EL CÁNTARO ROTO
La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y
llama nace bajo la frente del que sueña:
soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros
como granadas,
tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una
explanada calcinada,
bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y
ondas, diálogo de transparencias,
¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una
garganta de azabache,
caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la
noche, plumas, surtidores,
plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión
de lo blanco,
pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña!
Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi cómo la noche se
cubría de estrellas.
¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo,
respirando, racimos de piedras vivas,
cuánta fuente, qué claridades, qué cabelleras sobre una
espalda obscura,
cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de agua junto al
fuego, de luz contra la sombra!
Harpas, jardines de harpas.