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— No, tú no

La cólera ensombreció el semblante de Fisher.

— Se convino que…

— No en los vuelos de prueba, Crile.

– ¿Cuándo terminarán entonces?

— Es difícil determinarlo. Depende de los percances que puedan surgir. Si todo marcha con la mayor fluidez posible, dos o tres vuelos bastarán. Cuestión de meses.

– ¿Cuándo tendrá lugar el primer vuelo de prueba?

— Eso no lo sé, Crile. Estamos trabajando todavía con la nave.

— Dijiste que se hallaba lista para partir.

— Sí, por lo que respecta al hipercampo. Pero estamos instalando detectores neurónicos.

– ¿Y eso qué es? Jamás he oído mencionarlos.

La Wendel no le dio una respuesta directa. Miró a su alrededor, serena y cavilosa, luego dijo:

— Estamos llamando la atención, Crile, y sospecho que tu presencia pone nerviosas a algunas personas. Vámonos a casa.

Fisher no se movió.

– ¿Debo entender que te niegas a discutirlo conmigo? ¿Aunque tenga importancia vital para mí?

— Lo discutiremos… en casa.

53

Crile Fisher se mostró inquieto, su furia se acrecentó. Se negó a tomar asiento y se cernió sobre Tessa Wendel que, encogiéndose de hombros se había sentado en el sofá modular blanco y le miraba ceñuda.

– ¿Por qué tanto enfado, Crile?

Los labios de Fisher temblaron. Él los apretó y marcó un compás de espera antes de contestar, como si se esforzara por conservar la calma mediante puro esfuerzo muscular.

Por fin dijo:

— Cuando se forme una tripulación sin mí, se sentará precedente. Nunca se me incluirá. Debe quedar bien entendido desde el principio que yo estaré siempre en la nave hasta que alcancemos la Estrella Vecina… y a Rotor. No quiero que se me descarte.

– ¿Por qué llegar a conclusiones precipitadas? — le reprochó la Wendel —. No se te dejará atrás en el momento crucial. La nave todavía no está dispuesta para la partida.

— Dijiste que la nave se hallaba lista — le recordó Fisher —. ¿Qué son esos detectores neurónicos que has mencionado tan de repente? ¿Acaso un dispositivo para mantenerme callado, distraído, y entonces despachar la nave antes de que me aperciba de mi exclusión? Eso es lo que están haciendo ellos. Y tú colaboras en el juego

— Estás loco, Crile. El detector neurótico es una idea mía, impuesta a instancias mías.

Ella le miró sin pestañear desafiándole a que replicara.

– ¡Idea tuya! — explotó él —. Pero…

Tessa levantó la mano para hacerle callar.

— Es algo en lo que hemos estado trabajando al mismo tiempo que con la nave. Esto no entra en el campo de mi experiencia, pero he espoleado a los neurofísicos para que lo conciban. ¿Deseas saber cuál es la razón? Precisamente que te quiero en la nave cuando ésta parta hacia la Estrella Vecina. ¿Es que no lo ves?

Él negó con la cabeza.

— Adivínalo, Crile. Lo verías si no te cegara la rabia por un motivo insano. Está clarísimo. Es un «detector neurótico». Detecta a distancia la actividad nerviosa. La compleja actividad nerviosa. En suma, detecta la presencia de inteligencia.

Fisher la miró pasmado.

– ¿Te refieres a lo que los médicos usan en los hospitales?

— Por supuesto. Es una herramienta rutinaria en medicina y psicología para detectar los desórdenes mentales precoces… Pero a la distancia de un metro. Yo la necesito a distancias astronómicas. No es nada nuevo. Es algo antiguo con un radio de acción creciente. Si Marlene vive, Crile, estará en el Establecimiento, en Rotor. Y Rotor se hallará allí, por alguna parte, girando alrededor de la estrella. Te dije que no sería fácil de localizar. Si no lo encontramos pronto, ¿cómo podremos estar seguros de que no se halla allí… y de que no nos ha pasado inadvertido como una isla en el océano o un asteroide en el espacio? ¿Deberemos seguir buscando durante meses o años hasta convencernos de que no lo hemos pasado de largo, de que no está verdaderamente allí?

— Y el detector neurónico…

— Encontrará a Rotor.

– ¿Y no será difícil de detectar…?

— No, no lo será. El universo está inundado por ondas de luz y radio más toda clase de radiaciones, y nosotros necesitaremos distinguir una fuente de entre millares o millones. Se puede hacer, pero no es sencillo y puede requerir mucho tiempo. Ahora bien, captar la precisa radiación electromagnética asociada a las neuronas en una compleja relación, es algo único. No es posible que encontremos más de una fuente idéntica a ésa… Y, si es así, se deberá a que Rotor ha construido otro Establecimiento. Ahí lo tienes. Estoy tan deseosa de encontrar a tu hija para ti, como tú lo estás de encontrarla para ti mismo ¿Y por qué obraría yo así si no anhelase tenerte con nosotros en el vuelo? Tú estarás allí.

Fisher pareció abrumado

– ¿Y forzaste todo el proyecto para lograr eso?

— Tengo un poder considerable sobre ellos, Crile. Y todavía hay más. Esto es sumamente confidencial. Por esa razón, no pude revelártelo ante la nave.

– ¿Ah? ¿Y de qué se trata?

La Wendel dijo con cierto tono de ternura:

— He estado cavilando más tiempo del que crees, Crile. No puedes imaginar cuánto deseo evitarte decepciones. ¿Qué pasará si no encontramos nada en la Estrella Vecina? ¿Qué ocurrirá si un barrido de los cielos nos dice que no hay ninguna forma de vida inteligente en su vecindad? ¿Deberemos volver a casa e informar que no hemos encontrado ni rastro de Rotor? Vamos, Crile, no te dejes vencer por una de tus depresiones. Al mencionar que tal vez no encontremos inteligencia en la Estrella Vecina, no quiero dar a entender que Rotor y su gente no hayan sobrevivido.

– ¿Qué otra cosa puede significar?

— Ellos podrían haber quedado tan insatisfechos con la Estrella Vecina que hubiesen decidido dirigirse hacia otra parte. Quizá se hayan detenido el tiempo suficiente para minar algunos asteroides y adquirir nuevos materiales que necesitarán en la construcción y la restauración de los motores de microfusión. Luego, se pondrían en marcha.

— Y si fuera así, ¿cómo podemos saber dónde se encuentran?

— Han transcurrido casi catorce años desde su partida. Con la hiperasistencia ellos habrán podido viajar sólo a la velocidad de la luz. Si han alcanzado alguna estrella y se han instalado en su vecindad, será por fuerza una estrella que diste de nosotros catorce años luz como máximo. No hay muchas de ésas. A velocidad superlumínica podremos visitar cada una de ellas. Con los detectores neurónicos conseguiremos determinar si Rotor está en la cercanía de alguna de ellas.

— En este momento ellos podrían encontrarse vagando por el espacio entre las estrellas. ¿Cómo los detectaríamos en tal caso?

— No podríamos; pero al menos aumentarían un poco nuestras probabilidades si investigáramos con los detectores neurónicos una docena de estrellas en seis meses, y no perderíamos el tiempo explorando una estrella en una búsqueda inútil. Si fracasamos… y habremos de arrostrar un posible fracaso… por lo menos regresaremos con datos considerables sobre una docena de estrellas diferentes… Una enana blanca,una estrella caliente blanquiazul, otra similar al Sol, una binaria próxima y así sucesivamente. No es probable que realicemos más de un viaje en nuestra vida, así que ¿por qué no hacer uno bueno y pasar a la historia con un éxito inmenso, Crile?

— Supongo que tienes raz6n, Tessa — contestó pensativo Crile — Peinar una docena de estrellas sin encontrar nada será ya bastante malo, pero explorar la vecindad de una sola estrella y regresar pensando que Rotor podría haber estado en cualquier otra parte accesible pero que no hemos tenido tiempo para su exploración, sería mucho peor.