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– ¿Por qué? ¿Teme lo que vaya a pasar? Cuatro seres sobrenaturales en un lugar. Imagine la concentración increíble de energía psíquica -dijo Xavier en una imitación pasable de Matasumi.

Xavier abrió la puerta. Savannah y Ruth estaban sentadas a la mesa, sus cabezas juntas mientras Ruth dibujaba líneas imaginarias sobre un tablero. Cuando la puerta se abrió, ellas se apartaron.

– Oh, sólo eres tú -dijo Savannah cuando Xavier entró-. ¿Qué pasa? ¿Ya no puedes atravesar más por las paredes? Debe ser una vergüenza, perder tu solitario y único poder.

– ¿No es un amor? -dijo Xavier, mirando hacia mí mientras Ruth hacía callar a Savannah.

Ignorando a la mujer más vieja, Savannah se paró y estiró el cuello para ver detrás de Xavier.

– ¿Quién está contigo? -preguntó.

– Una invitada -dijo Xavier-. Pero si no vas a ser agradable…

Savannah lo adelantó y miró hacia mí. Ella sonrió-.Tú eres la nueva, la werewolf.

– Su nombre es Elena, querida -dijo Ruth-. No es cortés…

– Un werewolf. Vamos eso es verdadero poder -dijo Savannah, lanzando una mirada a Xavier.

– Entra, Elena -dijo Ruth. Cuando lo hice, ella me abrazó-. ¿Cómo estás, querida?

– Sobreviviendo.

– Oí la cosa más horrible sobre esa pobre señorita Bauer…

– Entonces, ¿Qué pasa cuándo cambias a lobo? -preguntó Savannah-. ¿Duele? ¿Es espectacular? Vi esa película una vez, sobre werewolves, y el hocico salía directamente por la boca de ese tipo y rasgaba su cabeza…

– ¡Savannah! -dijo Ruth.

– Está bien -dije, sonriendo-. Pero no tenemos mucho tiempo. Ellos me llevan arriba -Eché un vistazo a Ruth-. ¿Va todo bien?

Ruth miró a Savannah. Una chispa de orgullo penetró su exasperación.

– Muy bien -dijo Ruth.

– Tucker se está agitando -dijo Xavier-. Deberíamos irnos.

– Tráela algún día -dijo Savannah, volviendo a su asiento-. Y trae barritas Mars también.

– Y recuérdame, ¿Qué debería obligarme hacerte esos favores? -dijo Xavier-. ¿Tu encanto ilimitado?

Savannah soltó un suspiro fingido, sus ojos centellearon con una astucia que era medio de niña, y medio de mujer-.Bien. Consígueme algunas barras de caramelo y jugaré al Monopolio contigo. Ya que te pones tan abuuuurrido.

– No creo que sea una idea tan buena, querida -susurró Ruth.

– Está bien -dijo Savannah-. Él realmente es un jugador como la mierda de malo. Podemos ganarle entre ambas.

Había todavía algo que yo tenía que decir a Ruth, pero no se me ocurría como hacerlo sin que Xavier oyera por casualidad. No me atrevía a pedir hablar con Ruth en privado. Incluso si yo pudiera, ¿Dónde encontraríamos intimidad en un cubo de cristal?

– Si tienes problemas ponte en contacto con Paige -dijo Ruth.

Brinqué y eché un vistazo a Xavier. Él todavía bromeaba con Savannah.

– No puede oírme -dijo Ruth-. No contestes en voz alta, sin embargo. El conjuro sólo sirve para mí. Sólo asiente con la cabeza.

Asentí con la cabeza.

Ruth suspiró -Tengo algo de temor. Le hablé ayer, pero cuando intenté hacerlo esta mañana, no pude ponerme en contacto contigo o con ella. Quizás es porque concentro demasiado de mi poder en la niña. No tenía idea de cuán poderosa podía ser Savannah. Su madre tenía un gran potencial, pero ella nunca cumplió con él. Demasiado indisciplinada. Demasiado inclinada hacia… cosas más oscuras. Con la formación apropiada, ésta podría ser… -Se detuvo-. Pero esto es asunto de brujas. No te aburriré con ello. Únicamente y por favor asegúrate que consigues contactar a Paige. Después de lo que estoy haciendo, Savannah no debe ser dejada sola. En cuanto a lograr el contacto nuevamente, trata de relajarte, querida. Ya funcionará. Si mi poder vuelve, me comunicaré con Paige yo misma y te traeré un mensaje.

– ¿…póker? -me preguntaba Savannah.

– ¿Hmmm? -Dije.

– Juegas al póker -dijo ella-. Xavier dice que él no jugará porque necesitamos una cuarta persona, pero creo que teme que será vencido por una chica.

– Buenas noches, Savannah -dijo Xavier, empujándome fuera de la celda.

– No de las barras Mars oscuras -gritó Savannah tras él-. Me hacen salir granos.

Xavier rió entre dientes y cerró la puerta. Tucker todavía estaba de pie en el pasillo, con los brazos cruzados.

– ¿Y? -le preguntó Xavier-. ¿Ves algún tipo de objeto volador no identificado? ¿Se derrumbaron las paredes?

Tucker sólo fulminó con la mirada. Xavier sonrió abiertamente y me condujo hacia la salida.

– ¿No crees en esa explicación de la energía psíquica? -Pregunté mientras caminábamos-. ¿Qué crees que es? ¿Un duende?

– ¿Du…? -comenzó él, entonces su labio se curvó-. Leah.

– Ella parece creer…

– Sé lo que ella piensa -Xavier abrió la puerta de seguridad-. Su teoría de duendes.

– ¡Allí estás! -llamó una voz.

Miré para ver Carmichael correr hacia nosotros.

– Tú -dijo a Xavier-. Debería haberlo adivinado. Pedí que Elena viniera hace más de veinte minutos.

– Si fuera una emergencia, habría ido usted misma -dijo Xavier.

– Es una emergencia ahora -Ella lo quitó de en medio-. Ve a hacer algo útil por una vez. Tal vez puedas ayudar…

Xavier desapareció. Carmichael suspiró y sacudió su cabeza, luego agarró mi codo y me empujó al elevador. Cuando avanzamos por el pasillo hacia el hospital, agarré unos pedazos de conversación tras una puerta cerrada. La insonorización amortiguaba las voces casi hasta el punto de oscuridad, incluso para mí. Una parecía ser Matasumi. El otro era desconocido, hombre con matices de un acento melodioso.

– ¿Vampiros? -dijo la voz desconocida-. ¿Quién le dio permiso para capturar un vampiro?

– Nadie tiene que darle el permiso -dijo Matasumi, su voz cercana a un susurro, aunque nadie excepto un werewolf pudiera oír a través de las paredes insonorizadas-. Con Sondra incapacitada, él comienza a lanzar sus dardos a otros lados. Quiere que usted nos diga donde podemos encontrar un vampiro.

“Él” tenía que ser Winsloe. ¿Y el segundo hombre? Bauer dijo que un hechicero les ayudaba a encontrar potenciales cautivos. ¿Este era el evasivo Isaac Katzen? Reduje la marcha para escuchar cuando pasamos por delante de la puerta.

– Pierde su tiempo con esto, Lawrence -dijo el hombre-. Sabe que lo hace. Tiene que dar marcha atrás. Dígale que no. Le di dos werewolves. Eso es bastante. Tenemos que apuntar a las razas más altas. Los Werewolves y los vampiros son brutos comunes, conducidos completamente por necesidades físicas. No tienen ningún objetivo más alto. Ningún uso más alto.

– Eso no es completamente cierto -dijo Matasumi-. Aunque yo estoy de acuerdo en que deberíamos concentrarnos en los hechiceros, los werewolves proporcionan perspectivas inestimables de la naturaleza del poder físico y sensorial. Un vampiro podría ser útil para…

– ¡Maldición! ¡No puedo creer esto! ¡Estás tan loco como Sondra! Seducido por…

Su voz se calmó cuando Carmichael me empujó por el pasillo. Pretendí tropezar, dándome tiempo para oír más, pero las voces se habían silenciado hasta que ya no pude detenerme más tiempo y tuve ques eguir a Carmichael al hospital.

***

No había ninguna emergencia. Del punto donde Bauer se había inyectado salía a borbotones un pus espeso, apestoso, matizado con sangre y se había hinchado al tamaño de una pelota de golf, que amenazaba con cortar la circulación de su brazo. Bien, tal vez esto sería normalmente una causa de alarma, pero en la metamorfosis de humano a werewolf, esto era sólo una de varias docenas de barreras que amenazaban potencialmente la vida. Otra vez, aconsejé a Carmichael contra curas médicas de fantasía. La transformación tenía que seguir su curso. La medicina simple, casi primitiva era la única solución. En este caso, significaba limpiar la herida, aplicar compresas para reducir la hinchazón y vigilar la temperatura. Durante todo esto, Bauer se mantuvo dormida. No había recobrado ni una vez el conocimiento desde el derrumbamiento en mi celda. La naturaleza había asumido el control, apagando el cerebro para enviar todos los recursos al cuerpo durante este período crucial.