– ¿Cómo es la Fortaleza Negra?
La expresión de Loki se oscureció un tanto antes de proseguir su relato.
– Nada te prepara para el Averno, Maddy. Está más allá de cualquier cosa que yo haya conocido antes. Había visto el interior de mazmorras con anterioridad y hasta entonces había pensado que una prisión sencillamente era un lugar rodeado de paredes, ladrillos y guardias, es decir, esas cosas familiares, que son iguales en todo el mundo.
»Pero es el Desorden lo que manda en el Averno. Está demasiado cerca del Caos, donde casi cualquier cosa es posible: las reglas de la gravedad, la perspectiva, el sentido y la sustancia se tuercen y modifican; los días y las horas no tienen significado y la línea entre la realidad y la imaginación se borra por completo. ¿Que cómo es? Es como si te ahogaras, Maddy, como si te ahogaras en un océano de sueños perdidos.
– Pero tú saliste.
Él asintió misteriosamente.
– ¿Cómo? -inquirió ella.
– Hice un trato con un demonio.
– ¿Qué trato?
– El habitual -comentó el Embaucador-. Favor por favor. Como yo había traicionado a ambos bandos, decidieron convertirme en un ejemplo. Me encerraron en una celda sin puertas ni ventanas, ni arriba ni abajo. Nada podía acercárseme o al menos eso fue lo que ellos pensaron, pero el demonio me ofreció un medio para escapar.
– ¿Cómo? -preguntó Maddy.
– Hay un río -continuó- en el lado más lejano del Hel. El río Sueño descarga en el Averno acorazado y a galope tendido, revolviendo toda la materia prima de los desechos mentales de los Nueve Mundos. Tocar esa agua lleva a la muerte o a la locura y fue a través del Sueño como pude escapar. -Loki hizo una pausa para refrescarse-. Casi perdí la cabeza en la lucha, pero al final encontré mi camino hacia la mente de un niño, un hijo del pueblo de Las Caballerizas.
»He hecho lo que he podido con este aspecto -comentó mientras se señalaba a sí mismo con cierto malestar-, pero francamente, la verdad es que antes tenía uno mucho mejor. Aun así, es una mejora si pensamos en el Averno, y es la razón por la que he adoptado un perfil tan bajo en los últimos siglos. No es buena idea que Lord Surt empiece a buscar a los viejos amigos, ¿no te parece?
Pero los pensamientos de la nieta de Odín corrían raudos como nubes de invierno.
– Así que el Tuerto y tú escapasteis a través del Sueño. ¿No significa eso que también otros podrían haberlo hecho?
El as se encogió de hombros.
– Quizá -convino-, pero es peligroso.
Maddy le observó, con un relámpago súbito en la mirada.
– Pero no es de ahí de donde yo procedo, ¿a que no? Yo no pertenezco a la Era Antigua…
– No, tú eres posterior. Un brote nuevo del viejo árbol. -Loki le dedicó una sonrisa alegre-. Es un nuevo estilo de aspecto, sin propietario previo, justamente tal y como vaticinó el Oráculo. Es la gente como tú la que va a reconstruir Ásgard después de la guerra, mientras que Odín y yo terminaremos criando malvas. Estoy seguro de que me comprenderás si te digo que prefiero que eso ocurra más tarde que pronto, ¿no?
Ella asintió.
– Ya veo. Bueno, se me ha ocurrido una idea.
– ¿Cuál? -preguntó Loki.
Ella se le encaró, con los ojos brillantes.
– Vamos a coger al Susurrante. Ahora mismo, antes de que se despierte el Tuerto. Nos lo traemos otra vez a la colina del Caballo Rojo y luego lo devolvemos otra vez a la hoya. De ese modo, nadie lo tendrá y las aguas volverán a su cauce, a ser como antes.
Loki la observó con curiosidad.
– ¿Eso crees?
– Loki, debo intentarlo. No puedo quedarme quieta mientras el Tuerto se deja matar en alguna guerra estúpida que va a perder con toda seguridad. Está cansado, es temerario y aún vive en el pasado. Está tan obsesionado con el Susurrante que se ha creído que tiene alguna oportunidad. Y si él pierde, perdemos todos. El Oráculo profetizó la pérdida de los Nueve Mundos. Así que ya ves, si me ayudas a devolverlo…
Loki soltó una risita burlona.
– Una lógica impecable, como siempre, Maddy. -El as se volvió con un pesar aparente-. Lo lamento, pero no me siento implicado.
– Por favor, Loki, te salvé la vida.
– Y me gustaría conservarla si no tienes inconveniente. El General me desmembrará pieza por pieza…
– El Tuerto está dormido y estará así durante un montón de horas. Además, no dejaré que te haga daño.
Los ojos de Loki lanzaron un rayo de fuego verde.
– ¿Quieres decir que me brindarás tu protección? -preguntó.
– Claro que lo haré. Si me ayudas.
Loki pareció pensativo.
– ¿Lo juras? -inquirió de nuevo.
– Por el nombre de mi padre.
– Trato hecho -repuso, y se terminó el vino.
Era tanto el entusiasmo de Maddy, su emoción, y estaba tan impaciente por comenzar su búsqueda que casi estuvo a punto de no ver la mirada en los ojos del Embaucador, o la sonrisa que se formó lentamente en sus labios llenos de cicatrices.
Capítulo 4
En el Salón de los Durmientes se creó la confusión entre los vanir. Todos estaban completamente despiertos; y todos estaban allí, salvo Skadi. Idún había hablado con la Cazadora, y Freya no, pero ninguna de las dos era capaz de proporcionar una explicación satisfactoria acerca de lo ocurrido realmente.
– Dijiste que Loki se hallaba aquí -masculló Héimdal entre sus dientes dorados.
– Así es -replicó Idún-, y en muy mal estado.
– Se habría encontrado aún peor de haber estado yo aquí -aseguró Héimdal con un hilo de voz-. ¿Y en qué anda metido? ¿Y cómo es que Skadi le ha dejado con vida?
– ¿Y quién era la chica? -preguntó Freya, por tercera o cuarta vez-. Fíjate en lo que te digo, si no hubiera tenido tanto sueño y estado tan confusa, nunca le habría dejado mi vestido de plumas…
– Narices con tu traje -la atajó Héimdal-. Quiero saber qué tiene que ver Loki en todo esto.
– Bueno -intervino Idún-, creo que mencionó al Susurrante…
Cinco pares de ojos se fijaron en la diosa de la abundancia.
– ¿El Susurrante? -repitió Frey.
De modo que Idún le explicó lo que sabía acerca de la liberación del Susurrante, el aprisionamiento de Odín, la posible alianza de Loki con éste y los rumores sobre la Palabra, además de la chica misteriosa capaz de disolver el hielo y únicamente los dioses sabrían qué otros hechizos más pudiera tener en su poder…
– Yo digo que salgamos mientras aún podamos -consideró Frey-. Aquí estamos demasiado expuestos si un rival intenta tendernos una emboscada.
– Yo propongo esperar a Skadi -intervino Njord.
– Y yo que vayamos tras Loki -se opuso Héimdal.
– ¿Y qué pasa con el General? -inquirió Bragi.
– ¿Y con mi traje de plumas? -insistió Freya.
Idún no dijo nada en absoluto, sino que simplemente se puso a canturrear entre dientes…
…mientras dos figuras ocultas en las sombras del pasadizo que desembocaba en la caverna intercambiaban una mirada de entendimiento y se disponían a poner en práctica su plan.
El Embaucador contuvo el aliento tras lanzar Yr. Cuanto más lejos, mejor; Maddy y él habían llegado hasta los picos sin incidentes y sin alertar a los vanir de sus intenciones, que era todavía más importante.
En el Salón de los Durmientes se oía ya un rumor de voces y usando la runa Bjarkán pudo atisbar sus colores: dorado, verde y azul océano. Notó con satisfacción que la Cazadora no figuraba entre ellos. Perfecto.