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– Así que ahora…-limpié mi garganta, forzándome a la tranquilidad-. De modo que ahora vas a cazar a Lake.

– Un werewolf -Winsloe bajó sus gemelos para sonreírme abiertamente-. ¿Espléndido, eh? El cazador se convierte en la presa. Esto vale la pena, el desafío. Todo lo que la mierda de “El Juego Más Peligroso” promete, es fantasía. Pon un tipo moderno en medio de los bosques y se aterra. Quítenle sus instrumentos y sus armas y podrías ir también a la caza de ciervos. Al menos los ciervos tienen un poco de experiencia eludiendo cazadores. Los humanos, nada. ¿Pero los lobos? Ellos son los cazadores. Tienen sus propios instrumentos, sus propias armas. Conocen el bosque. Combina eso con la inteligencia humana y bingo: tienes el juego más perfecto -sostuvo los gemelos-. ¿Quieres echar un vistazo?

Sacudí mi cabeza.

– Vamos. Tienen visión nocturna. No es que tú la necesites, supongo. He oído decir que ustedes pueden ver en la oscuridad. Por eso hago esto por la noche. Más desafío. Por supuesto, tengo todo lo último en juguetes, como éste. No querría que fuera demasiado desafío.

Levanté los gemelos a mis ojos. Miré, y todo lo que vi fue bosque. Bosque interminable. Luego, un destello de luz naranja.

– La llama -dijo Winsloe, voz que elevándose debido al entusiasmo-. Han atontado a Lake. Ahora saldrán. En diez, tal vez quince minutos él se despertará absolutamente solo en los bosques. Si tiene medio cerebro, comprenderá que esto es una broma, pero correrá de todos modos. Mi conjetura es que olerá el río y se dirigirá al Oeste. Mejor que tenga cuidado, sin embargo. Si toma la ruta fácil, se encontrará en la cueva de un oso -Winsloe se rió, un sonido chirriante-. Trampas por todas partes. Aquí, aquí y allá.

Me di vuelta para verlo señalar sitios en un mapa laminado. Cuando me acerqué, él lo sacó de mi vista y meneó un dedo hacia mí.

– Uh-uh. No puede dejar que aprendas todos mis secretos. ¿Te gustan esos binoculares?

– Estos… funcionan bien.

– Por supuesto que lo hacen. No los compraría de otra manera. Espera hasta que veas el resto de mis aparatos. Y las armas -puso los ojos en blanco, en algo cercano a la lujuria-. Las armas. Increíble lo que pueden hacer en estos días. Hago poner armarios de ellas por todas partes del campo de entrenamiento, de modo que tengo una variedad. La única cosa que falta es una taladradora. Me da rabia. Siempre las taladradoras han sido mis armas favoritas.

– ¿Cazas con una taladradora?

– No aquí fuera. En los juegos, por supuesto. La taladradora es absolutamente la mejor. El factor de trituración puede exceder a las granadas.

– Juegos -repetí-. Quieres decir juegos de vídeo.

– ¿Qué otra clase?

Miré hacia el bosque más allá. Campo de entrenamiento, lo había llamado. Un campo de entrenamiento gigantesco, diseñado con aparatos de alta tecnología, trampas explosivas, y un arsenal de armas.

– Eso es lo que es -dije despacio-. Un juego de vídeo. Un juego de vídeo real.

– A un paso de la realidad virtual. Realidad real. Qué concepto -sonrió abiertamente y me dio palmadas en la espalda otra vez-. Movámonos. El juego es a pie.

***

Encontramos a los dos guardias de Lake antes de que alcanzáramos el camino principal. Ellos confirmaron que la liberación había ido correcta y entonces tomaron posiciones delante de Winsloe, armas afuera, rodeándolo para protegerlo. Caminé detrás de Winsloe. Los otros dos guardias nos siguieron, lado a lado, a mi espalda. Todos excepto yo llevaban puestos anteojos de visión nocturna. Incluso yo podría haber usado un par. La oscuridad era casi completa, una media luna débil que se alzaba entre nubes y copas de árboles, ninguna estrella a la vista. Mi visión aumentaba y disminuía como la luna. No era que hubiese mucho que ver. Solamente árboles, árboles, y más árboles.

A pesar de la pelota de temor alojada en mi tripa, mi corazón comenzó a aligerarse en la anticipación mientras nos adentrábamos en los bosques. Incluso mientras mi cerebro sabía lo que yo hacía aquí, mi cuerpo rechazaba creerlo. Estaba en los estímulos -el crujiente aire de la noche, el olor de hojas podridas y tierra húmeda, los sonidos de ardillas y ratones correteando a nuestro paso – y se formaba su propia interpretación, basada en años de experiencia. Iba caminando por el bosque en la noche, ergo debía ir a una carrera. Ignorando todas las órdenes al contrario, mi cuerpo reaccionó como un cachorro excitado tirando de su cuerda. Mi piel hormigueaba. Mi sangre galopaba. Mi respiración se aceleró. Además, mis sentidos se afilaron, dejándome oír y oler dos veces más. Por otra parte, estaba la preocupación constante sobre mi cuerpo retorciéndose y el crecimiento de pelo antiestético.

Antes de sofocar la reacción de mi cuerpo, usé mi conciencia aumentada para conseguir una mejor perspectiva de mis alrededores. Pese al aumento visual, no sirvió de mucho. No importaba cuán bien pudiera ver, no tenía visión de rayos X, por lo que no podía ver a través de los malditos árboles. Mis otros sentidos eran mucho más provechosos. Unos minutos de escuchar me convencieron no había nada que oír. Bien, había abundancia de ramas que crujían, los brezos susurrando, depredadores y presas ululando, chillidos, y zambullidas- pero no era lo que deseaba. Esperaba algún sonido distante de civilización, y lo único que descubrí eran los resoplidos y resuellos de la maquinaria que había en el recinto donde nos encontrábamos. Me moví para oler, mi mejor sentido. Nuevamente, busqué vida humana y encontré sólo el aroma apestoso del edificio principal y el camino de grava que conducía a él. El olor del camino era débil, indicando que iba por el sur del recinto. Lamentablemente, el bosque iba al norte, la que sería la dirección en la que tendría que correr si me escapara del recinto. Claro que podría haber una salida fácil en el sur, pero era más seguro apegarse a lo que ya conocía, y ahora mismo, todo lo que había visto era este bosque.

Más allá del recinto, el páramo emitía sólo sus propios olores. La naturaleza reinaba allí. Ni siquiera el más mínimo rastro de olor humano, como si la naturaleza lo limpiara ferozmente una vez que los humanos que por allí pasaban se iban. Nuevamente, mi cerebro y cuerpo compitieron por la interpretación del lugar y situación. Mi cuerpo creía que esto era el cielo, un paraíso natural tan prístino como lo era Stonehaven e incluso mejor, un paraíso fresco y nuevo para explorar. Mi cerebro decidió que esto era el infierno, un bosque interminable sin civilización a la vista. Si me escapara, tendría que ir a algún sitio. A algún sitio parecido a una casa, una ciudad, un lugar público donde mis perseguidores pudiesen temer el seguirme.

Escapar ahora era inadmisible. Incluso si pudiera pasar por delante de los guardias armadas, sólo me habría convertido en una atracción añadida en la caza de Ty Winsloe. Tendría que esperar, pero todavía esperaba evadirme del recinto en algún momento, preferentemente antes de que mis captores se aburrieran conmigo tal como lo habían hecho con Patrick Lake. Si yo… no, cuándo me escapara, ¿Dónde iría? No había nada aquí fuera, aparte de bosque. Bosques interminables. Podría correr y correr durante horas y… Espera un segundo. ¿Qué demonios estaba diciendo? Yo era un lobo. Un medio lobo, al menos. ¿Caramba, qué haría un lobo en el páramo? Bah. Sobrevivir, por supuesto. Allí podría evitar a mis perseguidores mucho mejor que en cualquier selva de concreto. Este era mi elemento. Incluso ahora, en forma humana, estaba en casa aquí, capaz de ver casi en la completa oscuridad, capaz de oler el agua y el alimento, capaz de oír el descenso en picada de un tranquilo búho desde arriba. No necesitaba la red de protección de la civilización. Bien, eventualmente, tendría que encontrar un camino de vuelta a los otros, pero podría durar mucho más tiempo que cualquier humano que intentase de capturarme con anteojos de visión nocturna, telescopios de alta potencia, y toda clase de chiches. Tendría que tener cuidado, pero el único peligro que afrontaría vendría de mis perseguidores. Seguramente no tenía que preocuparme de morir de hambre, deshidratación, o exposición.