Выбрать главу

Dork le planteó ahora a Clint una paradoja porno:

– Verá, Clint -le dijo-: lo que nos estresa de veras es lo contrario: el Manguerazo. ¿Cómo va a poder un hombre realizar su fantasía cuando tiene pendiente sobre él el espectro del Manguerazo?

Al cabo de un rato, Dork volvió al tema del dinero y de los porcentajes del porno, hasta que Semental confirmó la llegada de la cinta de la prueba de «follaje» de Charisma Trixxx.

– Mire eso -dijo Dork, haciéndole señas acerca de lo que aparecía en la pantalla-. Un culo suave. El monte bien poblado y auténtico. Y no me refiero precisamente a la cresta. Estoy hablando de la presentación…, de todo el chumino.

– Sus gemidos suenan bien -reconoció Semental.

– Se la ve trabajar bien el cuello en la toma desde detrás.

– Y me gusta ese lametón en el canalillo.

Quince minutos después, Semental dijo:

– Ya estamos. Una amable preparación para el facial.

– … ¡Uau! -exclamó Dork-. ¿Ven eso? ¡Directo en el ojo! -Se volvió hacia Semental (ya se había comentado antes que éste había destacado en el porno gay)-. ¿Hace daño eso? Quiero decir…, ¿no quema o algo por el estilo?

– ¿Que si quema? Es un jodido fuego. ¡Y ella ni siquiera ha rechistado!

– No quisiera tener ningún problema mañana. ¿Rechistar? ¡Si ni siquiera ha parpadeado! ¿Había visto usted algo semejante, Clint…?

– Sí, bueno…, muchachos, muchas gracias -dijo Clint-. Por cierto, Dork…, resulta que conozco a una de sus conquistas. -Y pronunció su nombre con evidente placer-: Donna Strange…

– ¿Perdone?

– Donna Strange…

– ¿Cómo dice?

– Una…, una morenaza inglesa. Con una mecha plateada en los cabellos y boca deliciosamente fruncida… Se la chupó a usted a la sombra de una pirámide y más tarde usted la folló por detrás en un globo de helio. Finalmente, aterrizó con ella sobre el Everest y eyaculó en sus tetas.

– … ¿Que me corrí en sus pechos? Así fue. Ocurrió. Tenía usted razón para pensar que lo recordaría.

De camino de regreso al hotel, Clint entró en otra videoteca. Y allí estaba todo de nuevo, ordenado por géneros, como mostrando gráficamente las palabras de Karla White. No el «Jodiar», porque todo era Jodiar, aunque rotulado de otra manera. Pero sí el Manguerazo, el Falso Manguerazo el Cara Roja, el Café con Leche y el Lengua Amarilla. (El Lengua Amarilla, le había explicado Karla, es para los que añoran la habitación del motel, la cámara de vídeo manual, la iluminación morbosa y la mirada sin tapujos sobre las drogas), más una categoría llamada específicamente Princesa Lolita.

Trabajó hasta la madrugada en su semblanza estelar de Dork Bogarde. Luego, para rebajar la tensión, estuvo repasando algunas cosas para el Perro Callejero. Hacia mediodía, hora de Londres, recibió el siguiente mensaje:

kerido: t agrdzco tanto tu consolador mnsaje… no s nada a1, pro las cosas están +s clars ahora, siento como si m hubieran quitdo un gran pso de encma. a1 que mi pdre tenga que kedar hosptalzado en st andrews gravmnt enfermo… ¿sabs ke pienso? ¡pienso ke m stoy enamorando de ti, clint! sí, d ti y d 0 más. clint. d ti, d ti, d ti. ¿stas familrzado con la poesía d ezra pound? mntras t scrbía sto, pnsaba en sus versos («y ahora l digo al niño k entre, d rodillas, y nvío esto a 1.000 km pensando») stoy lca por ti, clint. ven a vrm a tu regrso. solo qando tu y yo estms sgurs y n paz. tiernamnt, k8.

ps: adoro al prro calljro. le pongo velitas al prro calljro. el prro calljro s 1 dios pra mi.

El Perro Callejero se enjugó las lágrimas y se arrellanó en la butaca para ver un par de horas de Lengua Amarilla.

5. MOMENTO DE DUDA

El tercer mensaje (el último) de su topo, el enemigo de su enemigo, consistió en una comunicación, sin una sola huella dactilar, dirigida al ordenador portátil de Brendan. Aquel mismo día, horas antes, un proveedor de servicios igualmente anónimo difundió seis nuevas instantáneas de la princesa, una de las cuales mostraba -como sensacional particularidad- su asustado rostro oscurecido a medias por la sombra del intruso… El mensaje recibido por Brendan decía: «El 10 de febrero se presentará un ultimátum. Aconsejamos obedecerlo de inmediato. Insistan de nuevo en que todos los materiales acerca de la princesa son puro juego de luces y trucos. Sólo luces y trucos.» Con un nudo en el estómago, pero también con la cabeza maravillosamente clara, Brendan redactó un despectivo comunicado de prensa desde Ewelme. Luego tuvo la peor charla de su vida con el rey.

– Tenemos una sorpresa, señor -empezó-. El capitán Mate ha dimitido. Con efecto inmediato.

– Me alegra mucho oírlo, Bugger.

– Pero es un poco extraño, señor. Podríamos…

– Llevo años intentando despedirlo.

– ¿Señor?

– Sí, Bugger. Por su aspecto físico. Pero jamás he podido con él. En fin, despreocúpate de él ahora, y vamos a lo nuestro. Tienes ese resplandor especial en los ojos, Bugger… Sí, lo tienes. Yo diría que me estás preparando para algo horrible…

Enrique miró por la ventanilla del tren real pero no había nada que ver. Dirigirse al norte, al norte de Ewelme, con sus nieblas y espumas parduzcas, y en la peor época del año… El momento de duda, pensó. Tendré que volver a él, que revivirlo. El momento de duda…

– Está bien, Amor. -Enrique aguardó unos momentos, y luego dijo, dirigiéndose a Victoria-: ¿Tú crees en la vida después de la muerte?

– Tratas de cambiar de tema, padre.

– No estoy cambiando de tema. Es prácticamente el único tema que hay. Contigo. Estos días, querida.

– Bueno, sí… Sí creo. ¿Y tú?

– … No.

– ¿Ves? Lo que tú tienes no es fe. Es mera costumbre.

– Fe… La fe es una fuerza. Se debilita a medida que envejeces. Como todas las fuerzas.

– Sí has cambiado de tema. Porque el tema es precisamente éste: distraer la atención de mi…, de mi embrollo en la Casita Amarilla…

– Fuera lo que fuese lo ocurrido allí.

– Sí, fuera lo que fuese. Y, para distraer la atención y ganarte las simpatías de los medios de comunicación y de millones de personas -dijo-, vamos a Escocia a matar a mamá.

– No… digas… tonterías, querida.

Al cabo de un rato, siguió:

– Bugger… Brendan, mejor dicho, me contó que le habías dicho que había algo que yo podía hacer. Interpretó que querías decir que había alguna cosa que yo podía hacer para arreglar las cosas.

– Puedo decirte una que no haría. Asesinar a mamá. Y no puedo ayudarte. Tendrás que arreglártelas tú por tu cuenta.