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– Maddy, soy yo -se quejó él, cuando vio Tyr a medio formar entre los dedos de la joven.

Ella deshizo la runa a desgana.

– No me apetece hablar, Loki -repuso.

– No puedo culparte por eso -suspiró él-. Odín debería haberte dicho la verdad, pero intenta verlo desde su punto de vista…

– ¿Te ha enviado para eso? ¿Para que defiendas su postura?

– Bueno, pues claro que sí -replicó él-. ¿Y qué pasa?

Maddy no pudo evitar sentirse algo desarmada ante esa muestra de inesperada franqueza. Sonrió y entonces recordó su encanto legendario.

– Olvídalo -dijo-, tú eres tan malo como él.

– ¿Por qué? ¿Qué es lo que hecho yo ahora?

Maddy le devolvió un resoplido desdeñoso.

– Todo el mundo sabía lo que pasaba menos yo -le espetó-. ¿Qué ocurre?, ¿es que soy una niña? Me pone mala. Y él también. Me enferma que me trate como si yo no importara. Pensé que yo le gustaba. -Bufó de nuevo, más violentamente que antes, y se limpió la nariz con la manga de su blusa-. Creí que era mi amigo -finalizó. Loki le dedicó su sonrisa torcida-. Así que ¿qué es lo que quiere? ¿Una guerra con el Orden? ¿Para eso es para lo que necesita al Susurrante?

Loki se encogió de hombros.

– Eso no me sorprendería nada.

– ¡Pero no tiene ninguna oportunidad contra ellos! -exclamó ella-. Incluso con los vanir de nuestra parte, seríamos diez de nosotros contra todo el Orden, y de todas formas -prosiguió bajando de manera elocuente la voz-, el Susurrante prácticamente me profetizó la derrota de Odín.

Los ojos de Loki se dilataron.

– ¿Quieres decir que hizo una profecía? ¿Hizo una profecía y a ti no se te ocurrió contarle a nadie lo que había dicho?

– Bueno, no tenía mucho sentido -repuso Maddy con torpeza-. Ni siquiera me di cuenta de que en realidad era una profecía. Se pasaba el tiempo diciendo cosas como «hablo cuando es mi deber, y no puedo callar».

– Dioses -dijo Loki, disgustado-. Eso era una profecía. Destinada a ti. Después de todos los años que me he pasado intentando persuadirle de que dijese algo, lo que fuera… -Se inclinó hacia delante con avidez-. ¿Me mencionó en algún momento?

– Quería que yo te matara. Dijo que tú nunca servías para nada más que para provocar problemas.

– Ah. Eso tiene sentido. ¿Qué más dijo?

– Algo acerca de una guerra terrible. Miles de muertos a consecuencia de una simple palabra. Algo respecto a despertar a los Durmientes, un traidor… y un General, un General que permanecía solo…

– ¿Y cuándo planeabas decirle todo esto?

Maddy se quedó en silencio.

– ¿Y bien?

– No lo sé.

El as empezó a reírse por lo bajinis, pero Maddy apenas le prestaba atención. Con la boca seca, rememoraba las palabras del Susurrante y luchaba para recordar las frases exactas. Ahora le parecía que le sonaban en verso, un lenguaje profético con una rima sombría.

Veo un ejército listo para la batalla.

Un general solo a su frente veo.

Veo un traidor en la puerta.

Un sacrificio también veo.

Tras las murallas del Hel los muertos se levantarán,

el Innombrable se alzará y los Nueve Mundos se perderán,

a menos que los Siete Durmientes alguien despierte

y alionante del Averno alguien libere…

– Se está cumpliendo -concluyó ella al final-. Los Durmientes están despiertos, el Orden está en camino. Asegura que se perderán los Nueve Mundos… -Maddy tragó saliva, sintiéndose mal-.Y no puedo evitar pensar que todo es por mi culpa. Fui yo quien despertó a los Durmientes y recuperó al Susurrante. Ojalá lo hubiera dejado en la chimenea. -Perdió el aliento y frunció el ceño-. Pero ¿qué es eso de un general que está solo al frente? ¿Por qué no estamos nosotros con él? -Una vez más, Maddy comenzó a pasearse arriba y abajo en el salón oscuro-. ¡Esto no era lo que yo quería! -gritó.

– Te lo creas o no -replicó Loki con amargura-, tampoco yo estoy encantado de estar aquí, pero no tengo otra posibilidad, ya que sin Odín, prácticamente estoy acabado y la verdad, no me llena de entusiasmo el hecho de que a pesar de todo tenga grandes oportunidades de terminar muerto.

– Entonces, dime -le urgió Maddy-, cuéntame la verdad. ¿Quién soy yo realmente? ¿Y por qué estoy aquí?

Loki la observó mientras una sonrisita le cruzaba los labios llenos de cicatrices.

– ¿La verdad? -inquirió.

– Sí. Entera.

– Al General no le va a gustar -le contestó.

«Aunque ésa es la mejor razón para contárselo, claro», pensó y allí, en lo hondo de sus entrañas, Loki sonrió abiertamente.

Capítulo 3

– Así que dime, ¿quién soy? -preguntó Maddy-. ¿Y cuál es mi papel en todo esto?

Loki se sirvió vino.

– Tu nombre es Modi -comenzó-, y el Oráculo predijo tu nacimiento mucho antes del Ragnarók, aunque no se mostró muy preciso en cuanto al género, pero una cosa sí que fue cierta: Modi y su hermano Magni iban a ser los primeros niños de la Era Nueva; nacisteis para reconstruir Ásgard y para vencer a los enemigos de los dioses. Ese es el motivo por el cual llevas esa runa en la mano, Aesk, el Fresno, el símbolo del renacer y de todos los mundos.

Maddy bajó la mirada hasta su mano, donde Aesk brillaba de color rojo sangre en la palma.

– ¿Tengo un hermano? -consiguió preguntar al final.

– O quizás una hermana, ¿quién sabe? Y si es que ha nacido ya. Como te he dicho antes, el Oráculo no es muy preciso que digamos.

– ¿Y… mis padres? ¿Quiénes son?

– Tor, el Herrero del Trueno, y Jarnsaxa, que no era exactamente su esposa, sino una mujer guerrera procedente del otro lado de las montañas. Así que ya ves, hermanita, tienes sangre de demonios, al menos por parte de tu madre.

Pero Maddy aún estaba procesando la nueva información. Degustó los nombres en la lengua: Modi, Magni, Tor, Jarnsaxa, como si fuera algún tipo de plato exótico, de fábula.

– Pero si ellos son mis padres…

– ¿Cómo fue que naciste de una pareja de pueblerinos del valle? -Loki sonrió, disfrutando del momento-. Bueno, recuerda cuando eras pequeña, ¿acaso no te decían siempre que no soñaras, que los sueños eran peligrosos y que si lo hacías, los perversos y horribles videntes vendrían desde el Caos a robarte el alma?

Maddy asintió.

– Bien -repuso Loki-, pues resulta que casi tenían razón.

Maddy escuchó en silencio mientras Loki contaba su historia.

– Empecemos por el lado bueno -dijo él mientras se servía un poco más de vino-. Empecemos con el final del todo, con el Ragnarók, la maldición de los dioses. La caída tanto de los æsir como de los vanír, el triunfo del Caos y toda esa historia. Desde luego, un tiempo muy incómodo para este tu seguro servidor que aquí se encuentra contigo, que fue asesinado, y lo peor es que fue por ese pomposo hacedor de buenas obras de Héimdal, de entre todos…

– Para un poco -intervino Maddy-. Eso ya me lo has contado antes. ¿Realmente te mataron en el Ragnarók?

– Bueno -dijo Loki-, no es tan simple. Es cierto que uno de mis aspectos cayó allí, pero la Muerte es sólo uno de los Nueve Mundos. Algunos de los æsir encontraron refugio allí, donde incluso Surt carece de poder. Sin embargo, algunos de nosotros no gozamos de tanta suerte y nos arrojaron al Averno, lugar que tu pueblo conoce como la Condenación…