– No -dije yo. -Es una historia muy íntima. Sólo hablaría de ella si recibiera una señal.
Y pensé para mí mismo: "¿Y cuál podría ser la tal señal? ¡Si por lo menos alguien hablara en nombre de ella!"
Al día siguiente, tomé el auto, las flores, y fui a Baependi. Me detuve a cierta distancia de la iglesia, recordando al ejecutivo de la casa discográfica que había estado allí tanto tiempo atrás, y las muchas cosas que me habían hecho retornar. Cuando estaba por entrar en la casa, una mujer joven salió de una tienda de ropa:
– Ví que su libro "Maktub" está dedicado a Nhá Chica -dijo ella. -Estoy segura que ella se alegró por eso.
Y no me pidió nada. Pero esa era la señal que estaba esperando. Y éste es el testimonio público que debía rendir.
EL GRECO Y LA LUZ
En una agradable tarde de primavera, un amigo fue a visitar al pintor El Greco. Para su sorpresa, lo encontró en su atelier, con todas las cortinas cerradas.
El Greco trabajaba en un cuadro que tenía como tema principal a la Virgen María, y usaba apenas una vela para iluminar el ambiente. Sorprendido, el amigo le comentó:
– Siempre oí decir que a los pintores les gusta el sol para elegir correctamente los colores que van a usar. ¿Por qué no abres las cortinas?
– Ahora no -respondió El Greco. -Perturbaría la llama brillante de inspiración que me está incendiando el alma, y que llena de luz todo a mi alrededor.