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Él se puso de pie para marcharse. Apreté mis puños, mis uñas hundiéndose en mis palmas hasta que olí la sangre. Winsloe dio cinco pasos. Ryman me sonrió con satisfacción, luego abrió la puerta para Winsloe. Antes de atravesarla, Winsloe chasqueó sus dedos, tiró un sobre más pequeño de su bolsillo, y lo lanzó a mis pies.

– Casi lo olvido. Nuevas fotos de vigilancia. Frescas de la noche pasada. Parece que Tucker estaba usando su cerebro, enviando a un nuevo equipo para encontrar a tus amigos. Los encontraron. Durante unas pocas horas al menos. Han perdido la pista desde entonces, pero te mantendré informada. Sé que estás preocupada.

Apreté mis dientes. Dagas de furia amenazaron con partir mi cráneo.

– Parece que buscan a alguien -continuó Winsloe.

– A mí -logré decir.

– Ah, asumo eso, pero ahora alguien más se ha perdido. Nuestro equipo logró capturar algunos pedazos de conversación. Alguien ha saltado del barco. Alguien importante. La cuestión es que tenemos problemas para imaginarnos quién es. Larry está trabajando en ello, comparando estas nuevas fotografías con las antiguas. Tal vez puedas ver quién se perdió. Aunque no es necesario que me digas. Yo no te pediría que delataras a tus amigos.

Winsloe se marchó. Cerré mis ojos, sintiendo la puñalada de dolor atravesar mi cráneo y mis palma. Me tomó varios minutos más estar lista para mirar las fotos. Cuando lo estuve, encontré fotografías del grupo rastreando y acordonando la zona. No tuve que imaginar quién se había perdido. Una mirada a la expresión de Jeremy me lo dijo. Clay se había ido. Él no había estado actuando bajo las órdenes de Jeremy la mañana anterior, cuando había detectado el antiguo equipo de búsqueda. Él estaba solo. Solo.

Clay venía tras de mí.

***

Pasé el resto de la mañana atormentando mi cerebro con un nuevo plan de fuga. Tenía que salir. No finalmente, no pronto, sino ahora, inmediatamente, antes de que Winsloe se cansara de este último juego y aumentara la apuesta inicial otra vez. Pero por más que luchaba para lograr una idea, más pánico sentía, y más pánico me entraba, más difícil se me hacía lograr una idea. Tenía que calmarme o nunca lograría pensar en algo.

***

Bauer se sentó más tarde que en la mañana. Cuando estuve segura que estaba lúcida -lo que determiné por el hecho de que ella había dejado de gritar y había comenzado a comer su desayuno -me acerqué al agujero e intenté hablar con ella. Me ignoró. Cuando terminó su comida, buscó un lápiz y papel en un cajón y escribió una carta de dos páginas, luego caminó hasta la puerta y cortésmente pidió a alguien que la entregara. Yo podía adivinar el contenido: una súplica de liberación, una versión más razonable de lo que había estado vociferando durante las últimas horas.

De modo que Bauer quería salir. Bueno, al igual que el resto de nosotros. ¿Parecía ella “una invitada” ahora? Cuando pensé esto, un plan se formó en mi cerebro. Bauer quería salir. Yo quería salir. Cuando yo había ido a cuidarla, yo había esperado que en su gratitud ella me ayudara a escaparme. La gratitud era inadmisible ahora. ¿Pero que había con respecto a una fuga? ¿Y si yo le ofreciera llevarla conmigo? Bauer conocía las debilidades del complejo y su sistema de seguridad -eso era si estuviera lo bastante sana para recordar. Combinando mi fuerza y experiencia con su conocimiento podríamos hacer un equipo formidable. No era exactamente un plan completo e infalible, pero era un principio.

Un problema que restaba -bueno, de acuerdo, había un montón de problemas restantes- pero uno bien grande era como escapar de las celdas. Consideré la posibilidad de organizar algo que me sacara de mi cuarto. Seguro, probablemente yo podría hacerlo, pero ¿podría sacar a Bauer al mismo tiempo? Poco probable. Cuando los guardias trajeron mi almuerzo, estudié la puerta cuando se abrió, observando como operaba, buscando una debilidad. Entonces noté algo tan ostensible que me di una patada por no haberlo visto antes. Los guardias no cerraban completamente la puerta. Nunca lo hacían. ¿Por qué? Porque la puerta sólo se abría desde el exterior y ellos nunca traían un guardia extra para que se quedara de pie en el pasillo y les abriera, mientras que Bauer y Matasumi siempre lo hacían. Cuando entraban, dejaban la puerta entornada unos centímetros, dándoles el espacio de un dedo para abrirla. ¿Cómo podría usar esto en mi ventaja? Bien, podía dejar inconsciente a un guardia mientras el otro sacaba su arma y me disparaba -de acuerdo, mala idea. Podría decir, -Oye, ¿qué va avanzando lentamente por la pared? -y lograr escapar mientras ellos se daban vuelta. Umm, no. Mejor pensarlo un poco.

ALIANZA

Las guardias llevaron mi almuerzo a la una. Cuando abrieron la puerta para marcharse, me moví sigilosamente para echarle una ojeada al vestíbulo. Tess no estaba allí. Hora de comer para todos. Bueno. Mientras Bauer estuviera lúcida y nadie escuchase, yo podría discutir el tema fuga con ella. ¿Sería seguro? Ella podría tratar de ganarse el favor de Matasumi vendiéndome, pero dudaba de que estuviera lo bastante desesperada para arrastrarse. No todavía. Además, considerando sus circunstancias y su animosidad hacia mí, nadie le creería si ella realmente hablara.

Escuchando por si aparecían ruidos reveladores desde el pasillo, moví mi silla más cerca del agujero, me senté, y miré detenidamente a través de él. Bauer estaba paseándose.

– ¿Te sientes un poco mejor? -pregunté.

Ella continuó paseándose.

– No quiero hacer las cosas más malas -dije-. Pero sabes que ellos no te dejarán salir de esa celda. Para ellos, tú has cambiado de lado.

Un paseo hacia la puerta, hacia la TV, de vuelta a la puerta.

– Si quiere salir, tendrás que salir por ti misma.

Todavía ninguna respuesta. Ni siquiera un parpadeo en mi dirección.

– Tienes que escaparte -dije.

– Bauer giró hacia mí-. ¿Escapar? -Una risa áspera-. ¿A qué? ¿A una vida como monstruo?

Yo podría haberle recordado que ella eligió esa vida monstruosa, pero no lo hice -Sé que es malo ahora, pero se volverá más fácil…

– ¡No quiero que se vuelva más fácil! -gruñó ella, avanzando a zancadas hacia el agujero-. ¡Quiero que se vaya! Eso es lo que quiero que ellos hagan por mí. Deshacerse de ello. Sacar esta maldición de mis venas y hacerme normal otra vez.

– Ellos no pueden hacer eso -dije suavemente-. Nadie puede hacerlo.

– ¡Mierda! -La baba voló de sus labios-. Quieres que yo sufra, ¿verdad? Disfrutas de esto. ‘Sondra tiene lo que se merece’. Ja-ja-ja. Bien, yo no merecía esto. Nunca me dijiste que sería así. ¡Me engañaste!

– ¿Te engañé? Te advertí de no hacerlo.

– No me dijiste todo.

– Ah, pues perdóname. Cuando entraste aquí como una loca agitando una jeringuilla y vociferando sobre el comienzo de una nueva vida emocionante, yo debería haber sacado de repente mi manual ‘De Modo Que Quieres Ser un Werewolf’en su versión de renuncia y hacerte firmarlo.

Bauer agarró una silla, la lanzó hacia el agujero, luego fue hacia cuarto de baño dando fuertes.

Tenía que trabajar en mi acercamiento.

***

Unas horas más tarde, la cordura de Bauer hizo otra aparición como invitada. Yo estaba lista. Plan dos: ser más empática. Si por una parte encontraba difícil sentir mucha compasión por alguien que había hecho lo que ella, en algún sitio profundamente dentro de mí había un impulso débil y revoloteante hacia la empatía. Bauer era otro werewolf femenino, probablemente el único que yo encontraría alguna vez. Recordando el horror de mi propia transformación, entendí por lo que ella estaba pasando. Winsloe me había preguntado si yo haya hecho alguna vez algo como lo que Bauer le había hecho a Carmichael. Mi respuesta no había sido completamente honesta. Cuando yo había escapado de Stonehaven, mi cerebro lleno de demonios había caído en una locura incontrolada y rabia. Yo había matado a dos personas antes de que Jeremy me rescatara. A diferencia de lo que Bauer había hecho con Carmichael, yo no conocía a mis víctimas y no los había torturado o despedazado. Aún así, yo había hecho una cosa que nunca olvidaría. Me había comido a mis víctimas. ¿Era yo diferente a Bauer? Yo no me había introducido la saliva de un werewolf, pero me había enamorado de un hombre que sospechaba que era peligroso. Yo no había matado a una amiga, pero había matado a gente inocente. Y tanto como me resistía, entendía a Bauer. Y quería empatizar.