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Alex observó al hombre, que tenía los ojos cerrados y temblaba como un niño asustado.

– Ahora veo algo, alguien grita. ¿Harry? No, no es Harry, suena así pero no es Harry. Puedo sentir una terrible furia, una violencia terrible; alguien grita: «¡Camión! ¡Camión!» Se produce una explosión, alguien vuelve a gritar «¡Harry!». Esa Harry parece ser muy importante.

Alex lo vio transfigurado, el sudor corriendo por su rostro, pálido como una hoja de papel.

– Ahora todo se aclara un poco; de nuevo veo a una persona joven, un muchacho, está tratando de decirme su nombre. No lo oigo con claridad, no, no está claro en absoluto. ¿Puede ser David? No, no, Adrián, podría ser Adrián. -De pronto el médium se conmovió violentamente, como si una corriente eléctrica hubiera atravesado su cuerpo-. Algo va mal, hay algo que no marcha, algo muy preocupante y molesto; hay mucho odio, rabia, demasiado odio. Fabián… ¿podría ser Fabián? -Continuaba hablando sin abrir los ojos-. Sí, sí, ahora me está diciendo algo, ahora todo está claro, muy claro, increíblemente claro.

Alex sintió que el gato respiraba suavemente bajo su mano. Miró las rosas, al médium, y vio que temblaba de modo extraño, como si realmente no estuviera sentado en aquella silla, sino suspendido en el aire, varios centímetros por encima de ella.

De repente el médium se la quedó mirando y gritó con toda la fuerza de su voz:

– ¡DIOS MÍO, AHORA ESTÁ TODO MUY CLARO! -Sus manos temblaban, como si el reloj de Alex que sostenía en ellas fuera algo diabólico y perverso-. Ahora veo a alguien más, alguien que trata de interferir; una chica… Quiere decirme algo, pero es algo que apenas tiene sentido… me dice que su nombre es Harry… Hay una fuerte interferencia… Fabián es quien la causa… Es como un juego, una competición, como si Fabián tratara de divertirse. Ése es el problema, en ello radica la dificultad, todo es aún muy reciente, de momento todo es como un juego. Ahora ella vuelve de nuevo, con mayor claridad; no, Fabián aparece de nuevo… Es como si tratara… Sí, como si tratara de detenerla, de impedir que hable… celos, si, eso es… ¡Oh, ahora todo vuelve a oscurecerse de nuevo!

Alex vio cómo Ford se relajaba, se echaba hacia atrás en su silla y se volvía a ella.

– Tan confuso como a veces son nuestras líneas telefónicas.

Lo miró intrigada, sin comprender por un momento que se trataba de un mal chiste.

– Extraordinario, verdaderamente extraordinario; nunca he vivido algo semejante, nunca. -Se inclinó hacia ella-. Esto es algo realmente increíble.

De modo mecánico, Alex acarició el lomo y el cuello del gato y oyó cómo ronroneaba complacido.

– ¿En qué sentido?

– Extraordinario. ¿Tiene sentido lo que le he dicho?

– Me siento muy confusa.

– Yo también lo estoy. -Sonrió Ford.

– ¿Qué quiere decir?

– ¿Tiene usted mucha experiencia en este campo, señora…? Lo siento, no puedo recordar su nombre.

– Hig… -se corrigió en seguida-. Johnson.

– ¡Ah, sí!

– ¿Qué quiere usted decir?

– Experiencia en el mundo de los espíritus.

– No.

– Su hijo se manifestó con mucha claridad. Tengo razón, ¿no? Usted quería entrar en contacto con su hijo, ¿verdad? ¿Se llama Fabián o Adrián?

Así que Ford sabía quién era ella; de un modo u otro lo había descubierto.

– Ha sabido hacer bien sus averiguaciones -respondió Alex con frialdad-. Fue muy a fondo, pero ha cometido un error, sólo un error, pero muy importante.

Intrigado, el médium alzó una de sus cejas.

– Mi hijo no fue muerto por un camión, sino por otro turismo.

– Yo no estaba allí, señora Johnson; únicamente sé lo que él me ha dicho.

– O lo que usted mismo ha leído.

El hombre sacó su pañuelo y se sonó la nariz.

– ¿Leído?

– Los periódicos informaron del choque, señor Ford -dijo ella-. No sé cuántos diarios lo publicaron, pero el suceso apareció en las páginas del Daily Mail, que por equivocación informó de que el coche de mi hijo chocó con un camión. Esta mañana al llegar he visto que el Daily Mail estaba sobre su mesa.

Esperó una explosión de furia en su interlocutor, pero no se produjo. En vez de ello el hombre pareció sentirse muy ofendido y movió la cabeza pensativamente.

– Lo siento -contestó con calma-, es obvio que tiene una pobre opinión de la integridad de los médiums.

La sinceridad de su voz la hizo vacilar y se dio cuenta de que se ruborizaba. Miró su cabello cuidadosamente peinado, su camisa de un blanco inmaculado, la corbata gris y el pañuelo a juego que salía del bolsillo del pecho de su traje gris. Vio también sus diminutas manos rosadas y bien manicuradas y el enorme anillo, tan ordinario. Se volvió para mirar su rostro, suave, apaciguador. Podría haber sido un buen agente de seguros.

– Yo no hago averiguaciones, señora Johnson. No leo las esquelas mortuorias y no repaso los periódicos en busca de accidentes de automóvil que pueda relacionar con mis clientes. Tampoco me dedico a revisar los informes escolares de mis clientes en busca de hechos que éstos olvidaron hace ya mucho tiempo y con los cuales podría impresionarlos. -Sonrió-. Y en todo caso, con la cantidad de gente que aparece por aquí, dándome un nombre que no es el suyo, ¿cómo podría conseguir alguna información consistente?

Alex apartó los ojos bajo su mirada, con un sentimiento de culpabilidad, y oyó cómo la voz continuaba con su mismo tono amable:

– Tampoco soy de los que siempre dan buenas noticias a los deudos; me limito a relatarles lo que oigo. Ése es el don con el que estoy dotado. -Levantó las cejas como pidiendo excusas-. Tenemos un falso concepto sobre los que se fueron. Creemos que porque están en otro plano han ganado en honestidad, en integridad. -Movió la cabeza-. Pero hace falta más de una vida y de una muerte para llegar a ser íntegro… y la integridad es sólo una de las muchas cosas que debemos aprender en nuestros pasos por esta vida y por la próxima. Los espíritus pueden mentir y frecuentemente lo hacen; y también pueden equivocarse, ver las cosas como no son. Como puede comprender, es fácil de suponer que una persona no cambia, no mejora instantáneamente por el simple hecho de pasar al plano siguiente. Si se tiene una mala memoria en esta vida, uno no se convierte de repente en un memorión al pasar a la otra.

Alex vio su sonrisa forzada y de excusa y no quiso herirlo.

– Mi hijo tenía muy buena memoria.

– Los accidentes ocurren con mucha rapidez. Pueden resultar muy confusos; todo ocurre de modo precipitado y la confusión es grande. Esa es la razón por la cual no me gusta comunicarme con los que se fueron recientemente. Prefiero esperar al menos tres meses. Y esto ocurrió hace sólo unas pocas semanas, ¿no es así?

Alex afirmó con la cabeza.

– Normalmente no suelo tener consciencia de muchas de las cosas que digo cuando estoy en trance y, al final, apenas si puedo recordar algo; pero en este caso ha sido diferente. Nunca en toda mi vida he sabido algo de modo tan vivido. Por favor, no sea cínica; debemos continuar.

– También se ha equivocado en otra cosa -dijo Alex.

Él sonrió.

– ¿Puedo saber en qué?

– Estuvo hablando de alguien llamado Harry… Dijo usted que había algo raro, que creía percibir a una chica llamada Harry.

– ¿Sí…?

– ¿Podría ser Carrie?