– ¿Por qué lo hacen?
April sólo percibió curiosidad en su tono. O a él no le importaba que estuviera con ellos, o había comenzado a entender a la mujer en la que se había convertido. Se recostó en la manta.
– Soy alcohólica y drogadicta rehabilitada. Llevo años en Alcohólicos Anónimos. Ahora mismo soy la orientadora de tres hombres y una mujer, pero no resulta fácil al no estar en Los Angeles, aunque ellos no quisieron cambiar de orientador.
– Comprendo que no lo hicieran. Seguro que eres muy buena. -Se apoyó en un codo para mirarla-. Jamás te he olvidado, ¿lo sabes, no?
Ella tenía que recordar cómo eran las cosas realmente, y no cómo quería que fueran.
– No soy yo lo que no puedes olvidar. Es la culpabilidad que sientes por Dean.
– Conozco la diferencia, y eres la única mujer que jamás he podido olvidar.
Mientras April lo miraba fijamente a los ojos, él inclinó la cabeza y la besó otra vez. Su boca se volvió suave y maleable bajo la de él. Pero cuando sintió la mano de Jack entre las piernas, recordó que los sentimientos de Jack hacia ella siempre comenzaban y terminaban debajo de los pantalones. Salió de debajo de él y se puso de pie.
– Ya te lo he dicho. Ahora no hago estas cosas.
– ¿Esperas que crea que has renunciado al sexo?
– Sólo con los rockeros. -Se dirigió a los escalones para apagar la música y recoger las cosas-. He mantenido tres largas relaciones desde que estoy sobria. Un policía, un productor de televisión y el fotógrafo que me introdujo en Galería de Corazones. Todos eran tíos estupendos, y ninguno cantaba. Ni siquiera en los karaokes.
A través de la oscuridad, ella vio la suave sonrisa burlona de Jack cuando se puso de pie.
– Pobre April. Mira que privarte de toda esa pasión de los rockeros.
– Al menos, me respeto a mí misma. Que es más de lo que tú puedes decir.
– Sé que te sentirás decepcionada, April, pero hace mucho tiempo que dejé los rollos de una noche. Ahora tengo relaciones de verdad. -Recogió la manta y la arrastró hacia ella-. Es lo único que tú y yo no hemos intentado nunca. Quizá haya llegado el momento de que lo probemos.
Ella se quedó tan aturdida que no pudo más que clavar los ojos en él. Jack le puso la manta en las manos, la besó suavemente en la mejilla, y la dejó sola.
A las siete de la mañana siguiente, Dean llegó al porche trasero de la casa de Nita. Odiaba saber que había lastimado a Blue el día anterior. La única razón de que la hubiera mantenido al margen era que no quería contestar a las preguntas que sus amigos le harían. ¿Cómo podía explicarles quién era ella cuando ni él mismo se aclaraba? Sabía cómo manejar a las mujeres como amante o como amigo, pero no como ambas cosas a la vez.
Una paloma sobrevoló el tejado de Nita cuando llegó a la puerta trasera. Entró sin llamar. Nita estaba sentada a la mesa de la cocina con una enorme peluca rubia y una bata con flores de muchos colores.
– Voy a llamar a la policía -dijo ella, más molesta que enfadada-. Te arrestarán por allanamiento de morada.
Él se acuclilló para rascar detrás de las orejas a un Tango semidormido.
– ¿Puedo tomar antes un café?
– Son apenas las siete. Deberías haber llamado.
– No estaba de humor para hacerlo. Es lo mismo que cuando usted se presenta en mi casa sin molestarse en llamar.
– Mentiroso. Siempre llamo. Y Blue aún está durmiendo, así que vete y no la molestes.
Él llenó dos tazas con el café cargado de Nita.
– ¿Qué hace en la cama tan tarde?
– Eso no te incumbe. -Finalmente la indignación de Nita burbujeó hacia la superficie, y lo apuntó con el dedo índice como si fuera una pistola.
– Le has roto el corazón. Y ni siquiera te importa.
– Blue está enfadada, no dolida. -Miró a Tango-. Déjenos solos un rato.
La silla chirrió cuando ella se levantó bruscamente de la mesa.
– Un consejo señor Casanova. Si yo fuera tú, le echaría un vistazo a lo que ella oculta bajo el lavabo del baño.
Ignorándola, se dirigió arriba.
A Blue no le sorprendió oír a Dean hablando con Nita en la planta de abajo. Los rayos de sol entraban por las puertas del balcón mientras terminaba de subirse los vaqueros. No hubiera podido soportar que entrara por el balcón la noche anterior, así que había pasado la noche en el dormitorio que había junto al de Nita. Ahora él intentaría engatusarla para congraciarse con ella. Vaya suerte la suya.
Al sentarse en la cama para ponerse las sandalias, él apareció por la puerta. Rubio, macizo e irresistible. Blue tiró con brusquedad de la correa de la sandalia.
– Tengo que hacer un montón de cosas antes de la fiesta de mañana para Nita, y no quiero discutir ahora.
Él dejó la taza de café en la mesilla de noche.
– Sé que estás cabreada.
Estar cabreada sólo era la punta del iceberg, luego estaba ese otro asunto que era un secreto.
– Más tarde, Deanna. Los hombres de pelo en pecho evitan este tipo de discusiones.
– Déjate de tonterías. -Como siempre, la voz del quarterback que llevaba dentro la tomó por sorpresa-. Lo de ayer no fue nada personal. No de la manera que crees.
– Te aseguro que lo sentí como algo muy personal.
– Crees que me avergonzaba presentarte a mis amigos por esas ropas que llevas y tu aspecto descuidado, pero nada más lejos de la verdad.
Ella se puso de pie con rapidez.
– No malgastes saliva. No soy el tipo de mujer con el que tus amigos esperan ver a Malibú Dean, y no querías ponerlos a prueba.
– ¿Realmente piensas que soy así de mezquino?
– No. Creo que te comportaste como un caballero, tratando de no ponerme en evidencia presentándome como si fuera sólo una amiga con derecho a roce.
– Eres más que una amiga, Blue. Eres uno de mis mejores amigos.
– ¿Y eso qué significa? ¿Que soy tu coleguita o… un amiguete?
Él se pasó la mano por el pelo.
– No tenía intención de lastimarte. Sólo quiero que lo que hay entre nosotros siga manteniéndose en privado.
– Como todas las demás cosas de tu vida que quieres mantener en privado. ¿No te pierdes con tanto secretismo?
– No tienes ni idea de lo que significa ser un personaje público -replicó él-. Tengo que ser precavido.
Ella cogió la taza de café y agarró con rapidez el bolso de los pies de la cama.
– Lo que quiere decir que me he convertido en otro de tus sucios secretitos.
– Ése es un golpe bajo.
Ella no podía continuar con aquella discusión, no cuando tenía su propio secreto que ocultar.
– Te lo voy a poner bien fácil. Hoy es viernes. Mañana es la fiesta de Nita. Tengo que resolver unas cosas el domingo, pero a primera hora del lunes pondré rumbo a lo desconocido.
La expresión de Dean se volvió furiosa.
– No digas gilipolleces.
– ¿Por qué? ¿Por qué lo dejo yo y no tú? -Todas las emociones que ella no quería sentir (tristeza, miedo, dolor), la invadieron de golpe, pero las contuvo a fuerza de voluntad-. La vida es corta, Boo. Ya tengo un coche de alquiler, y compré un mapa de carreteras nuevecito. Ha sido un placer estar contigo, pero ya es hora de que siga mi camino.
Ella se estaba comportando de una manera irracional, y cerró los puños.
– Por lo que se ve, necesitas tiempo para madurar. -Sus palabras fueron tan frías que ella medio esperaba ver una nubecilla de vapor saliendo de su boca-. Hablaremos de esto mañana en la fiesta de Nita. Tal vez entonces puedas pensar como un ser humano racional. -Salió a grandes zancadas de la habitación.