Выбрать главу

No, Kelly era más del tipo vecina de al lado, la que encontraría un buen hombre y se casaría. Para Brandon, eso era como si llevara una banderola con la inscripción «No tocar». Lo más sensato sería obedecer esa advertencia invisible.

En su infancia, antes de que Sally Duke lo adoptara, había visto todas las formas en que la gente podía hacerse daño en nombre del amor y el matrimonio, y no iba a seguir ese camino. Con eso en mente, había decidido no volver a tocar a Kelly.

Sin embargo, la había visto muy meditabunda e insegura esa tarde. Acostumbrado a verla siempre segura al cien por cien de sí misma y de sus capacidades, el cambio lo preocupaba. Y encima estaba ese beso, en el que se negaba a pensar.

Entonces, ¿qué hacía en su puerta con una botella de vino en la mano?

– Tenemos que hablar -repitió. Había utilizado la misma frase también en la oficina. Esa vez le sonó aún más vana, aunque fuera verdad. Ella se hizo a un lado y él entró-. Espero no estar interrumpiendo tu cena.

– No, he acabado -dijo ella.

– ¿Tomarás un vaso si la abro? -le enseñó la botella de vino.

– Claro -miró la botella y luego a él-. Buscaré un sacacorchos.

Mientras rebuscaba en un cajón de la cocina, él notó que estaba nerviosa. Con razón. No todos los días una mujer besaba a su jefe. Ni todas las noches su jefe aparecía en la puerta con una botella de vino. Esperaba que no llegara a conclusiones erróneas. Él solo pretendía aclarar la situación para que su relación profesional volviera a ser tan buena como antes del beso. No tardaría en explicarse, pero tenía que admitir que una copa de vino les ayudaría a relajarse.

– Aquí tienes -dijo ella dándole el sacacorchos.

– ¿Copas?

– Ah -tragó saliva, nerviosa-. De acuerdo.

Mientras descorchaba la botella, estudió a su ayudante, preguntándose cómo había pensado que podría relajarse en su habitación de hotel.

Llevaba pantalones cortos y camiseta, un conjunto que cualquiera consideraría apropiado para pasar una cálida noche en su habitación. Pero cuando estiró los brazos para agarrar las copas del segundo estante del armario, la camiseta se subió y dejó a la vista su estómago firme y bronceado.

– Aquí tienes -dijo. Puso las copas en la encimera.

– Gracias -Brandon soltó el aire que había estado conteniendo sin saberlo. Se tomó su tiempo sirviendo las copas y le dio una-. Kelly, yo…

– Mira, Brandon… -habló a la vez que él.

– Disculpa. ¿Qué ibas a decir?

– No, tú primero -se apresuró a decir.

– Vale. He pensado…

– Vale, empezaré yo -Kelly miró al techo como si estuviera buscando ayuda de los cielos.

Brandon observó su pecho subir y bajar con la respiración. Estaba tensa, sin duda. Ella tomó un trago de vino, dio unos pasos por la diminuta cocina y luego lo miró con expresión arrepentida.

– Quiero pedirte perdón por mi comportamiento de hoy. No sé qué me ocurrió. Me he estado volviendo loca desde que supe que Roger venía y creo que… perdí la cabeza. Estoy avergonzada. Espero que aceptes mis disculpas, nunca volverá a ocurrir -cuando concluyó parecía agotada por el esfuerzo. Él sintió pena de ella.

– ¿Por qué no nos sentamos? -la condujo al estrecho sofá de la zona de estar de la minisuite y se sentaron. Aunque debería sentirse aliviado, a Brandon no había acabado de gustarle la disculpa-. Dime, ¿qué es lo que no volverá a ocurrir nunca?

Ella abrió la boca y volvió a cerrarla. Dejó la copa de vino sobe la mesa y lo miró ceñuda.

– Sabes a qué me refiero.

– Dímelo.

– Bien -soltó el aire y Brandon volvió a quedar hipnotizado por el movimiento de sus senos-. Te arrinconé -agitó los brazos y gruñó con disgusto-. Casi me lancé sobre ti. Metafóricamente hablando, claro -lo miró de reojo.

– Claro -aceptó él con cautela.

– No te dejé más opción que besarme, Brandon. Fue horrible por mi parte -agarró la copa-. No me malinterpretes, agradezco lo que hiciste. Fue maravilloso, la verdad, y me ayudó a confirmar algunas cosas que me tenían confundida. Pero no debí pedírtelo y lo siento. Me aproveché de ti.

– ¿Eso hiciste? -contuvo una sonrisa. ¿En serio creía que una mujer podía aprovecharse de él?

– Sí -puso los dedos sobre los párpados, como si tuviera dolor de cabeza-. Prácticamente te supliqué que me besaras.

– Bueno, no suplicaste -Brandon sonrió. Estaba empezando a disfrutar-. Pero sigue.

– Lo entenderé si no puedes perdonarme, pero espero que lo hagas. Solo puedo prometerte que no volverá a ocurrir nunca.

– ¿Nunca?

– Nunca, lo juro. De hecho, si pudieras borrar la escena de tu mente, mejor que mejor.

– Estás pidiéndome que olvide lo ocurrido.

– ¡Exacto! Te lo agradecería mucho. Sabes que nunca he sido una empleada problemática, así que si olvidas este día, te prometo que no se repetirá.

– Siempre has sido buena empleada -se frotó la mandíbula, pensativo.

– Eso creo. Lo de hoy ha sido una aberración momentánea -lo miró con alivio-. Podemos achacárselo a locura postvacacional, o algo.

– O algo -murmuró él.

– Has sido muy comprensivo. Gracias -le dijo, sonriente. Tomó un sorbo de vino-. Me alegro de haber hablado. Me siento mucho mejor.

– Para eso estoy aquí.

– Temía que hubieras venido a despedirme.

– Nunca te despediría por lo ocurrido. He venido a hablar contigo y a asegurarte que todo iba bien. Sabía que serías muy dura contigo misma.

– Bueno, lo cierto es que me comporté de forma inapropiada y me arrepiento de ello.

– Ya, lo he entendido -era justo lo que él había esperado oírle decir, pero algo seguía irritándolo-. Me preocupa una cosa, Kelly.

– ¿El qué?

– ¿Por qué diablos quieres recuperar a ese payaso de Roger?

– Es algo que debo hacer. Y lo haré. Pero no lo pienses ni un segundo más, Brandon. No debería haberte involucrado en mis asuntos personales.

– Kelly, deja de disculparte. Yo insistí en que me dijeras qué te preocupaba. Si quieres saber la verdad, me alegro de que me lo contaras.

– ¿Te alegras? ¿Por qué?

– Porque demuestra tu confianza, y te lo agradezco. Eres muy importante para mí.

– Gracias, Brandon -sus ojos se agrandaron-. Significa mucho para mí oírte decir eso.

– Supongo que no lo digo lo bastante a menudo -frunció el ceño-. Por eso me molesta que quieras recuperar a ese tipo. Te hizo daño.

– Pero no volverá a hacérmelo nunca.

– Me alegra oírlo -dijo Brandon, pero no lo creía. Kelly era demasiado ingenua para entender cómo funcionaban los tipos como Roger. Temía que el hombre supiera exactamente cómo volver a herirla. Tomó un sorbo de vino, considerando su siguiente paso-. ¿Cuándo llega Roger?

– El lunes que viene.

– Entonces, estará aquí durante la semana de inauguración -Brandon hizo una mueca. De alguna manera, la idea de ver a Kelly intentando reconquistar al tipo durante una semana, lo ponía de mal humor. Para distraerse, estudió el color del vino-. ¿Quieres que hable con él?

– ¡No! -Se enderezó de un salto-. Gracias, pero no. ¿Serías capaz?

– Sí -aseveró él-. Si pensara que podía ayudarte, lo haría. Como es obvio que prefieres que no lo haga, me abstendré. Pero, te aviso, si el tipo da un paso en falso…

– No lo dará -levantó una mano para silenciarlo-. No se lo permitiré.

– Me alegro -Brandon volvió a fijar la mirada en el vino-. ¿Sigues planeando besarlo?

– Ejem… -Kelly se quedó muda.

– No pretendo entrometerme, Kelly, pero tenemos la agenda completa durante la semana de la inauguración y necesito toda tu atención. Si piensas andar besando al tipo o, ya sabes, liándote con él, podría ser un problema.

– Brandon, lo que haga con Roger no influirá en mi atención al trabajo.