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Se sentó, rompiendo algunas de las finas cadenas, y golpeó mi hombro. Cuando retrocedí, capturé la mirada de Bauer, viendo algo duro y en blanco allí. Antes de que pudiera reaccionar, ella agarró mis hombros y me arrojó por el aire. Durante un momento, todo se ralentizó, y hubo una fracción de segundo en la que quedé suspendida antes de que la gravedad asumiera su lugar y me precipitara a través del cuarto y chocara contra la pared.

Carmichael me ayudó a pararme y gritó, llamando a los guardias. Bauer se sentó derecha, luchando para salir de la cama, las sábanas enroscadas alrededor de sus piernas. Su cara estaba torcida de rabia, sus ojos estaban en blanco, sus labios se movían silenciosamente. Cuando las sábanas no la dejaron salir, rugió de frustración y sacudió sus piernas, rasgando la tela. Corrí hacia la cama y me lancé sobre Bauer.

– ¡Manten tus jodidas esposas lejos de mí! -rugió Bauer-. ¡Todos ustedes! ¡Atrás! ¡No me toquen!

– Delirio -jadeó Carmichael mientras corría a la cama con cadenas más fuertes-. Dijiste que este era uno de los pasos.

– Correcto -dije, aunque en este momento, estando encima de Bauer con ella agitándose debajo mí, un diagnóstico médico no era exactamente una prioridad-. ¿Dónde infiernos estaban los guardias?

Los guardias estaban ahí mismo, haciendo lo que hacían mejor, sostener sus armas y esperar la señal para disparar. Carmichael les lanzó las cadenas a ellos.

– ¡Átenla! -dijo-. ¡Ahora!

Antes de que pudieran moverse, Bauer se resistió y me lanzó volando de nuevo. Esta vez me quedé el suelo un momento más para recobrar el aliento. Dejé que los malditos guardias lo manejaran. Dejé que Carmichael lo manejara. Ella era la que había rechazado retener correctamente a Bauer.

Bauer dejó de luchar y se quedó quieta como una estatua. Los cuatro guardias rodearon la cama, tensos, cadenas en mano, parecían oficiales de control de animales esperando para lanzar una red a un perro rabioso, sin que ninguno quisiera hacer el primer movimiento. Sudor goteaba por la cara de Bauer y su boca colgaba abierto, jadeante. Movió la cabeza de un lado al otro, sus ojos revisando el cuarto. Salvaje y en blanco, pasaron de los guardias, a mí, luego a Carmichael. Se detuvieron en un punto vacío a su izquierda, y embistió hacia adelante, contenida sólo por las sábanas rasgadas.

– ¡Fuera de aquí! -gritó.

Nadie estaba allí.

Avancé lentamente, manteniendo mis movimientos cuidadosos como si se tratara de evitar que un animal salvaje me notara.

– Tenemos que retenerla -susurré.

Nadie se movió.

– Dame esos -dijo Carmichael, avanzando para arrebatar las cadenas del guardia más cercano.

– No -dije-. Déjalos hacerlo. Me acercaré e interferiré si ella ataca. Ten un sedante listo y mantente apartada.

Oh, seguro, dándome el trabajo que amenaza la vida. ¿Y para qué? Nadie lo notaría. Nadie se preocuparía. De todos modos, el trabajo tenía que ser hecho. Si yo no lo hiciera, uno de estos estúpidos dispararía su pistola al primer signo de problemas. ¿Entonces dónde quedarían mis proyectos? Muertos y sepultados con Bauer.

Carmichael se giró hacia los guardias -Esperen hasta que Elena esté al lado de la cama. Entonces muévanse rápidamente, pero con cuidado. Sondra no sabe lo que hace. No queremos hacerle daño.

Lo cual, por supuesto, era más fácil de decir que de hacer. Mientras me arrastraba a través del cuarto, Bauer se mantenía quieta, mirando fijamente y blasfemando contra intrusos invisibles. En el momento en que los guardias la tocaron, explotó, reuniendo fuerza inesperada del delirio. Todos trabajando juntos apenas podíamos luchar con ella para mantenerla en la cama.

Una vez que Bauer estuvo controlada, ayudé al guardia más cercano a sujetar sus cadenas. Mientras mis dedos trabajaban en los broches, el brazo de Bauer pareció brillar y contraerse. Sacudí mi cabeza bruscamente, sintiendo el dolor dentro de ella como un carbón candente. Mi visión se emborronó.

– ¿Elena? -Carmichael gruñó mientras luchaba para atar el otro brazo de Bauer.

– Estoy bien.

Cuando trabajé en el nudo, el brazo de Bauer convulsionó, la muñeca se estrechó, la mano se enroscó y se torció en un nudo. No había sido una broma de mis ojos. Estaba Cambiando.

– ¡Elena!

Al oír el grito de Carmichael, brinqué. La mano de Bauer voló de sus cadenas y rasgó el espacio vacío donde mi garganta había estado. Los dedos palmeados y las garras deformes se balancearon a través del aire. Me lancé sobre el pecho de Bauer cuando se puso derecha otra vez.

Un gruñido de rabia hizo erupción y me alejó de un empujón. Con ambas manos libres ahora, Bauer agarró un guardia y lo lanzó a través del cuarto. Él colapsó, inconsciente, contra la pared. La espalda de Bauer se sacudió y torció, grandes masas moviéndose bajo la piel. Ella aulló y se cayó de lado.

– ¡Sédala! -Grité.

– Pero dijiste… -comenzó Carmichael.

– ¡Es demasiado pronto! ¡No está lista! ¡Sédala! ¡Ahora!

El pelo brotó de la espalda de Bauer y de sus hombros. Los huesos se alargaron y se acortaron, y ella lanzó un grito, medio aullido, medio gemido. Su cuerpo entero convulsionó, saltando de la cama, conmigo todavía agarrada a ella. Su cara era irreconocible, una máscara infernal de músculos retorcidos que no eran ni de lobo, ni de humano. Los colmillos sobresalían sobre sus labios. La nariz se había detenido a mitad de camino en la transformación a lobo. El pelo brotaba en penachos. Luego, los ojos. Los ojos de Bauer. No habían cambiado, pero se hinchaban y ponían en blanco, la agonía llameando en ondas. Ella encontró mi mirada, y durante un segundo vi el reconocimiento. Alguna parte de ella había pasado del delirio y estaba consciente, atrapada en ese infierno.

Carmichael pinchó la jeringuilla en el brazo de Bauer. Bauer voló y colgó allí, conmigo sobre su regazo. Su cuerpo se sacudió varias veces, luego soltó un resuello bajo, y sus ojos se ensancharon como si estuviera sorprendida. Parpadeó una vez. Luego se deslizó hacia abajo en la cama.

Me tensé, esperando el siguiente round; entonces el Cambio puso marcha atrás. Esta vez no hubo ninguna violencia o dolor en la transformación. Ella volvió pacíficamente a la forma humana. Cuando fue totalmente humana otra vez, se curvó en posición semifetal y se durmió.

***

Armen hizo otra visita al hospital. Ayer había sido su chequeo regular. Hoy fingió un dolor de cabeza de migraña con tal delicadeza que ni siquiera Carmichael dudó de sus síntomas, aunque suponía que no era sorprendente, considerando que él era psiquiatra y por lo tanto tenía un grado médico. Retomamos nuestra conversación donde habíamos acabado. Él tenía un plan para escaparse que implicaba otra astucia médica, de modo que lo trajeran hasta el primer piso conmigo, de donde era mucho más fácil escaparse que del bien asegurado bloque de celdas. Nuevamente, él introdujo esto en tal charla ordinaria que tuve que mantener mi propio cerebro alerta para mantenerme al corriente de la interpretación subyacente.

Mientras más hablaba con Armen, más visualizaba mi estratagema con Bauer como un plan de reserva. Armen era un aliado mucho más de mi gusto. Primero, estaba consciente, que era una ventaja definida sobre la comatosa Bauer. Segundo, me recordaba a Jeremy, lo cual aumentaba mi nivel de comodidad en diez veces. Era tranquilo, cortés y apacible, un exterior modesto que disfrazaba una voluntad fuerte y una mente muy afilada, alguien que tomaba la carga por instinto, lo que atenuaba ese autoritarismo con gracia e ingenio y me permitía dejarle tomar la delantera. Confiaba en Armen y me gustaba. Una combinación ideal.

***

El resto del día pasó tranquilamente, pero la noche lo compensó, molestándome con sueños extraños e inquietantes. Comencé la noche en Stonehaven, jugando en la nieve con Clay y Nick. Estábamos en medio de una lucha de bolas de nieve cuando un nuevo sueño traslapó aquel, cortando la programación de forma parecida a una emisora de radio. En el otro sueño, yacía en la cama mientras Paige intentaba ponerse en contacto conmigo. Los dos sueños se reunían: Un minuto yo sentía la nieve helada goteando por mi cuello, al siguiente yo oía a Paige invocándome. Alguna parte de mí eligió el sueño de las bolas de nieve y trató de bloquear el otro, pero esto no funcionó. Volé por encima de las dos últimas bolas de nieve de Nick, luego una ola de nieve me sumergió, tragando ese sueño y lanzándome en el otro.