No pude evitar añadir esto último, aunque en verdad no fue inteligente. Por fortuna el redactor jefe no lo asoció con nada en especial.
– Eso es horrible.
– Sí, horripilante, ¿cierto? En la serrería en desuso. Y se dice que existe un grupo de niños que han sido los que han reunido todos esos, sí, cómo llamarlos, objetos, porque se dedicaban a juntar significado. Sí, realmente aquello de la serrería debe de ser algo parecido a ¡un montón de significado! -y arrastré el aire entre los dientes así que silbó otra vez.
El redactor jefe repitió que eso era, en verdad, una historia horrible, pero después dijo que en esos días con la Navidad a la vuelta de la esquina no podía prescindir de personal. Aunque nada más colgar se aseguró de que la serrería en desuso de la que hablaba Hedda Huid Hansen estaba en Taering Markvei, totalmente en un extremo de la ciudad1.
Creo que el redactor jefe pensó que toda esa historia era un embuste, pero tenía la esperanza de haberle provocado la suficiente curiosidad para que pusiera a un periodista a investigar. Para más seguridad llamé a Sofie. Quizá valiera la pena estar al tanto de si se acercaba alguien a la serrería.
Se celebró la fiesta de Navidad en la escuela (en la que sé nos prohibió participar) y llegó la noche anterior a la Nochebuena (ahí empezaron nuestros padres a ablandarse), y llegó Nochebuena (con alivio constatamos que no nos habían hecho menos regalos que a nuestros formalitos hermanos y hermanas, o que en años anteriores). Pero la auténtica Navidad no llegó hasta el día anterior a la Nochevieja, cuando pudo leerse en Taering
Martes que los demonios habían hallado el camino a Taering.
Esos demonios éramos nosotros.
La página tres contenía una detallada descripción del montón de significado.
Debido a la prohibición de revelar la identidad de los autores no se daban nuestros nombres, sólo ponía que se sospechaba de uno de los cursos superiores de la Escuela Taering. Nos sentimos no poco halagados, y eso a pesar de que Pierre Anthon todavía no se había personado por las cercanías de la serrería. Tan pronto como empezó la escuela el 4 de enero, nos paseamos por el patio con la espalda bien erguida y dándonos aires de importancia para que a los de la otra clase de séptimo y a los cursos por debajo del nuestro no les cupiera la menor duda de que estábamos en posesión de algo que ellos no sabían. También los hubo, y muchos, que intentaron tirarnos de la lengua, pero lo único que les decíamos era que habíamos hallado el significado.
Fue Sofie la que nos instruía. Debíamos responder con la palabra significado y nada más y eso hicimos.
– ¡Hemos hallado el significado!
Era también lo que respondíamos a los profesores y a nuestros padres y a la policía y a todos los que nos preguntaban por qué una y otra vez.
Y fue también lo que respondimos a los grandes periódicos cuando aparecieron.
XIX
Los periódicos de la costa oeste aparecieron primero. Luego los de la mañana. Más tarde los de la capital y los diferentes periódicos locales. Al final llegaron las revistas semanales y el canal de la televisión regional.
Y quedaron divididos en dos.
El primer grupo estaba de acuerdo con el Taering Martes: éramos unos agitadores ingobernables y debían encerrarnos en un correccional. El segundo grupo empezó a murmurar, para sorpresa nuestra, sobre arte y sentido de la vida, mientras que el último se inclinaba más bien hacia el mismo lado que los primeros. El debate a favor y en contra no tardó en coger un ritmo atropellado.
¡A favor! ¡En contra! ¡A favor por en contra!
No entendíamos la intensidad de la furia y las palabras tanto de los «a favor» como de los «en contra». Y gentes de todo el país, pero mayormente de la capital, aunque nunca antes hubieran mostrado interés alguno por Taering y sus alrededores, iniciaron una peregrinación hasta aquí. Un hecho consumado fue que la furia y las palabras a favor y en contra hacían crecer la importancia del montón de significado. Pero lo que era más importante aún: con toda esa prensa y las visitas de los críticos de arte, de una pila de gente refinada y de unas cuantas personas corrientes, la policía se vio obligada a abrir la serrería y permitir las visitas de las doce a las dieciséis horas cada día.
Ahora le resultaba fácil a Pierre Anthon acudir a ver el montón de significado.
Con lo que no habíamos contado era con que Pierre Anthon no quería.
– Nada importa, y no vale la pena preocuparse por nada. Ni tampoco por vuestro montón de cachivaches -eso fue todo lo que dijo.
Hiciéramos lo que hiciéramos no lo sacábamos de sus trece. Cada vez que intentábamos seducirlo o amenazarlo para que se acercara, la respuesta era una y siempre la misma: ¡No!
Nos decepcionó muchísimo.
Sí, tanto que casi nos arrebata el coraje, porque su actitud lo desposeía todo de significado: Oscarito y la inocencia y Cenicienta y el dedo de Jan-Johan y el pequeño Emil y la Dannebrog y el pelo azul de Rikke-Ur-sula y todo lo demás allí en el montón de significado. Y no servía de nada que más y más personas pensaran que el montón significaba algo, ni que ya no se nos mirara con malos ojos, ni nuestros padres ni los profesores ni la policía.
Lo intentamos una y otra vez.
Algunas veces en grupos y otras veces toda la clase (exceptuando el piadoso Kai que se había condenado a sí mismo a ayudar en misa y a mantener arresto domiciliario cuatro días más que nosotros). No había nada que hacer. Ni siquiera sirvió de nada que la prensa sueca, luego la noruega y la de los demás países nórdicos junto a la mayoría de la prensa europea y más tarde de la norteamericana, y finalmente de la prensa de todo el mundo, vinieran a Taering y nos convirtieran en algo.
Y algo era igual a alguien.
¡A pesar de lo que Pierre Anthon dijera!
Había sido emocionante que el Taering Martes escribiera sobre nosotros. Fantástico que la prensa nacional llegara y entre ellos empezaran a pelearse y discutir sobre el montón de significado, pero fue del todo increíble y de significado extremo cuando apareció prensa de todo el mundo. Normalmente enero en Taering no era un mes de festejos. Ese año enero no acababa.
Enero.
Enero.
Enero.
Enero.
Y en febrero continuó siendo enero, incluida lacuaresma; hasta el 1 de marzo fue enero.
Nos fotografiaron por delante, por detrás y de lado, tanto desde un ángulo inferior oblicuo como desde uno superior. Los fotógrafos nos perseguían para obtener la mejor sonrisa, la más inteligente de las arrugas, de la frente, el gesto más magnífico. Los periodistas llamaban de día y de noche a nuestra puerta, y los canales de televisión de todos los países habidos y por haber situaban sus cámaras afuera de la escuela y nos filmaban cuando entrábamos o salíamos. Incluso Jan-Johan estaba satisfecho y levantaba valiente el muñón vendado mostrándolo a todos los fotógrafos para que la falta del dedo índice pudiera ser inmortalizada aquí y allá.
Pero más que nada, periodistas y fotógrafos acudían masivamente a la serrería en desuso para halar la propia perspectiva del fenómeno.
El montón de significado empezaba a ser del dominio público.
Todo el mundo estaba impresionado. Todos a excepción de Fierre Anthon.
XX
– ¡Todo esto ya ha sucedido antes! -gritó Fierre Anthon con una nube de vaho helado que rodeaba el oscuro agujero del pasamontañas-. Ahora esto es noticia y todo el mundo tiene la mirada volcada en Taering. E1 mes que viene Taering será olvidado y el mundo entero estará en otro lugar -dijo y escupió desdeñoso a la acera, pero no nos dio.