– Trae esa carta, enano. Hay que archivarla.
– ¿Por qué?
– Como recordatorio. Tenemos que ponernos a trabajar esta misma noche.
Eric tomó otro papel, pensativo. Después de dejar arreglado el asunto del hermano, decidió arriesgarse un poco más. Quizá podría pedir dos.
– Sí, dos niños estaría bien -murmuró-. Mellizos, un niño y una niña. ¡Esas sí que serían unas navidades perfectas!
Kate Hoffmann
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