulsos se había movido y adónde la habían llevado. Todos los directores de periódicos y agencias que encargaban un artículo a Blüm con regularidad habían dicho lo mismo: nunca revelaba la naturaleza de su investigación hasta que el artículo estaba listo para publicar. Eso les dejaba a Erika Kessler, quien conocía a Angelika Blüm desde la universidad y era lo más parecido a una amiga que tenía.