— Quizá no. Como usted sabe, se cree que Rotor ha descubierto la Estrella Vecina con su Sonda Lejana, y poco después ha abandonado el Sistema Solar. Puesto que no ha regresado, cabe la posibilidad de que haya viajado hasta la Estrella Vecina para permanecer allí y, de hecho, esté todavía en ella.
— Así lo creyó el director Tanayama. Sin embargo, ese viaje con hiperasistencia les habrá costado más de dos años. Puede ser que un accidente, un fallo científico o un problema psicológico les haya impedido completar el viaje. Eso explicaría también que no regresara jamás.
— No obstante — insistió sin alterarse Koropatsky —, puede haber llegado a destino.
— Incluso en el caso de que haya llegado, es probable que esté en órbita, sencillamente, alrededor de la estrella, ante la ausencia segura de un mundo habitable. Y en pleno aislamiento, las tensiones psicológicas que no le detuvieron durante el recorrido le detendrán entonces, y es probable que ahora sea sólo un Establecimiento muerto girando siempre alrededor de la Estrella Vecina.
— Siendo así, usted verá ya que ése debe ser el objetivo, porque una vez esté usted allí, buscará a Rotor, vivo o muerto. De la forma que sea, usted debe traer algo rotoriano a todas luces, y entonces será muy fácil para todo el mundo creer que usted ha ido a las estrellas y ha regresado — Koropatsky sonrió de oreja a oreja —. Incluso lo creería yo, y eso sería la respuesta a mi pregunta sobre cómo probaría usted que ha hecho el viaje superlumínico. Entonces ésa será su misión, para lo cual, no tema, la Tierra seguirá buscando el dinero, los recursos y los trabajadores que necesite.
Y terminada aquella cena, durante la cual no se plantearon los puntos técnicos, Koropatsky dijo a la Wendel con el tono más amigable posible aunque no exento de cierto deje glaciaclass="underline"
— De todos modos, recuerde que tiene sólo tres años para hacerlo. Como máximo.
– ¿Entonces no fue necesaria mi ingeniosa estratagema? — dijo Crile Fisher algo apenado.
— No, ellos tomaron la determinación de continuar sin la amenaza de que otros se les adelantara. Lo único que les inquietó, y que no había parecido intranquilizar nunca a Tanayama, fue la necesidad de afrontar posibles acusaciones de impostura. Supongo que Tanamaya quiso sólo destruir Rotor. Si se consiguiera eso, el mundo podría seguir gritando «ficción» todo lo que quisiese.
– Él habría exigido que la nave trajera algo para demostrarle que Rotor había sido destruido. Y, de paso, le habría servido también como prueba ante el mundo. ¿Qué clase de individuo es el nuevo director?
— El reverso de Tanayama. Parece blando, casi apocado; pero tengo la impresión de que el Congreso Global lo encontrará tan difícil de manejar como lo fue el Viejo. Koropatsky necesita afirmarse en su cargo, eso es todo.
— Por lo que me has contado sobre la conversación, me parece más razonable que Tanayama.
— Sí, pero me sigue sublevando esa sugerencia de… impostura. ¡Imagínatelo! ¡Sospechar que los vuelos espaciales sean ficticios! Eso no puede deberse a otra cosa, probablemente, que a la falta de sensibilidad de los terrícolas respecto al espacio. No existe la menor sensibilidad. Porque vosotros no abandonáis jamás este mundo infinito. Quienes lo han hecho representan una fracción microscópica.
Fisher sonrió.
— Bueno, yo pertenezco a esa fracción microscópica que ha abandonado esto. Lo he hecho a menudo. Y tú eres una colonizadora. Así que ninguno de nosotros está ligado al planeta.
— Eso es cierto — admitió la Wendel mirándolo de soslayo —. A veces pienso que tú no recuerdas mi condición de colonizadora.
— Jamás la olvido, créeme. No voy por ahí rezongando «¡Tessa es una colonizadora! ¡Tessa es una colonizadora!» Pero sé en todo momento que lo eres.
— Sin embargo, ¿acaso lo sabe alguien más? — Tessa trazó un arco imaginario con la mano como si quisiera abarcar un volumen circundante indefinido —. Aquí está la Hiperciudad rodeada de un cerco increíblemente compacto y ¿para qué? contra los colonizadores. Su objeto es salir ahí fuera mediante un vuelo superlumínico antes de que los colonizadores tengan tiempo siquiera para arrancar. ¿Y quién está a cargo de todo el proyecto? Una colonizadora.
– ¿Es ésta la primera vez que se te ocurre eso al cabo de tus cinco años con el proyecto?
— No. Lo pienso de cuando en cuando. Es sólo que no lo entiendo. ¿No les asusta confiar en mi?
Físher se rió.
— No, la verdad. Eres una científica.
– ¿Y qué?
— Pues que los científicos están conceptuados como mercenarios sin lazos con sociedad alguna. Da a un científico un problema fascinante y todo el dinero, equipo y ayuda que necesite para solventar el problema, y ese científico no se preocupará lo más mínimo por la fuente de semejante asistencia. Sé veraz. A ti te tiene sin cuidado la Tierra, Adelia y los Establecimientos en su conjunto…, incluso como conjunto. Sólo quieres concretar los detalles del vuelo superlumínico y, aparte de eso, no guardas lealtad a nadie.
La Wendel replicó altiva:
— Eso es un estereotipo y no todo científico se ajusta a él. Yo podría no ajustarme.
— Estoy seguro de que ellos se han apercibido también de eso, y te someten, probablemente, a una vigilancia constante, Tessa. Tal vez algunos de tus colaboradores más cercanos tengan, como una parte de su trabajo, la misión de supervisar de forma permanente tus actividades e informar con puntualidad al Gobierno.
— Espero que no te estés refiriendo a ti mismo.
— No me digas que no has pensado nunca que yo podría mantenerme cerca de ti representando mi papel como engatusador con secretos.
— A decir verdad, se me ha ocurrido esa idea…, en algunas ocasiones.
— Pero no es ése mi trabajo. Según sospecho, me mantengo demasiado cerca de ti para inspirar confianza. Estoy seguro de que se informa también de mí y de que se sopesa meticulosamente mi actividad. Mientras te haga feliz…
— Tienes mucha sangre fría, Crile. ¿Cómo puedes bromear con semejante cuestión?
— Aquí no hay nada de broma. Estoy procurando ser realista. Si te cansas de mí algún día, perderé mi función. Una Tessa desgraciada puede ser una Tessa improductiva, así que se me desenganchará de ti y se allanará el camino para mi sucesor. Después de todo, tu contento vale para ellos mucho más que el mío, y reconozco que es muy razonable que sea así. ¿Ves mi realismo?
La Wendel alargó la mano de pronto para acariciar la mejilla de Crile.
— No te preocupes. Creo haberme habituado demasiado a ti para cansarme ahora de tu compañía. Con la sangre caliente de mi juventud, yo solía cansarme de los hombres y los descartaba; pero ahora…
— Es un esfuerzo excesivo ¿eh?
— Si prefieres verlo así… También podría haberme enamorado…a mi manera.
— Comprendo lo que quieres decir. El amor con sangre fría puede ser sedante. Pero me figuro que éste no es el momento apropiado para demostrarlo. Primero necesitas cavilar sobre ese intercambio verbal con Koropatsky y arrojar de ti esa impresión ponzoñosa acerca de imposturas.
— Lo conseguiré un día de éstos. Pero hay otra cosa. Hace un momento te dije que las personas terrestres no tienen sensibilidad para el espacio.
— Sí, lo recuerdo.
— Pues bien, ahí tienes un ejemplo Koropatsky no posee sensibilidad, ni la más mínima, para apreciar la magnitud absoluta del espacio. Él habló de ir a la Estrella Vecina y encontrar a Rotor. Ahora bien, ¿cómo se ha de hacer eso? De tanto en tanto localizamos un asteroide y lo perdemos antes de poder calcular su órbita. ¿Sabes cuánto tiempo cuesta localizar otra vez al asteroide perdido, incluso con todos nuestros dispositivos e instrumentos modernos? A veces, años. El espacio es vasto, incluso en la vecindad inmediata de una estrella, y Rotor es pequeño.