– Ikúo, has dicho que desde que eres niño has venido pensando en el fin del mundo, ¿verdad? Y en realidad así será, creo yo también. Y pienso que aquel comportamiento tuyo de hace quince años ha tenido algo que ver con eso. Todo tal y como yo he dicho al contar mis impresiones.
"Pero, a todo esto, lo que me sorprende como algo incomprensible es que tú, siendo como eres, no te acuerdes bien -por lo visto- del incidente del Salto Mortal, que tuvo lugar hace diez años. Dado que yo me enteré en América leyendo los periódicos de allí, aquí en Japón tuvo que ser un gran tema de conversación para todo el mundo. De hecho, lo retransmitieron por televisión; y -según decía el New York Times-, el mismo hecho de que Patrón saliera hablando por los televisores tuvo que jugar un papel muy importante.
– Según la denominación de entonces, aquello se llamaba la Iglesia del Salvador y el Profeta, ¿no? -dijo Ikúo-. De ese incidente sé algo por los medios de comunicación. También hoy, mientras charlaba con la chica, he caído en la cuenta de que lo sabía.
– En ese caso, ¿cómo no has hecho "algún sondeo", como tú dices, tratando de acercarte a esa iglesia? ¿Sería tal vez porque antes de que sus líderes apostataran, la secta no era tan bien conocida?
– Para mí, al menos, no lo era. Pues cuando yo supe algo de la secta fue cuando sus líderes declararon públicamente que ellos no eran ni un salvador ni un profeta, y que lo que habían predicado hasta el momento eran disparates. Luego vi y leí los reportajes que los medios de comunicación les dedicaron, tratándolos de bufones; y no pude evitar menospreciarlos, considerándolos como "ese par de tíos". Ya que tenía interés por saber qué puede hacer la humanidad ante la perspectiva del fin del mundo, me sentí traicionado. Tal vez eso haya sido todo.
Kizu observó la expresión de Ikúo a través del espejo retrovisor. En el tono de voz de Ikúo había ciertamente una sombra de resentimiento.
– Y bueno, ¿qué me dices de ella? ¿Después de quince años sin veros…?
– Sigue siendo tal cual la recordaba, y ésa ha sido mi sorpresa -dijo Ikúo, volviendo a su expresión tranquila-. Y como también aprecié en el cuadro que usted hizo, sus ojos tras esos párpados son como una aguada de tinta china; y su boca siempre está entreabierta, como si ése fuera el modo correcto de respirar…, todo tal como yo lo recordaba. Así lo veo.
– Ja, ja, ja -rió Kizu-. Sin que se sepa por qué, es una persona de boca permanentemente abierta. Y los ojos de esa chica, cuando se fijan en su objetivo, se vuelven paradójicamente más oscuros -como pintor que era, confirmó las impresiones de Ikúo, a modo de continuación de un esbozo ya comenzado.
– Y, además, todo cuanto define a esa chica me sabe a algo que "se veía venir" como quien dice; pues es como si supiera que ella iba a evolucionar del modo que lo ha hecho, aunque en realidad no tuviera ni idea.
Kizu entendía muy bien las palabras de Ikúo. Pues lo de "se veía venir" también era una frase que resumía la especial impresión que a él le había hecho Ikúo al reencontrarlo, cuando Kizu se formuló así el descubrimiento: "Al fin he dado con éclass="underline" con el niño de aquel día".
– Se ha convertido en una mujer muy singular, ¿eh? Eso me pareció desde nuestra primera conversación por teléfono. Su manera de optar por un trabajo tan especial, su elección del modo de vida que lleva… Todo eso.
– ¿Creerá ella verdaderamente en las nuevas enseñanzas de aquel viejo líder que diera el Salto Mortal? ¿O pesará también para ella el motivo de su danza…, en estas circunstancias en que parece ser que el movimiento religioso igual se reinicia que no se reinicia…?
– ¿No vas a recoger el reto que te ha lanzado de que vayas a ver a ese Patrón? ¿Piensas ir?
– Aún no me lo he pensado -respondió Ikúo casi tartamudeando-. Ni siquiera conozco bien en qué consiste el Salto Mortal.
– Si quieres te doy una charlita sobre el significado del Salto Mortal, basándome en mis lecturas del New York Times.
"Aquí los telediarios transmitieron la noticia del cambio de orientación de los líderes tratándola como un escándalo. Por tal causa, tus recuerdos te sonarán a eso. Sin embargo, el corresponsal del New York Times se mostraba verdaderamente atraído por el tema. La secta había sido fundada por dos hombres de mediana edad. Uno de ellos venía construyendo la doctrina fundamental a partir de sus experiencias místicas. Esa base ideológica se la replanteaba muchas veces, tratando de depurarla lo más posible. El otro hacía el trabajo auxiliar de formular en palabras las experiencias místicas de su compañero, al tiempo que también dedicaba su actividad a atender a las necesidades concretas de la secta en la vida cotidiana.
"El corresponsal en cuestión había dedicado a su investigación y su labor informativa un año entero. Parece haber sido él quien, tras considerarse más familiarizado con las figuras de los líderes, les dio los nombres en inglés de "Patrón" y "Guide" -Patrón y Guiador, respectivamente-. Puede ser que llegara a publicar esos nombres pensando que las anteriores denominaciones de "Salvador" y "Profeta", empleadas como suenan, provocarían una reacción adversa entre los lectores norteamericanos. Después del Salto Mortal, se cuenta que los mismos líderes empezaron a adoptar los nuevos apelativos en su trato mutuo, pues parece que no los hacían muy felices las denominaciones anteriores.
"Cuando el corresponsal estaba dando por terminada su labor informativa, se dio de manos a boca con el incidente del Salto Mortal. Visto desde fuera, ¿qué actuación fue la suya?, podemos preguntarnos. Ocurrió que ellos dos, desde la jefatura del movimiento, entraron en trato con la policía y el Departamento de Seguridad Pública para poner en su conocimiento que una facción radical dentro de su secta tenía planes que atentaban contra la sociedad. Ésa era la cuestión.
"Era un movimiento a escala bastante menor que el Shinrikyoo de Oom, pero en su centro investigador de Izu, constituido en el punto focal de actividades de la facción radical, habían tomado como objetivo prioritario la ocupación de una planta nuclear. Entre el personal investigador había un doctor en Física Nuclear. Pretendían volar la planta con la misma energía nuclear, como una bomba atómica, y hacer alarde de ello, para forzar al pueblo japonés a creer en la doctrina de los líderes, o al menos para predicar la necesidad de arrepentimiento, de cara al fin del mundo. O, yendo aún más lejos, proyectaban volar de hecho dos o tres plantas nucleares, con el fin de dar una auténtica impresión de lo cercano que estaba el fin del mundo. Su plan de predicación sobre la necesidad de convertirse se apoyaba en dicha base. Ante todo, manipular la situación del país para llevarlo a una crisis… ¿No es ésta acaso la estrategia de los grupos políticos extremistas? Pero el objetivo concreto eran las plantas nucleares; y eso ya… Desde su origen mismo, se trata de unas enseñanzas apocalípticas.
"Desde el punto de vista de los líderes, la cuestión estribaba en que, siéndoles imposible reprimir ese brote interno de la secta que era la facción radical, no tenían más remedio que llevar el lacrimoso caso a la policía y a las autoridades. Previendo tal vez que se llegara a eso, la facción radical adoptó la táctica de dispersarse por todo el país. Nadie sabía cuándo esos comandos latentes iban a lanzarse a ocupar plantas nucleares. Los líderes de la secta se dirigieron entonces a los medios de comunicación para solicitar una conferencia de prensa. Especialmente manifestaron a las cadenas de televisión las medidas que pensaban tomar en prevención, y pidieron una cobertura completa sobre dicha información. Naturalmente, el apoyo de las autoridades estaría también de su parte.
"Entonces el primero de los líderes, el que ahora se llama Patrón, se puso ante las cámaras de televisión para transmitir en directo a todo el país la siguiente declaración: "Me dirijo a los miembros del grupo radical de la iglesia esparcidos por todo el país: abandonad vuestros planes para ocupar las centrales nucleares. Aquí no hay ni un salvador ni un profeta. Las doctrinas que hasta ahora hemos predicado son pura broma. Nosotros mismos vamos a apostatar de esa iglesia. Todo lo que en ella hemos venido haciendo y diciendo hasta ahora ha sido simplemente una mala pasada por nuestra parte. Una vez que hemos hecho pública confesión de ello, os pedimos que abandonéis inmediatamente vuestra fe.
"Quisiera que vosotros en especial, miembros de la facción radical, os dierais cuenta de que nuestra secta, al estar construida sobre simplezas, es como un castillo edificado sobre arena. Nosotros nos hemos entretenido interpretando los papeles respectivos de Salvador de la humanidad y de Profeta de los últimos días, prodigando palabras grandilocuentes y gestos solemnes. Gracias a eso nos lo hemos pasado en grande, y hace dos años nos vimos legalmente reconocidos como nueva religión; y a costa de aquel frívolo alboroto ocasionado por una broma nos llegaron abundantes fondos en metálico. Pero hasta aquí hemos llegado, y de aquí no pasamos. Todo lo anterior ha sido una farsa. Vedme aquí en mi imagen transmitida por televisión. ¿Cómo podéis pensar que este que veis vaya a ser el salvador de la humanidad? ¿Cómo este compañero de siniestro semblante que está aquí conmigo podría ser el profeta de los últimos días?"
"A raíz de esta declaración televisada al país entero, la noticia del incidente que se llamó "Somersault" -palabra que envuelve el significado de "salto atrás" y "salto mortal"-, por haber usado aquel corresponsal dicha palabra, conoció una amplia difusión. La palabra vino después traducida en viaje de vuelta a Japón desde la redacción de Nueva York, y por una temporada tuvo que estar de moda aquí también.
"A decir verdad, yo no sé hasta qué punto el incidente tuvo repercusiones en Japón. Ciertamente, a partir de entonces las cadenas privadas de televisión hicieron un seguimiento del tema en sus espacios de noticias tratándolo como una comedia burlesca. Pero he oído que la NHK (TV pública japonesa) dejó de referirse en adelante a tal asunto. Tú mismo, Ikúo, algo verías en televisión, con tus ojos infantiles de entonces. Yo me encontraba en América, y lo que más atrajo mi atención fue el artículo de seguimiento que aquel mismo corresponsal escribió en el aftermath del Salto Mortal, es decir: sobre sus secuelas inmediatas. "Los japoneses -según él escribía- tienen una aversión temperamental a los cambios de rumbo, y con este ingrediente añadido de que ellos dos usaran palabras tan frívolas para desautorizar su doctrina como una mera burla, resultó que aquel falso salvador y aquel falso profeta se convirtieran en blanco de crudos ataques". Informaba además el corresponsal de que la generalidad de los ciudadanos mostraba una indignación por encima de lo habitual. Sobre el falso salvador y el falso profeta descargaron entonces una lluvia de insultos. Incluso había personas que, sin tener relación alguna con la secta, escribieron cartas al periódico manifestando que era imperdonable tal inmoralidad; y esas cartas eran citadas en dicho artículo.