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Case lo miró fijamente. -No os entiendo, de veras -dijo.

– Yo no te entiendo a ti, hombre -dijo el sionita, sacudiendo la cabeza al ritmo de la transmisión-, pero tenemos que guiamos por el amor de Jah, todos nosotros.

Case conectó y volvió a la matriz.

– ¿Recibiste mi mensaje?

– Sí. -Vio que el programa chino había crecido: delicados arcos policromos y cambiantes estaban acercándose al hielo de la T-A.

– Bueno, se está poniendo más complicado -dijo el Flatline-. Tu jefe borró el banco de datos del otro Hosaka, y casi se lleva el nuestro también. Pero tu amigo Wintermute me avisó antes de que se perdiera. La razón por la que los Tessier-Ashpool no abundan en Straylight es que la mayoría están congelados. Hay una empresa de abogados en Londres que se encarga de la representación legal y los poderes: tiene que saber quién está despierto y en qué momento. Armitage vigilaba las transmisiones de Londres a Straylight a través del Hosaka del yate. De paso, ya saben que el viejo está muerto.

– ¿Quién lo sabe?

– Los abogados y la T-A. Tenía un control remoto implantado en el esternón. Aunque después del dardo de tu chica un equipo de resurrección no hubiera tenido mucho que hacer. Toxinas de crustáceos. Pero la única T-A que está despierta en Straylight en este momento es Lady 3Jane Marie-France., Hay otro, un varón, un par de años mayor, que está en Australia por negocios. Yo creo que Wintermute se las arregló para que la presencia de 8Jean fuera necesaria en algún otro sitio. Pero ya está en camino, de regreso a casa. Los abogados de Londres dijeron que llegaría aproximadamente a las 09:00:00 esta noche. Enchufamos el virus Kuang alas 02:32:03. Ahora son las 04:45:20. La mejor hora para que el Kuang penetre en el núcleo de la T-A es las 08:30:00. Así que estamos en el límite. Creo que Wintermute tiene algún interés especial en esta 3Jane, o que ella está tan loca como su viejo. Pero el muchacho que viene de Melbourne sabrá bien de qué se trata. Los sistemas de seguridad de Straylight intentan seguir funcionando en estado de alerta, pero Wintermute los bloquea, rápidamente, no me preguntes cómo. Sin embargo, no pudo pasar por encima del programa de entrada básico y meter a Molly. Armitage tenía todo eso registrado en el Hosaka; seguramente Riviera convenció a 3Jane. Durante años ella ha estado manipulando las entradas y salidas. Tengo la impresión de que uno de los problemas principales de la T-A es que los grandes de la familia han llenado los bancos de datos con todo tipo de trucos y excepciones particulares. Es como si tu sistema de inmunidad se viniera abajo: están a punto para recibir un virus. Eso nos conviene, una vez que consigamos pasar el hielo.

– De acuerdo. Pero Wintermute dijo que Arm…

Un rombo blanco apareció en la pantalla y fue ocupado por un primer plano de dementes ojos azules. Case no pudo hacer otra cosa que mirarlos. El coronel Willie Corto, Fuerzas Especiales, Fuerza de Ataque Puño Estridente, había logrado volver. La imagen era tenue, espasmódico, desenfocada. Corto estaba utilizando la consola de navegación del Haniwa para conectarse con el Hosaka del Marcus Garvey.

– Case, necesito los informes de daños y perjuicios en el Omaha Thunder.

– Bueno, yo… ¿Coronel?

– Atento, muchacho. Recuerda tu entrenamiento.

¿Pero dónde has estado, viejo?, preguntó en silencio a los ojos angustiados. Wintermute había construido algo llamado Armitage dentro de una fortaleza catatónica llamada Corto. Había convencido a Corto de que lo verdadero era Armitage, y Armitage había caminado, hablado, planificado, intercambiado información y capital, había representado a Wintermute en aquella habitación del Chiba Hilton… Y ahora Armitage había desaparecido, arrastrado por el viento de la locura de Corto. Pero, ¿dónde había estado Corto durante todos aquellos años?

Cayendo, quemado y ciego, de un cielo siberiano.

– Case, sé que te será difícil aceptarlo. Eres un oficial. El entrenamiento. Lo comprendo. Pero, Case, te lo juro por Dios: nos han traicionado.

Unas lágrimas asomaron en los ojos azules.

– Coronel… ¿quién? ¿Quién nos traicionó?

– El general Girling, Case. Quizá tú lo conozcas por su nombre en código. Pero sabes de quién hablo.

– Sí -dijo Case, mientras las lágrimas seguían cayendo-. Supongo que sí. Señor -agregó, impulsivamente-, pero, señor, coronel, ¿qué deberíamos hacer? Ahora, quiero decir.

– A esta altura, Case, nuestro deber es volar. Escaparnos. Evadimos. Podemos llegar a la frontera con Finlandia mañana al atardecer. Volando bajo, con controles manuales. Nos cagaremos de miedo, muchacho, pero eso será sólo el principio. -Los ojos azules se entrecerraron, los bronceados pómulos brillantes por las lágrimas. – Sólo el principio. Traición desde arriba. Desde arriba… -Se retiró de la cámara; en la rasgada camisa de sarga había manchas oscuras. El rostro de Armitage era impasible, como una máscara; pero el de Corto era la verdadera cara del esquizofrénico: la enfermedad grabada profundamente en músculos involuntarios, deformando la costosa cirugía.

– Coronel, lo escucho, viejo. Escuche, coronel, ¿de acuerdo? Quiero que abra la…Mierda. ¿Cómo se llama, Dix?

– La escotilla media.

– Abra la escotilla media. Sólo dígale a la consola que la abra, ¿de acuerdo? Enseguida estaremos con usted, coronel. Entonces podremos hablar de cómo saldremos de aquí.

El rombo desapareció.

– Muchacho, creo que ahí me perdiste -dijo el Flatline. -Las toxinas -dijo Case-. Las jodidas toxinas -y desconectó.

– ¿Veneno? -Maelcum miró por encima del rasgado hombro azul del viejo Sanyo mientras Case forcejeaba, saliéndose de la red de gravedad.

– Y quítame esta maldita cosa… -Tiró del catéter de Texas.- Como un veneno lento, y ese hijo de puta en la otra nave sabe cómo contrarrestarlo, y ahora está más loco que una rata de albañal. -Manipuló con torpeza el Sanyo rojo; ya no se acordaba de cómo funcionaban los sellos.

– El jefe, ¿te envenenó? -Maelcum se rascó la mejilla. Tengo un equipo médico, ¿sabes?

– Jesús, Maelcum, ayúdame con este maldito traje. El sionita se separó del rosado módulo de pilotaje. -Tranquilo, hombre. Mide dos veces, corta una, dijo un sabio. Subimos allá…

Había aire en la galería corrugada que iba desde la escotilla de popa del Marcus Garvey hasta la escotilla central del yate Haniwa, pero mantuvieron sellados los trajes. Maelcum pasó de un lado a otro con la gracia de un bailarín de ballet, deteniéndose sólo para ayudar a Case, que había tropezado al salir del Garvey. Los lados plásticos del tubo filtraban la desnuda luz del soclass="underline" no había sombras.

La escotilla de descompresión del Garvey estaba remendada y picada, y la decoraba un León de Sión, tallado con láser. La escotilla central del Haniwa era de un color gris crema, vacuo y prístino. Maelcum metió la mano enguantada en una abertura estrecha. Case vio cómo movía los dedos. Unos diodos rojos se iluminaron en el nicho, e iniciaron una cuenta regresiva que empezó en cincuenta. Maelcum retiró la mano. Case, con un guante apoyado contra la escotilla, sintió en el traje y los huesos la vibración del mecanismo del cerrojo. El segmento circular de casco gris comenzó a replegarse dentro del costado del Haniwa. Maelcum se aferró a la abertura con una mano y sujetó a Case con la otra. La escotilla los llevó consigo.

El Haniwa era un producto de los astilleros Dornier-Fujitsu; el interior había sido diseñado de acuerdo con una filosofía similar a la que había producido el Mercedes que los llevara a través de Estambul. El estrecho puente central tenía las paredes revestidas con una madera que imitaba el ébano, y el suelo era de cerámica italiana. Case se sintió como si estuviese invadiendo el baño de vapor de algún hombre rico, entrando por la ducha. El yate, que había sido armado en órbita, no estaba destinado a regresar. La línea inmaculada y de forma de avispa era una mera cuestión de estilo, y todo el interior estaba calculado para acrecentar la impresión de velocidad.