– Antropomorfismo -susurré, sintiendo como si todo el aire hubiese sido extraído de mis pulmones, sabiendo que esto no era ninguna interrupción casual.
– Exacto. Antropomorfismo. Oye, eso es lo que tu novio estudia, ¿verdad? Religiones antropomórficas. Aburrido como el infierno si me preguntas, pero la gente dice eso sobre los ordenadores, también. Cada uno con sus cosas. ¿Ahora dónde iba yo?
– El lobo -susurré-. Agotando al último sobreviviente.
– No te ves demasiado bien. Tal vez deberías venir aquí y acostarte. Hay mucho espacio. ¿No? Acomódate. Bien, entonces el lobo corrió en círculos alrededor de este último tipo. Sólo que algo estuvo mal.
Quise tapar mis oídos. Yo sabía lo que venía. Había sólo un modo de que Winsloe pudiese tener las fotos en ese sobre, sólo un modo de que conociera esta historia. Si el último miembro del equipo hubiera sobrevivido. Si el lobo…
– De alguna manera ese astuto hijo de puta erró. Calculó mal una vuelta o una distancia tal vez. Se puso demasiado cerca. El guardia disparó. ¡Pow! Lobo muerto.
– Déjame… déjame ver las fotos.
Winsloe sacudió el sobre hacia mí. Cuando cayó al suelo, me tambaleé hacia él, rasgándolo y observando el contenido. Tres fotos de un lobo. Un lobo de piel dorada, y ojos azules. Sentí una serpiente subiendo por mi garganta.
– ¿Lo conoces? -preguntó Winsloe.
Me puse en cuclillas, agarrando las fotos.
– ¿No? Bien, estás cansada. Guárdalas. Descansa un poco y piénsalo. Xavier probablemente me espera arriba. Volveré por la mañana.
Winsloe se marchó. No lo vi irse. No lo oí. Todo lo que podía ver eran las fotografías de Clay. Todo lo que podía oír era la palpitación de mi sangre. Otro quejido subió sigilosamente por mi pecho, pero murió antes de alcanzar mi boca. No podía respirar. No podía hacer sonido alguno.
De repente mi cuerpo convulsionó. Una ola de agonía me cegó. Me caí, las fotos revolotearon sobre la alfombra. Los músculos de mis piernas se apretaron inmediatamente, como si hubiera sido atrapada por mil caballos charley. Grité. Las olas golpearon una tras otra en rápida sucesión y grité hasta que no pude respirar. Mis miembros se volvieron fláccidos y se sacudieron como si estuvieran siend dislocados. Alguna débil parte de mi cerebro comprendió que estaba Cambiando y me dije que debía lograr el control antes de que me desgarrara. No lo hice. Lo dejé ir, dejé que la corriente de agonía me atravesara, le di la bienvenida a cada nuevo tormento justo incluso mientras gritaba pidiendo la liberación. Finalmente terminó. Quedé allí, jadeante, vacía. Entonces oí algo. Un rasguño débil en el vestíbulo. Winsloe estaba allí. Mirando. Quise levantarme de un salto, cargar contra la pared, y golpearme contra ella hasta que se rompiera ella o yo. Quise desgarrarlo, bocado por bocado, manteniéndolo vivo hasta que hubiese sacada el último chillido de sus pulmones. Pero la pena me aplastó en el suelo, y no podía encontrar ni siquiera la energía necesaria para estar de pie. Logré levantar mi vientre de la tierra y me arrastré hacia la grieta estrecha entre el pie de la cama y la pared, un lugar donde Winsloe no podía verme. Me enrosqué en el diminuto espacio, metí mi cola bajo mí, y me rendí al dolor.
Pasé la noche rememorando las palabras de Winsloe, luchando contra mi pena al recordar cada una de ellas. ¿Dónde habían visto los guardias al lobo? ¿Detrás del motel o al lado de él? ¿Exactamente cuándo pasó? ¿Qué quiso decir Winsloe con “antes del amanecer”? ¿Había estado claro ya? Mientras me hacía estas preguntas, una parte de mí se preguntaba si yo permitiría que mi mente vagara por futilidades antes de encarar la espantosa posibilidad de la muerte de Clay. No. Estas preguntas contenían pistas, pistas que revelarían la mentira en las palabras de Winsloe. Tenía que encontrar esa mentira. Por otra parte, temí que mi aliento se atascara en mi garganta y me asfixiaría de pena.
De modo que me torturé con la historia de Winsloe, su odiada voz invadiendo y llenando mi cerebro. Encuentra la mentira. Encuentra la inconsistencia, la palabra extraña, el detalle tan obviamente incorrecto. Pero no importa cuantas veces revisé de nuevo su historia, no podía encontrar un error. Si Clay hubiera encontrado al pelotón de salvamento, él habría hecho exactamente lo que Winsloe afirmaba que había hecho: atraerlos al bosque, separarlos, y matarlos, dejando uno vivo para torturar y extraer información. No había ningún modo de que Winsloe pudiese inventar algo tan verdadero acerca del carácter de Clay. Tampoco había cualquier modo de que Winsloe pudiese haber adivinado lo que Clay haría en esa situación. Entonces había dicho la verdad.
Mi corazón chocó contra mi garganta. Jadeé. No, tenía que ser una mentira. Yo sabría si Clay hubiera muerto. Yo habría sentido el momento en que la bala le golpease. Ah, Dios, quería creer que yo sabría si él estuviera muerto. Clay y yo compartíamos una unión psico-física, tal vez porque él era quién me había mordido. Si me hicieran daño a mí y él no estaba cerca para verlo, él lo sentiría, sabiendo que algo andaba mal. Yo experimentaría las mismas punzadas, la misma ansiedad flotante e inquietud si le hicieran daño a él. Yo no había sentido nada esa mañana. ¿O si? Yo había estado dormida al amanecer, drogada por el sedante de Carmichael. ¿Habría sentido algo?
Me detuve. No tenía ningún sentido hablar de situaciones caprichosas como premoniciones y punzadas psíquicas. Aténete a los hechos. Encuentra la mentira allí. Winsloe dijo que el último guardia mató a Clay, luego volvió con las fotos y la historia. Si yo pudiera hablar con ese guardia, tal vez él no sería un mentiroso tan consumado como Winsloe. Tal vez, inhalé bruscamente. El guardia había vuelto con las fotos y la historia. ¿Y el cuerpo?
Si ese guardia hubiera matado a Clay, él habría vuelto con su cuerpo. Por lo menos, le habría tomado fotos. Si había un cadáver o fotos de uno, Winsloe no se habría conformado con exponerme fotografías de Clay vivo. Él sabía exactamente quién era ese lobo y me había contado la historia para torturarme, castigarme. Este era mi castigo por desobedecerlo la noche anterior. Un pequeño paso en falso y él había repartido golpes a diestro y siniestro con el peor castigo que yo podría imaginar. ¿Qué haría él si yo realmente lo enojara?
Finalmente, después de que me hube persuadido de que Clay estaba vivo, el agotamiento llegó y me dormí. Aunque me había dormido como lobo, desperté como humana. Pasaba a veces, en particular si un Cambio era provocado por el miedo o la emoción. Una vez que nos relajamos en el sueño, el cuerpo se transformaba sin causar dolor de vuelta a la forma humana. Entonces desperté, desnuda, con mi cabeza y torso intercalado entre la cama y la pared y mis piernas sobresaliendo.
No me levanté inmediatamente. En vez de eso, pensé en modos de atrapar a Winsloe en una mentira, entonces estaría segura sobre Clay. Tenía que estar segura. Winsloe había dejado las fotos. Tal vez si yo las estudiara vería algo-
– ¡Abre esta maldita puerta ahora! -gritó una voz.
Me puse derecha, golpeando mi cabeza contra la cama. Aturdida, vacilé, luego salí de mi escondrijo.
– ¡Sáquenme de aquí!
La voz de una mujer. Deformada, pero familiar. Me estremecí cuando la reconocí. No. Por favor no. ¿No había sufrido yo bastante?
– ¡Sé que me oyes! ¡Sé que estás ahí!
Con gran renuencia, me moví hacia el agujero en la pared entre mi celda y la siguiente. Yo sabía lo que vería. Mi nuevo vecino. Me incliné para mirar. Bauer estaba de pie mirando hacia la pared de cristal unidireccional, golpeando sus puños silenciosamente contra ella. Su pelo estaba desordenado y enmarañado, su rostro todavía manchado de sangre. Alguien la había vestido con un traje gris poco apropiado que debió haber pertenecido a uno de los guardias más pequeños. Nada de ser la heredera meticulosamente cepillada. Cualquiera que viera a Sondra Bauer ahora la tomaría por una enferma mental de mediana edad encerrada en las entrañas de algún asilo gótico.