La reducción de las estadísticas criminales que se observó justo después de las redadas ha desaparecido ahora, constata el policía.
«Nuestra conclusión es que el vacío dejado por los yugoslavos se ha llenado más rápido de lo que pensábamos.»
«La mafia rusa simplemente ha venido, se ha instalado y se ha hecho con el poder.»
¿Así que todas las detenciones fueron en vano?
«Las cosas no pueden verse de esa manera. Cada criminal que es condenado es un triunfo para la sociedad de derecho».
(Cont. p. 2.)
Bundsförvanten, n.º 9, 21 de septiembre
Asociación de Autoridades Locales
Publicación interna
Pág. 13.
Nuevas caras
Thomas Samuelsson, director de proyecto de investigación recientemente terminado sobre la calidad de los subsidios sociales, ha sido contratado como investigador por la Delegación de Negociaciones.
Con anterioridad, Thomas Samuelsson trabajó en el Ayuntamiento de Vaxholm, durante cuatro años, como jefe de contabilidad. Vive en Kungsholmen, Estocolmo, con su pareja y su hijo recién nacido.
Agradecimientos
Todo es ficción. Los personajes han sido completamente creados a partir de la fantasía de la autora, todos, aunque con una excepción: Maria Eriksson. Mia existe, y los avatares de su vida fueron reflejados en la novela documental Gömda (Escondidos). Mia ha leído y aprobado su participación en este relato ficticio.
Por lo demás, cualquier posible parecido con personajes reales es pura coincidencia. Tampoco existen como tales el periódico Kvällspressen ni la Fundación Paraíso. Ambos están inspirados en una serie de empresas u organizaciones similares existentes, pero tal como aparecen en esta novela responden sólo a la imaginación de la autora.
La descripción de la operatividad criminal serbia, tanto en la ex Yugoslavia como en Suecia, pertenecen asimismo a conclusiones propias y son fruto de la escritora.
Los datos correspondientes a otros grupos criminales y sus áreas de influencia fueron tomados de los registros y antecedentes previamente publicados en otros medios, muy en particular en el periódico vespertino Aftonbladet, de Estocolmo.
En ciertas ocasiones, con la libertad que me confiere mi condición de autor, he modificado detalles, planos y caminos de ciertos edificios y lugares públicos.
Por último, quisiera agradecer a toda la gente que me ayudó a resolver algunas cuestiones durante la etapa de investigación, respondiendo pacientemente a mis preguntas, muchas veces, verdaderamente extrañas. Ellas son:
Johanne Hildebrandt, corresponsal de guerra, productora de televisión y gran amiga, por sus grandes conocimientos, tanto teóricos como prácticos, en torno a la guerra y la situación en los Balcanes.
Shqiptar Oseku, portavoz de la Oficina de Información de Kosovo en Escandinavia, por los conocimientos y distintos puntos de vista aportados en torno a la actividad de los diferentes grupos bálticos.
Peter Rönnerfalk, médico y consejero clínico, por sus aportes en la materia.
Ann-Sofie Mårtensson, jefa de información del puerto de Estocolmo, por los datos y declaraciones acerca de Frihamnen, en cuanto a todas sus funciones, construcciones, historia, locales y actividades.
Rolf Holmgren, inspector de aduanas en la unidad de la zona fronteriza, por la información suministrada en torno a las rutinas aduaneras tanto en lo que se refiere al transporte de mercancías como a los conocimientos, información y pruebas sobre el tráfico de cigarrillos, cómo se detecta y cómo se descubre.
Hasse Ek, director de banco, y Petra Nordin, bancaria, por su tiempo y enseñanzas.
Jonas Gummesson, jefe de TV4 en la redacción de noticias nacionales, por la ayuda proporcionada con datos acerca de la política interior de la socialdemocracia.
Lotta Snickare, jefa de proyectos del banco Föreningssparbanken, por sus aportaciones tanto en lo relativo a la actividad bancaria como a la administración del trabajo comunal.
Thomas Snickare, jefe de proyectos de la empresa telefónica Telia, por sus puntos de vista sobre el funcionamiento interno de los organismos de bienestar social.
Pär Westin, jefe regional de la administración de cementerios de Estocolmo, por los detalles suministrados acerca de las ceremonias de entierro.
Birgitta Elvås, por sus consejos en torno a la actividad y la administración comunal.
Catarina Nitz, periodista del Katrineholm-Kuriren, por los detalles sobre la región de Sörmland.
Linus Feldt, de Bajoum Interaktiv AB, reconocido talento y multipremiado programador de ordenadores, quien constantemente me salvó de varios colapsos digitales.
Jan Guillou, escritor y periodista, que me ayudó a encontrar los detalles referidos a armas, municiones, y sus efectos sobre el cuerpo humano.
Kaj y Maria Hallström por más detalles de Sörmland.
Ann-Marie Skarp, Jessica Örner y Elisabeth Bredberg, mis amigas y colegas en la editorial Pirat.
Karin Kihlberg, quien logra que todo siempre funcione.
Sigge Sigfridsson, mi fenomenal editor, por hacer hasta lo imposible.
Y, por último y sobre todo, a mi genial redactor: el dramaturgo Tove Alsterdal.
Muchísimas gracias a todos.
Los posibles errores sólo podrán atribuirse a mi exclusiva responsabilidad.
Nota de la autora
En el otoño de 1991 yo trabajaba como redactora nocturna en la redacción de noticias del periódico vespertino Expressen, de Estocolmo.
Una noche recibí una curiosa llamada. Me la pasó uno de los redactores varones, quien pensó que era algo apropiado para mi ocupación.
Se trataba de una mujer joven que estaba al otro lado del aparato. Me contó que ella era la responsable de una nueva y completamente fantástica actividad: una organización que escondía y de hecho podía llegar a eliminar de todos los registros públicos a gente perseguida por diversos motivos. Simplemente, ellos podían hacerlos desaparecer. Dado que persecuciones de este tipo suelen afectar a mujeres y niños, me decidí a escucharla.
Llegué a encontrarme con la mujer varias veces al cabo de los seis meses siguientes. En un primer momento me sentí profundamente impresionada por su compromiso y conocimientos: me pareció muy competente y por completo creíble.
Pero al intentar contrastar sus datos, di con demasiada frecuencia pasos en falso. Nada de lo que me había dicho podía ser comprobado, ya que todo estaba, si no eliminado, sumergido en el mayor de los secretos.
Como periodista, no podía escribir nada que no pudiese confirmar, y en razón de ello los artículos se iban postergando. Tampoco logré información alguna acerca de dónde provenían los fondos de la fundación.
Finalmente, logré contactar con una mujer que estaba profundamente involucrada en las actividades de la fundación. Sabía, además, quién había sido ella antes de esto, dado que habíamos hablado en varias ocasiones. Llegó a ser conocida como Maria Eriksson.
Con ayuda de Mia pude revelar las mentiras en base a las cuales había sido construida la fundación. Los artículos se publicaron en Expressen un año después de mi primer contacto con la responsable.
Aquella serie de artículos tuvo grandes consecuencias en la continuidad de mi vida profesional.
En parte, porque fui procesada por calumnias graves y la dirección del periódico me dejó literalmente en la estacada. Eso me llevó a decidir abandonar el Expressen. (La demanda nunca prosperó: la responsable la retiró el día antes de que se abriera un proceso por la libertad de expresión).
También, en parte, porque llegué a conocer mejor a Mia Eriksson, con quien luego escribí dos libros, Gömda (Escondidos) y Asyl (Asilo).
Pero, sobre todo, porque estos hechos me permitieron pensar acerca de lo que hacemos nosotros por nosotros, la gente. Cómo funcionamos, de qué modo nos sentimos responsables por los demás.