— Si es así, ¿por qué se asustó ella, por qué empezó a correr gritando hacia la Cúpula? No creo ni por un instante ese cuento suyo de que el silencio la puso nerviosa, lo cual la indujo a hacer algún ruido para romperlo.
— Eso es difícil de creer. Ahora bien, la cuestión es que el pánico acabó pronto. Cuando sus presuntos salvadores la alcanzaron, ella no pudo mostrarse más normal. A mi juicio, algo que la forma de vida hizo, asustó a Marlene… me imagino que esa forma de vida tiene pocas probabilidades de entender nuestras emociones como nosotros las suyas… Pero, al ver lo que había causado, procedió a tranquilizarla. Eso explicaría lo sucedido y demostraría una vez más la naturaleza humana de esa forma de vida.
Insigna frunció el ceño.
— Lo malo de ti, Siever, es esa terrible tendencia a pensar bien de todo el mundo.. y de toda cosa. No me fío de tu interpretación.
— Te fíes o no, comprenderás que no podemos oponernos a Marlene. No sé qué quiere hacer; pero ella lo hará venciendo toda oposición, gimiendo de dolor o medio inconsciente si fuera necesario.
— ¿Pero qué es esa forma de vida?
— No lo sé, Eugenia.
— Y lo que más me asusta ahora es esto: ¿qué quiere de Marlene?
Genarr movió la cabeza.
— Tampoco lo sé, Eugenia.
Se miraron impotentes.
XXXII. PERDIDOS
Crile Fisher contempló pensativo la refulgente estrella.
Al principio había sido demasiado brillante para la contemplación ordinaria. Le había echado alguna ojeada que otra para ver una luminosa imagen accidental. Tessa Wendel, que estaba desesperada acerca de los acontecimientos, le había reprendido y había mencionado la lesión que podía ocasionar en la retina; así que él había hecho más opaco el visor para reducir la brillantez de la estrella a niveles soportables. Eso apagaba el fulgor de las otras estrellas hasta dejarlo en un débil centelleo deslustrado.
La estrella brillante era el Sol, por supuesto.
Se encontraba más lejos de lo que ningún ser humano lo hubiera visto nunca (exceptuando a la gente de Rotor en su viaje de distanciamiento del Sistema Solar); estaba dos veces más lejos del punto desde el que uno lo vería en Plutón, de modo que no mostraba su orbe y brillaba con la paciencia de una estrella.
No obstante, superaba en cien veces la brillantez de la Luna llena, vista desde la Tierra, y esa brillantez centuplicada se concentraba en un punto radiante. No era extraño, pues, que uno no pudiera soportar la contemplación directa y sostenida a través de un cristal sin el adecuado filtro.
Ello hacía variar las cosas. Por lo general, el Sol no era nada digno de admiración. Resultaba demasiado brillante para mirarlo, era demasiado impar en su posición. La porción menor de su luz, que la atmósfera diseminaba en el azul celeste, era suficiente para anular a las demás estrellas, y aunque estas estrellas no resultaran eclipsadas (como en el caso de la Luna, por ejemplo), se sometían tanto al avasallamiento del Sol que no cabía comparación alguna.
Sin embargo, aquí, en la profundidad insondable del espacio, el Sol se había amortiguado hasta el punto de permitir la comparación. La Wendel había dicho que, desde este punto privilegiado, el Sol era ciento sesenta veces más brillante que Sirio, el objeto más brillante en el cielo. Era, quizá, veinte millones de veces más brillante que las estrellas más pálidas, distinguibles a simple vista. Eso, por comparación, hacía aún más maravilloso al Sol que cuando brillaba sin rival posible en el cielo de la Tierra.
Crile no tenía gran cosa que hacer salvo contemplar el cielo, pues la Superlumínica iba a la deriva, sencillamente. Lo había estado haciendo durante dos días, dos días de marcha a la deriva por el espacio con modestas velocidades de cohete.
A esa velocidad, se requerían treinta y cinco mil años para alcanzar la Estrella Vecina… suponiendo que siguieran la dirección adecuada. Y no era así.
Esta circunstancia había convertido a la Wendel, dos días antes, en la imagen lívida de la desesperación.
Hasta entonces, no había habido percance alguno. Cuando estuvieron listos para entrar en el hiperespacio, Fisher había tensado los músculos temiendo el posible dolor, el ramalazo desgarrador de agonía, la oleada súbita de tenebrosidad eterna.
Nada de eso había sucedido. Todo fue demasiado rápido para experimentar algo. Habían entrado en el hiperespacio y emergido de él en el mismo instante. Las estrellas habían parpadeado en esquemas diferentes, sin que, en ningún momento se percibiera que perdían su primer esquema ni pasaban al segundo.
Fue un alivio por partida doble. No sólo porque él siguió vivo sino también por comprender que, si algo hubiera marchado mal y él hubiese muerto, le habría sobrevenido una muerte tan súbita que le hubiera sido imposible darse cuenta. Habría quedado muerto en el acto.
Su alivio fue tan inmenso que no se percató de que Tessa había abandonado rauda la sala de motores dejando escapar un gemido de contrariedad y desconcierto.
Llegó desmelenada… No porque tuviera ni un pelo fuera de su sitio, sino desmelenada por dentro. Con ojos desorbitados miró fijamente a Fisher como si no le reconociera.
— El esquema no debiera haber cambiado dijo.
— ¿No debiera…?
— No nos hemos movido lo bastante lejos. O no debiéramos hacerlo. Sólo 1,3 millares de años luz. Eso no habría sido suficiente para alterar el esquema estelar observado a simple vista. Sin embargo… la Wendel se estremeció e hizo una inspiración profunda las cosas no están tan mal como pudieran haberlo estado. Temí que nos hubiésemos desviado para movernos hacia fuera miles de años luz.
— ¿Habría sido posible eso, Tessa?
— ¡Claro que lo habría sido! Pues si nuestro paso a través del hiperespacio no estuviese sometido a un control férreo, un error de mil años luz sería tan fácil como de uno.
— En tal caso comentó Fisher, nos será también fácil volver a…
La Wendel se anticipó a su conclusión.
— No, no podríamos regresar. Si nuestros controles fueran tan inconscientes, cada paso que hiciéramos sería un viaje incontrolado que terminaría en cualquier punto fortuito, y no encontraríamos jamás el camino de vuelta.
Fisher frunció el ceño. Toda la euforia que había sentido al atravesar el hiperespacio y regresar sano y salvo, empezó a disiparse.
— Pero cuando enviaste afuera objetos de ensayo, los hiciste regresar intactos.
— Tenían una masa mucho menor y se les hizo recorrer una distancia mucho más corta. Pero, como te he dicho, las cosas no están tan mal Resulta que hemos recorrido la distancia adecuada. Las estrellas conservan el esquema correcto.
— ¡Pero si han cambiado! Las he visto cambiar.
— Porque tenemos una orientación diferente. El eje longitudinal de la nave ha virado sus buenos veintiocho grados. Dicho con otras palabras, por la razón que sea, hemos seguido una trayectoria curva en vez de recta.
La estrella brillante, la estrella faro, entró en el visor y lo cruzó.
Fisher parpadeó.
— Ése es el Sol dijo la Wendel dando respuesta a su mirada de asombro.
— ¿Hay alguna explicación razonable para el hecho de que la nave siga una curva al pasar? inquirió Fisher.. Si Rotor hizo lo mismo ¡quién sabe a dónde habrá ido a parar!
— O a dónde iremos a parar nosotros. Porque no tengo ninguna explicación razonable. De momento Tessa lo miró confusa a todas luces.. Si nuestras hipótesis son correctas, deberíamos haber cambiado de posición pero no de dirección. Deberíamos habernos movido en línea recta, una línea recta euclidiana, pese al relativismo de la curva espacio-tiempo porque nosotros no estábamos en espacio-tiempo, ¿comprendes? Debe de haber un error en la programación de la computadora… o un error en nuestras hipótesis. Espero sea lo primero; puesto que eso tiene fácil corrección.