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¿Seducción?

– Esto es muy embarazoso -gimió ella.

– No, no -dijo él, esperando que se le ocurriera algo profundo que decir. No se le ocurrió.

– ¿Qué voy a hacer ahora? Solo me queda una semana para…, ay -se tapó los ojos un momento y luego miró hacia el techo. Después, cruzó los brazos sobre el pecho y golpeó el suelo con la puntera de sus relucientes zapatos de tacón-. ¿Cómo he podido ser tan estúpida?

– No digas eso -se acercó y le puso las manos sobre los hombros-. Eres una de las personas más listas que conozco.

– Puede que en los negocios, pero no en el romance -lo miró con un mohín en los labios.

Sin duda ella tenía seducción y romance en mente. ¿Por qué? En los años que conocía a Kelly, Brandon nunca la había oído mencionar intereses románticos. Pero, de repente, cambiaba de aspecto para atraer a un tipo. ¿A quién pensaba seducir? ¿Lo conocía él? ¿Era lo bastante bueno para ella? Brandon formuló cuidadosamente su pregunta.

– ¿A quién intentas seducir?

– A Roger. Mi antiguo novio -arrugó la frente y se examinó las uñas-. Tendría que haber sabido que no funcionaría.

Brandon se preguntó quién diablos era Roger. La parte de él que debería haber sentido alivio al oír que él no era su objetivo, sintió una sorprendente desilusión. Aunque nunca permitiría que hubiera nada entre ellos, le irritaba el asunto.

– ¿Quién es Roger? -preguntó en voz alta.

– Acabo de decirte que es mi exnovio. Roger Hempstead -volvió a su silla-. Rompimos hace unos años y no he vuelto a verlo.

– ¿Hace cuánto rompisteis?

– Hace casi cinco años.

– Ese es más o menos el tiempo que llevas aquí trabajando -dijo él, tras un rápido cálculo.

– Sí -apoyó un codo en el brazo de la silla y lo miró con coraje-. Después de la ruptura, no podía soportar vivir en la misma pequeña ciudad, con gente pendiente de mis palabras y movimientos. Decidí trasladarme lo más lejos posible, así que busqué trabajo en California y encontré este.

– Me alegro. Pero sería una ruptura terrible.

– No fue agradable, pero lo he superado.

– ¿Seguro?

– Sí -asintió con firmeza-. Pero el mes pasado me enteré de que la empresa de Roger ha reservado el Mansión para su reunión anual. Estará aquí la semana que viene -inspiró profundamente y exhaló-. Y quería sorprenderlo.

– Ah, entiendo -apoyó la cadera en el escritorio-. Si te sirve de consuelo, puedo garantizarte que se quedará sin aliento.

– Lo dices por amabilidad -lo miró, escéptica.

– No soy tan amable. Créeme.

– Gracias -apretó los labios-. Pero no sé lo que hago. Se me dan bien el mundo de los negocios, pero el del romance me supera.

– Dime en qué puedo ayudarte.

– ¿En serio? -Kelly lo miró con interés.

– Claro -Brandon estaba dispuesto a casi todo para que las aguas volvieran a su cauce. Si Kelly se sentía segura, haría su trabajo y dejaría de preocuparse por ese payaso de Roger. Y cuando Roger se fuera, volvería a ser la Kelly con la que se sentía cómodo. Su universo volvería al orden.

– Sería fantástico -dijo ella con entusiasmo-. El consejo de alguien como tú me vendrían muy bien.

– ¿Alguien como yo?

– Es que os parecéis mucho. Tú y Roger, quiero decir. Sería una ayuda conocer tu perspectiva.

– ¿Qué quieres decir con que nos parecemos?

– Los dos sois fuertes y guapos, arrogantes y despiadados y, ya sabes, machos alfa típicos.

Era una descripción certera. Le gustaba lo de fuerte y guapo.

– No me extraña que Roger pensara que yo no era bastante para él -añadió Kelly.

– ¿Por qué dices eso?

– Él me lo dijo cuando rompió conmigo.

– ¿Bromeas?

– No -dijo ella-. Pero ya me viste antes de mi cambio de aspecto, Brandon. Sencilla, natural, sosa.

Él sintió un pinchazo de culpabilidad al comprender que había pensado eso mismo de ella. Pero le había parecido algo bueno. Se alegró de no haberlo dicho nunca en voz alta.

– Te hizo daño -apuntó él, estudiando su rostro.

– No, no. Me dijo la verdad y tendría que estarle agradecida por eso.

– ¿Agradecida? ¿Por qué?

– Porque me ayudó a ver las cosas con más claridad -Kelly apretó los labios.

– ¿Qué clase de cosas? -preguntó Brandon.

– Mis carencias. Por eso he decidido recuperarlo -dijo Kelly con una sonrisa resplandeciente.

– ¿Recuperarlo? -Brandon no entendía el porqué. Ni siquiera conocía a Roger y ya lo odiaba.

– Sí. Y eso explica el cambio de imagen -dijo. Después, consultó el reloj-. Dime, ¿quieres que pida el almuerzo al catering?

– Sí, muy bien. Tomaré el sándwich de ternera.

– Vale. Lo pediré.

– Kelly, si necesitas ayuda o consejo, pídemelo.

– ¿Lo dices en serio? ¿Seguro?

– No me habría ofrecido si no fuera así.

– Bueno, hay una cosita en la que podrías ayudarme, si no te importa -dijo ella, tras un breve debate interno-. Vuelvo enseguida.

Regresó veinte segundos después con una bolsa de una conocida y cara tienda de lencería. Tomó aire, sacó dos diminutas prendas transparentes y se las mostró, agitándolas ante sus ojos.

– ¿Qué prefieres? ¿Tanga negro o bragas rojas?

Capítulo 2

Él se atragantó con el café.

Kelly corrió a su lado y le palmeó la espalda.

– ¿Estás bien?

– Sí -consiguió decir él-. Estoy bien.

Estaría aún mejor cuando ella se apartara y dejara de clavarle los senos en el brazo. Era humano, su resistencia tenía un límite.

Aunque había sido atacado por algunos de los defensas más grandes de la historia del fútbol americano, ninguno había conseguido que se sintiera como en ese momento.

No le había bastado con cambiar las reglas del juego con su nuevo aspecto, encima le enseñaba sus braguitas. ¿No sabía que esos trocitos de seda quedarían impresos para siempre en su frágil psique masculina? Lo había condenado a pasar el milenio siguiente imaginándosela con ese tanga negro. No podía ser tan ingenua.

– No pretendía asustarte -dijo ella-. Pero te ofreciste a ayudarme.

– No me has asustado -dijo él, con voz ronca-. El café se fue por mal sitio. Dame… un minuto.

Ella volvió a su lado y guardó las prendas de seda y encaje en la bolsa.

– Irán muy bien -dijo él, con voz queda.

– ¿En serio? -sus ojos brillaron esperanzados.

– Créeme -asintió él-. Cualquier hombre normal agradecería verte con ellas.

– ¿De verdad? -sonrió-. Gracias, Brandon. Eh, perdona por habértelas enseñado así, sin avisar.

– No es problema.

– Para que esto funcione, necesito saber qué les parece sexy a los hombres -arrugó la frente-. Roger nunca pensó que yo lo fuera.

– ¿Roger tiene alguna discapacidad cognoscitiva o algo así? -preguntó Brandon.

Kelly se echó a reír.

– Gracias. Iré a pedir la comida.

– Buena idea -dijo él-. Y, ¿Kelly?

– ¿Sí? -preguntó ella desde la puerta.

– Mejor el tanga negro.

* * *

Horas después, Brandon colgó el teléfono tras mantener una videoconferencia de dos horas con sus hermanos y el abogado.

– Ese tipo nunca calla -dijo, moviendo la cabeza al pensar en la verborrea del abogado.

– He llegado a pensar que le pagas por palabra -Kelly flexionó los dedos. Había estado tomando notas durante la reunión, así que se levantó y estiró los brazos. El movimiento hizo que el tejido de punto se tensara sobre sus senos redondos y perfectos. Brandon tuvo que desviar la mirada para controlar un nuevo principio de erección.

– Voy a por café -dijo ella-. ¿Quieres uno?

– No, gracias. ¿Tendrás tiempo de redactar tus notas y el análisis esta tarde?