Cassandra dio aún otro paso hacia Clay. Lo sentí tensarse y empezar a retroceder, detenerse luego y quedarse quieto.
– Sí, la amas -dijo Cassandra-. Puedo verlo y lo admiro. Realmente lo hago. ¿Pero sabes a cuántos hombres he amado en todos estos años? ¿Amado apasionadamente? Y de aquellos hombres, ¿Sabes cuán pocos nombres recuerdo? ¿Cuán pocos rostros?
– Vete.
– Te pido que te unas a mí en una bebida. Una bebida. Nada más.
– Dije, vete.
Cassandra sólo sonrió y sacudió su cabeza. Sus ojos brillaron ahora con la misma mirada que yo la había visto dar al mesero en el restaurante, sólo que más fuerte. Más hambrienta. Sus dedos rozaron el antebrazo de Clay. Quise gritar para que él mirara lejos, pero estaba impotente de hacer nada, menos mirar y esperar.
– No hagas esa mierda, Cassandra -dijo Clay-. Eso no funciona en mí.
– ¿No?
– No.
Clay miró a Cassandra directamente a los ojos. Ella estaba completamente inmóvil, sólo sus ojos se movían, brillando cada vez más mientras lo contemplaba. Varios minutos pasaron. Entonces Clay avanzó hacia Cassandra. Sus labios se torcieron en una sonrisa triunfante. Mi corazón se detuvo.
– Vete, Cassandra -dijo Clay, su rostro a sólo pulgadas del de ella-. Diez segundos o te lanzaré fuera.
– No me amenaces, Clayton.
– ¿O harás qué? ¿Morderme? ¿Crees que puedes hundir tus dientes en mí antes de que yo te arranque la cabeza? He oído que es una buena cura para la inmortalidad. Cinco segundos, Cassandra. Cinco… cuatro…
La escena se volvió negra. No confusa, no me tiraba. Sólo se detuvo repentinamente. Parpadeé. La luz áspera me cegó. Apreté los ojos. A través de los párpados, vi una luz oscilar a lo lejos. Unos dedos agarraron mi hombro y me sacudieron.
– Levántate y brilla, dormilona.
Una voz. Lamentablemente, no era la voz de Clay. Tampoco la de Cassandra. Ni siquiera la de Paige. Era peor. Diez veces peor. Ty Winsloe. De sueños agradables a visiones inquietantes, para llegar a absolutas pesadillas. Apreté con fuerza mis ojos.
– ¿Qué piensan, chicos? -dijo Winsloe-. ¿Necesita nuestra belleza durmiente un beso para despertarla? Por supuesto, en el cuento de hadas original, ella necesitaba más que un beso…
Mis ojos se abrieron y me puse derecha. Winsloe se rió y acercó una linterna a mi cara, luego la soltó sobre mi cuerpo.
– ¿Siempre duermes con la ropa puesta? -preguntó.
– Esta no es exactamente una suite privada – dije, gruñendo un bostezo-. ¿Qué hora es?
– Las tres pasadas. Necesitamos tu ayuda. Hubo un problema.
Me senté en el borde de la cuna, parpadeando, con mi cerebro luchando para dejar atrás las visiones de Clay y Cassandra. ¿Las tres? ¿De la mañana? ¿Problema? ¿Quería decir que alguien se había escapado? ¿Quién? ¿Por qué necesitaban mi ayuda? ¿Hubo un accidente? ¿Carmichael me necesitaba?
– ¿Eh? -Dije. Bien por las preguntas inteligentes y articuladas. ¿Qué esperan a las tres de la mañana?
Winsloe me sacó de la cama -Te explicaré por el camino.
SABUESO
Armen se había escapado. Cuando Winsloe me lo dijo, me atraganté, y durante un largo momento no pude respirar. Armen se había escapado… sin mí. A horcajadas de mi pánico vino un destello de daño, luego la comprensión de que a Armen debió habérsele presentado una oportunidad que no pudo ignorar. ¿Podía culparlo? Por supuesto que no, aunque esto no hacía mejor las cosas. Mi socio de fuga se había ido, llevándose nuestro plan con él. Peor aún, Winsloe quería que yo lo detuviera.
– ¿Quiere que yo lo detecte? -dije.
– Eso es lo que dije. Usa tu nariz. Rastrea su olor.
– Como un sabueso.
Winsloe me echó un vistazo bruscamente al oír mi tono-.Sí, como un sabueso. ¿Es un problema?
Por supuesto que era un problema. Yo era una persona, no un animal, no una atracción secundaria. No realizaba espectáculos para la diversión de nadie. Quería decirlo, pero el filo de la voz de Winsloe me impidió desafiarlo. No tuve agallas. O, más exactamente, mi instinto de autoconservación era demasiado fuerte. Recordé la reacción de Winsloe cuando le había dado una palmada en la mano para alejarlo en la ducha y sabía que no podía permitirme otro espectáculo de desafío. Esto no significaba que yo traicionaría a Armen. Debía rastrearlo, pero no tenía que encontrarlo.
Flanqueada por los guardias, seguí a Winsloe escaleras abajo hacia el bloque de celdas. Dos guardias más esperaban afuera de la celda de Armen. Dentro, Tucker se arrodillaba al lado de un guardia, que estaba sentado en el suelo, masajeándose la cabeza. El guardia parecía familiar, pero no podía ponerle un nombre. La única vez en que me molesté en notar el nombre de un guardia fue cuando había hecho algo para distinguirse de los demás. La mayoría no lo hacía.
– ¿Averiguaste lo que sucedió? -preguntó Winsloe, con una voz que implicaba que le importaba bien poco lo que había pasado, él sólo quería seguir con la caza.
– Parece que Haig se hizo un arma -dijo Tucker-. Algo agudo, como un cuchillo. Causó un escándalo cuando mis hombres hacían sus rondas, luego tiró el arma contra ellos cuando abrieron la puerta. Dejó inconciente a Ryman. Debe haber llevado a Jolliffe como rehén. Ryman está bien, pero deberíamos movernos si queremos recuperar a Jolliffe vivo. Tendremos que rastrearlo. He enviado Pendecki para traer un rastreador…
– No hay necesidad -interrumpió Winsloe-. Tengo un rastreador de categoría mundial aquí mismo.
Tucker me miró y frunció el ceño-.Ya hay uno de mis hombres ahí, señor. Con el debido respeto, no creo que debamos perder el tiempo…
– ¿Perder el tiempo?
La mandíbula de Tucker hizo clic como si se hubiera atragantado-.No lo quise decir de ese modo… señor. Estoy preocupado sobre…
– Por supuesto que lo estás. También yo. Por eso traje a Elena. Ryman, ¿Te sientes bien para unirte a nosotros?
Ryman se puso de pie-.Sí, señor.
– Creo… -comenzó Tucker.
– No creas -cortó Winsloe-. No es eso para lo que te pago. Vamos, Ryman; veremos si podemos atrapar a ese bastardo. Tal vez obtengamos un pequeño pago para ese huevo de ganso en tu cabeza.
Fuera del complejo, Winsloe despidió a los dos guardias que me acompañaban, dejando sólo al herido Ryman. Me pregunté respecto a esto, sabía que no era un buen signo, pero todavía estaba demasiado drogada por el sueño como para darle sentido a ello. Otros pensamientos obstruían mi cansado cerebro. ¿Armen se había hecho un arma? ¿Él había atacado una guardia? ¿Lo había golpeado hasta dejarlo inconsciente? ¿Era mismo Armen que había estado pensando en mí para proporcionar la fuerza bruta para una fuga?
Mientras nos dirigíamos a los bosques, alguien gritó -¡Hey! -detrás de nosotros. Ryman giró, su arma en posición, sus reflejos no estaban siendo obstaculizados por ningún efecto persistente de su herida en la cabeza. No había nadie allí. La hierba muerta chisporroteó adelante, y giramos para ver a Xavier a veinte pies de distancia.
– Lento, soldado -dijo Xavier, sus manos arriba-. No dispares a los aliados.
– Debería -refunfuñó Ryman-. Enseñarte una lección.
– ¿Qué está pasando? -preguntó Xavier, avanzando hacia nosotros-. Oí que Haig huyó. ¿Realizaremos el espectáculo de buscar-y-rescatar? ¿O el espectáculo de buscar-y-destruir? -me vio y se detuvo-. ¿Wow, quién sacó a la chica-lobo de su jaula?
Fruncí el ceño hacia él. Él dio un paso rápido al costado, como si esquivara mi mirada deslumbrante, entonces volvió atrás sonriendo abiertamente.
– Es una mirada letal la que tenemos aquí. Más mortal que las balas de Ryman -se volvió hacia Winsloe-. Entonces, ¿Cuál es el trato? ¿Diversión y momento de juegos? ¿Puedo jugar?
– Tal vez próxima vez -dijo Winsloe.
– Oh, vamos. No seas aguafiestas. Quiero jugar.