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Desesperado, Satanás va al cielo a conversar con San Pedro.

– ¿Se acuerdan ustedes de ese sujeto que hizo la revolución rusa? -dijo Satanás.

– Lo recordamos muy bien -respondió San Pedro. -Comunista. Odiaba la religión.

– Es un buen hombre -insiste Satanás. -Aunque tenga sus pecados, no merece el infierno; ¡al final, trató de luchar por un mundo más justo! En mi opinión, él tendría que estar en el cielo.

San Pedro reflexionó unos momentos.

– Me parece que tiene usted razón -dijo finalmente. -Todos tenemos nuestros pecados, y yo mismo llegué a negar a Cristo tres veces. Mándelo para acá.

Loco de contento, Satanás vuelve a su casa, y envía a Lenin directamente al cielo. En seguida, con mano de hierro y alguna violencia, termina con los sindicatos de demonios, disuelve el comité de almas descontentas, prohíbe las asambleas y las manifestaciones de condenados.

El infierno vuelve a ser el famoso lugar de tormentos que siempre atemorizó a los hombres. Loco de alegría, Satanás se pone a imaginar lo que debe estar ocurriendo en el cielo.

"¡En cualquier momento aparece San Pedro golpeando la puerta, pidiendo que Lenin regrese!" -rió para sus adentros. "¡Ese comunista debe haber transformado el paraíso en un lugar insoportable!"