Pasa el primer mes, pasa un año entero, y ninguna noticia del cielo. Muerto de curiosidad, Satanás decide ir hasta allá para ver qué está sucediendo.
Encuentra a San Pedro en la puerta del paraíso.
– ¿Y cómo van las cosas por aquí? -pregunta.
– Muy bien -responde San Pedro.
– ¿Pero está todo en orden?
– ¡Claro! ¿Por qué no habría de estarlo?
"Este tipo debe estar fingiendo", piensa Satanás. "Va a querer mandarme a Lenin de vuelta".
– Escucha, San Pedro, ¿ese comunista que te mandé, se ha portado bien?
– ¡Muy bien!
– ¿No hubo anarquía?
– Por el contrario. Los ángeles son más libres que nunca, las almas hacen lo que les viene en gana, los santos pueden entrar y salir sin marcar horario.
– Y Dios, ¿no protesta por este exceso de libertad?
San Pedro mira, con un poco de lástima, al pobre diablo que tiene delante.
– ¿Dios? Camarada, ¡Dios no existe!
CÓMO TEMPLAR EL ACERO
Lynell Waterman cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero -a pesar de toda su dedicación, nada parecía andar bien en su vida.