— Sí, debiera haberlo hecho. Debiera hacerlo siempre. No obstante, nosotros tenemos hiperasistencia. Ahora podemos movernos por el espacio, tal como ha hecho Rotor; o al menos lo haremos una vez hayamos construido el vehículo y nos aseguremos de que su diseño es adecuado y tiene todos los elementos funcionales…, lo cual tal vez requiera un año o dos. Pero entonces ¿qué? ¿Sugiere usted en serio que la conduzcamos a la Estrella Vecina?
Fisher dijo cauteloso:
— Sin duda eso es una opción, director.
— Pero inútil. Reflexione, hombre. La Estrella Vecina se encuentra a más de dos años luz. Por muy hábil que sea nuestro empleo de la hiperasistencia, tardaremos más de dos años en llegar allí. Nuestros teorizantes me dicen ahora que, si bien la hiperasistencia permitirá a una nave viajar más aprisa que la luz durante breves períodos de tiempo (tanto más breves cuanto mayor la velocidad), el resultado final será siempre que no podrá alcanzar ningún punto del espacio más aprisa que la luz cuando ambos partan del mismo punto de origen.
— Pero si es así…
— Si es así, usted se verá obligado a permanecer en los exiguos alojamientos de una nave espacial. con otros tripulantes durante más de dos años. ¿Cree que podrá resistirlo? Usted sabe que las naves pequeñas no han hecho nunca largos víajes. Lo que necesitamos es un Establecimiento, una estructura lo bastante grande para proveer un medio ambiente aceptable…, como Rotor. ¿Cuánto tiempo requerirá eso?
— No sé decirle, director.
— Quizá diez años si todo marcha bien…, si no hay impedimentos ni contratiempos. Recuerde, hace casi un siglo que no construimos Establecimientos. Todos los de creación reciente los han hecho otros Establecimientos. Si empezamos a construir uno de repente, llamaremos la atención de todos los ya existentes, y es preciso evitar eso. Además, si se puede construir tal Establecimiento, equiparlo con hiperasistencia y enviarlo a la Estrella Vecina en un vuelo de dos años largos, ¿qué hará cuando llegue allí? A semejanza de un Establecimiento, será vulnerable y fácil de destruir si Rotor tiene naves de combate…, que las tendrá sin duda. Rotor tendrá más naves de las que nosotros podamos transportar en nuestro Establecimiento viajero. Después de todo, ellos llevan ya tres años allí, y pueden estar doce más antes de que lleguemos nosotros. Del primer golpe, pulverizarán por el espacio a nuestro Establecimiento.
— En tal caso, director…
— No más conjeturas, agente Fisher. En tal caso necesitamos auténticos viajes hiperasistenciales para movernos a la distancia que queramos con tanta brevedad como nos apetezca.
— Discúlpeme, director; pero ¿es posible tal cosa? ¿Siquiera en teoría?
— Eso no lo debo decir yo. Necesitamos científicos que se concentren en el asunto, y no los tenemos. Desde hace un siglo o más, la Tierra viene sufriendo una fuga de cerebros hacia los Establecimientos. Así que ahora debemos invertir esa corriente. Es preciso hacer incursiones por los Establecimientos, en el buen sentido, y persuadir a los mejores físicos e ingenieros para que vengan a la Tierra. Podemos ofrecerles mucho, pero hay que hacerlo con cautela. No debemos ser demasiado ostensibles; pues, de lo contrario, los Establecimientos nos cortarán el paso. Ahora…
El hombre hizo una pausa y examinó caviloso a Fisher, el cual se agitó inquieto y murmuró:
— Dígame, director…
— El físico que ha captado mi interés es un tal T. A. Wendel, quien según han dicho, es el mejor hiperespecialista del Sistema Solar…
— Los hiperespecialistas de Rotor fueron quienes descubrieron la hiperasistencia.
Fisher no pudo evitar cierto tono seco en su voz.
Tanayama hizo caso omiso, y continuó:
— Los descubrimientos pueden obedecer a un feliz accidente, y una mente inferior puede avanzar dando tropezones mientras que otra superior se toma su tiempo para establecer fundamentos firmes. Eso ha sucedido con frecuencia en la Historia. Por añadidura, Rotor tiene sólo lo que se ha demostrado es, en definitiva, un impulso equivalente a la velocidad de la luz. Yo quiero un impulso superlumínico, que supere la velocidad de la luz. Y quiero a Wendel.
– ¿Y desea que yo vaya a buscarlo?
— Buscarla. Es una mujer. Tessa Anita Wendel, del Adelia.
– ¡Ah!
– Ésa es la razón de que le necesite para este trabajo. Al parecer… — Tanayama pareció experimentar cierto regocijo aunque su expresión facial no lo denotara —, usted es irresistible para las mujeres.
Las facciones de Fisher se endurecieron.
— Perdone si le contradigo, director; pero no lo estimo así. Ni lo he visto nunca de ese modo.
— Sea como sea, los informes son persuasivos. La Wendel es una mujer de mediana edad, cuarenta y tantos años, divorciada dos veces. No será demasiado difícil convencerla.
— Para ser franco, señor, encuentro que la misión es desagradable y, en estas circunstancias, es posible que otro agente sea más adecuado para la tarea.
— Pero de todas formas le quiero a usted. Si teme que no actúe su personalidad atractiva y seductora, abordarla esquivando la cara y arrugando la nariz, suavizaré las cosas para usted, agente Fisher. Usted fracasó en Rotor; pero sus servicios desde entonces lo han compensado en parte. Ahora puede compensarlo por completo. Sin embargo, si no trae a esa mujer, el fracaso será aún mayor que el de Rotor, y usted no tendrá jamás la oportunidad de compensarlo. Ahora bien, como no quiero que actúe dominado sólo por la aprensión, añadiré algo prometedor. Traiga a la Wendel y, cuando se construya la nave superlumínica y sea encaminada hacia la Estrella Vecina, usted irá en ella si lo desea.
— Haré cuanto pueda — contestó Fisher. Y haría cuanto pudiese aunque no hubiese motivos para la aprensión ni para las promesas.
— Excelente respuesta — dijo Tanayama permitiéndose una sonrisa desvaída —, y. sin duda bien ensayada.
Fisher se marchó con el convencimiento de que se le había enviado a la expedición de pesca más crucial de su vida.
XV. PLAGA
Mientras tomaban el postre, Eugenia sonrió a Genarr:
— Pareces tener una vida grata aquí.
Genarr sonrió a su vez.
— Bastante grata pero propensa a la claustrofobia. Vivimos en un mundo inmenso; sin embargo, me hallo circunscrito a la Cúpula. La gente de aquí tiende a ser introvertida. Cuando conozco a alguien interesante, se marcha al cabo de dos meses o tres como máximo. Por lo general esta gente de la Cúpula me aburre casi todo el tiempo, aunque tal vez no tanto como yo a ella. Por esa razón tu llegada y la de tu hija habría sido una buena noticia para holovisión, aunque se hubiera tratado de cualquier otra persona. Imagina siendo tú…
— Adulador — respondió entristecida Insigna.
Genarr se aclaró la garganta.
— Marlene me previno por mi propio bien…, compréndelo, diciendo que no has superado todavía…
Pero Insigna le cortó la palabra de golpe.
— No puedo decir que la holovisión me haya prestado atención.
Genarr desistió.
— Fue sólo una manera de hablar — explicó —. Preparamos una pequeña fiesta para mañana noche y entonces se te presentará oficialmente y todo el mundo tendrá la oportunidad de conocerte.
— Y comentar mi apariencia, mi gusto para vestirme, y murmurar sobre lo que quiera que se sepa acerca de mí.