El sonido de la plegaria era el mismo. En aquella playa, aquella tarde, Thich Nhat Hanh cuenta que encontró una armonía y una serenidad que muy pocas veces había experimentado.
LA VIRTUD QUE OFENDE
El abate Pastor paseaba con un monje de Sceta, cuando los invitaron a comer. El dueño de casa, honrado por la presencia de los padres, mandó servir lo mejor que tenía.
Sin embargo, el monje estaba en época de ayuno; cuando la comida llegó, tomó un guisante y lo masticó lentamente. Y no comió nada más.
A la salida, el abate Pastor conversó con éclass="underline"
– Hermano, cuando estés visitando a alguien, no transformes tu santidad en una ofensa. La próxima vez que estés ayunando, no aceptes invitaciones a comer.
El monje entendió lo que el abate Pastor le decía. A partir de ese día, cada vez que estaba con otras personas se comportaba como ellas.
EL CAMINO DE ROMA
Cuando me encontraba haciendo el camino de Roma, uno de los cuatro caminos sagrados de mi tradición mágica, me dí cuenta -después de casi veinte días de estar prácticamente solo-que estaba mucho peor que cuando lo había iniciado. Con la soledad, empecé a tener sentimientos mezquinos, amargos, innobles.
Busqué a la guía del camino, y le comenté este hecho. Dije que, cuando comencé esa peregrinación, creía que iba a poder acercarme a Dios: sin embargo, después de tres semanas, me sentía mucho peor.