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– Bien -afirmó Knutas-. Nosotros estamos interrogando a los vecinos y al resto de la gente que se mueve por esa zona, así que vamos a ver si conseguimos averiguar algo. El autor del delito debía tener un coche. Llevaba hacha y cuchillo, quizá otras herramientas y una cabeza de caballo con la que cargar.

– Y probablemente estaba cubierto de sangre -agregó Sohlman.

– Quizá se dio un baño para lavarse, el mar está justo al lado -aventuró Karin.

– ¿No sería un poco temerario? -intervino Wittberg mirándola escéptico-. ¿Iba a darse un baño con el riesgo evidente de que alguien lo descubriera? Aunque el crimen se llevara a cabo después de las once. En estas noches claras de verano la gente se baña a cualquier hora. Especialmente ahora que ha hecho tanto calor.

– Por otro lado, esa zona está relativamente aislada -intervino Knutas-. Por allí sólo se moverán las tres o cuatro familias que viven en las granjas y, quizá, alguna que otra persona de las casas que hay al final de la carretera. No es precisamente un lugar por el que uno va a darse una vuelta. Bueno, tendremos que investigar más el pasado de la familia que vive en la granja. El caso, o guarda relación con el hecho de que el animal al que han matado sea efectivamente de Larsson, o eso ha sido una casualidad. Sea como fuere, tenemos que examinar todas las posibilidades.

– ¿Crees que el culpable es algún miembro de la familia? -preguntó Karin-. ¿La mujer que se venga del marido o viceversa?

– Parece algo rebuscado -convino Knutas-. Hay que estar muy mal de la cabeza para cometer un crimen de este tipo. Pero no podemos descartarlo, ya nos hemos quedado estupefactos otras veces. Tenemos que volver a hablar con el granjero. Habla hasta por los codos, pero sólo hemos estado allí un momento. Creo que alguien debería volver allí. Hay que interrogar lo antes posible a las niñas que encontraron el caballo.

– Yo puedo ir ahora mismo. -Wittberg ya estaba a punto de levantarse.

– Te acompaño -dijo Karin-. Si no mandas otra cosa.

– Podéis ir los dos -respondió Knutas-. Yo me quedo aquí para atender a la prensa.

Martina Flochten pasó por la reducida habitación y cogió a toda prisa la bolsa de aseo y la toalla. Iba a darse una ducha rápida y a cambiarse de ropa. Los alumnos que participaban en el curso tenían la tarde libre porque un profesor de arqueología americano iba a dar una conferencia en la Universidad de Visby. La prisa de Martina obedecía a otras razones muy diferentes, aunque sus compañeros de curso lo ignoraban.

Sólo iban a aprovechar la ocasión. Tenía tantas ganas de verlo que su corazón enardecido latía con fuerza.

A su novio holandés lo tenía olvidado. La llamaba al móvil cada vez con más frecuencia. Cuanto menos respondía ella, más insistía él. Una tarde que se dejó el teléfono en el cuarto, había realizado veintiocho llamadas. Aquello era una locura y se había sentido incómoda con Eva, su compañera de habitación, que aquella tarde se había quedado en casa, acostada y tratando de leer. Martina había pensado romper la relación cuando volviera a casa, no era capaz de hacerlo por teléfono. No le parecía decente.

Su padre también había llamado. Llegaría a Gotland la semana siguiente, tenía negocios en Visby y pensaba matar dos pájaros de un tiro. Quizá estuviera preocupado por ella. Martina mantenía una relación muy estrecha con su padre, aunque pensara que éste adoptaba en ocasiones una actitud demasiado protectora. Y la verdad es que le había dado motivos para preocuparse muchas veces. Martina era ambiciosa y aplicada, y llevaba muy bien sus estudios, pero en su tiempo libre no se quedaba atrás a la hora de ir de juerga y había muchas fiestas en los círculos estudiantiles de la Universidad de Rotterdam. Había probado algunas drogas, pero sólo las blandas.

A Martina se le despertó el interés por la arqueología cuando vio un programa de televisión sobre una excavación en Perú. Le impresionó el trabajo paciente y metódico de los arqueólogos y todo lo que la tierra podía contar.

Cuando empezó a estudiar la asignatura, enseguida le fascinó la época vikinga. Leyó todo lo que encontró acerca del modo de vida de los vikingos. Le atrajo su religión, basada en la creencia de varios dioses de la mitología nórdica, y le parecieron fascinantes no sólo sus naves y viajes de saqueo por el mundo, sino también el importante comercio que mantenían, en particular en Gotland.

Aquel curso había avivado definitivamente el interés de Martina y ya había decidido que cuando finalizara sus estudios de arqueología se especializaría en el tema y lo haría en la Universidad de Visby.

Cuando terminó de arreglarse, los demás ya estaban en el autobús que los llevaría a la conferencia. La joven salió y les dijo que no se sentía bien y que se iba a quedar en el albergue. Eva se mostró apenada, habían planeado ir a tomar unas cervezas después de la conferencia, ya que estaban en la ciudad.

Cuando arrancó el autobús, Martina entró corriendo, cogió el bolso y se echó una última ojeada ante el espejo. Tenía buen aspecto, el sol de la isla le había dado un bonito tono a su piel y su larga melena parecía más rubia de lo habitual.

Él quería que se encontraran en el puerto. Con pasos rápidos y anhelantes cruzó el puente de madera que había detrás del albergue y que conducía a la zona portuaria.

Petesviken estaba a una considerable distancia de Visby, en la costa suroeste de Gotland. Pia y Johan dejaron la ciudad a toda velocidad y Pia, que iba al volante, señaló con la cabeza el cartel que indicaba la salida hacia Högklint cuando la dejaron atrás.

– A propósito del recalentamiento del mercado inmobiliario, podríamos hacer una pieza. A veces me parece que ha vuelto la histeria del ladrillo de los años ochenta. ¿Has oído hablar del hotel de lujo que van a construir ahí?

– Sí, claro, hemos hecho varios reportajes sobre ello. Sólo están esperando la aprobación del pleno del ayuntamiento ahora en otoño para empezar, ¿no?

– Así es. Las obras comenzarán seguramente antes de que termine el año. Va a ser un gran complejo en el que habrá suites, apartamentos multipropiedad, restaurantes de lujo y locales nocturnos. Cinco estrellas.

– Cabe preguntarse si realmente hay demanda para ello.

– Por supuesto que la hay. La península está llena de enamorados de Gotland. Románticos que estuvieron aquí de vacaciones cuando eran más jóvenes y quieren volver con la familia para revivir sus vivencias en la isla de una forma más cómoda. Y en este país no falta gente con dinero.

– Eso al menos creará puestos de trabajo, aunque me imagino que también habrá quienes estén en contra. Högklint es un parque natural, ¿no?

– No van a construir justo en la línea de costa, no pueden hacerlo, evidentemente. Sin embargo, es increíble pero parece que el proyecto de construcción va a salir adelante. Las protestas más enérgicas proceden, claro está, de quienes viven allí, se suelen organizar acaloradas discusiones sólo por el hecho de que alguien quiera pintar una puerta de otro color. Por lo demás, los más críticos son los ecologistas, defensores de la flora y la fauna de los espacios naturales. Durante la primavera muchas aves anidan arriba en los acantilados de Högklint y, desde luego, es uno de los miradores de la isla desde donde se pueden contemplar las vistas más bellas. Además, yo creo que son muchos los que piensan que este lado de Visby ya está suficientemente explotado con el balneario de Kneippbyn y todo lo demás.