– De ningún modo -fue la respuesta. -Él lo hizo, él tendrá que pagar.
Al mismo tiempo, el Abate Sisois levantó los brazos al cielo y comenzó a rezar:
– Jesús mío, no precisamos más de Tí. Ya somos capaces de hacer que los agresores paguen sus ofensas. Ya somos capaces de tomar venganza por nuestra propia mano, y cuidar del Bien y del Mal. Por lo tanto, puedes apartarte de nosotros sin problema.
Avergonzado, el monje agredido perdonó de inmediato a su hermano.
DESPUÉS DE LA MUERTE
El emperador mandó llamar al maestro zen Gudo a su presencia.
– Gudo, oí decir que usted es un hombre que todo lo comprende -dijo el emperador. -Me gustaría saber qué le sucede al hombre iluminado y al pecador, después de la muerte.
– ¿Cómo puedo saberlo? -respondió Gudo.
– Pero, al final de cuentas, ¿no es usted un maestro iluminado?
– Sí, señor. ¡Pero no soy un maestro muerto!
LA REFORMA DE LA CASA
Un conocido mío, a causa de su incapacidad para combinar el sueño con la realización, terminó con serios problemas financieros. Peor aún: involucró a otras personas, perjudicando gente a quien no deseaba herir.
Al no poder pagar las deudas que se iban acumulando, llegó a pensar en el suicidio. Caminaba por una calle, cierta tarde, cuando vio una casa en ruinas. "Esa propiedad es como yo", pensó. En ese momento, sintió un inmenso deseo de reconstruir aquella casa.