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Hice una pausa antes continuar-.Hablando de callejeros, el primero que encuentres te matará. Por supuesto, probablemente te violará primero, ya que esa será su única posibilidad de aparearse con una hembra de su propia especie.

– Cállate.

– Estoy viendo tu futuro aquí, Sondra. Gratis. Sólo una persona puede ayudarte a evitar todo esto. El Alfa de la manada. La pregunta es, ¿Cómo consigues su ayuda? Bien, si escapas por ti misma, podrías presentarte en su escalera, suplicar piedad. Él será muy amable. Te invitará a entrar, tomará tu abrigo, te mostrará el salón, te ofrecerá café. Entonces te presentará a Clayton. Y ese hermoso rostro que admirarás será la última cosa que verás. Es decir si todavía estoy viva. Si muero aquí, yo realmente no te recomendaría que fueras a ninguna parte cerca del Estado de Nueva York. El infierno por el que pasas ahora no es nada comparado con lo que Clay te hará si muero.

La puerta de cuarto de baño se cerró de golpe -Tratas de asustarme.

Me reí -Lo sabes mejor, Sondra. Conociste a Patrick Lake. Sabes lo que son los callejeros. Conoces la reputación de Clay. Te ofrezco una salida. Ayúdame a escapar y me aseguraré de que Jeremy te ayude.

– ¿Por qué debería creer que mantendrías tu palabra?

– Porque soy un lobo de la manada, y no me degradaría mintiendo a un callejero. Para mí, eso es lo que eres. Un callejero útil, pero un callejero después de todo.

Bauer no contestó. Durante una hora nos quedamos silenciosas en nuestras respectivas celdas. Luego, tranquilamente, su voz apenas más fuerte que un susurro, Bauer estuvo de acuerdo. Y nos fuimos a dormir.

RUPTURA

Pasamos el día siguiente planificando, trabajando en el programa de observación, los viajes de los guardias del bloque de celdas, los horarios de comer, y los recurrentes ataques de locura de Bauer. Lo último era la parte más preocupante. ¿Y si Bauer enloquecía en mitad de nuestra fuga? Sus períodos lúcidos se volvían más largos, ¿pero durarían el tiempo suficiente?

Según Bauer, el sistema de seguridad de Winsloe estaba conectado directamente con las identidades de todo el personal del complejo. Esta conexión aseguraba que fuera casi imposible para un cautivo manipular el ordenador, añadiendo su propio retinal y marcas digitales. Por supuesto, esto significaba que era igualmente difícil borrar una ID. ¿Qué significaba esto para nosotros? La ID de Bauer todavía funcionaría. Ya que ella tenía autorización superior, podría entrar y salir de todos los niveles del complejo con un invitado no autorizado.

¿Se marcharía Bauer sólo con un compañero? Yo todavía no me decidía. Lo sentía por Leah y Curtis Zaid, pero no podía llevarlos conmigo. Ruth había tenido razón. Mientras más personas añadíera a mi plan de fuga, mayor era la probabilidad de fracaso. Era mejor aplacar mi conciencia con un compromiso personal de liberarlos cuando volviera con los demás. ¿Pero y Savannah? Ruth me había dicho que la dejara. ¿Debía hacerlo? ¿Podía hacerlo? Dos preguntas muy diferentes. Considerando la conexión de Savannah con la muerte de Ruth y los otros incidentes, ¿era seguro ponerla en libertad? Temía que las enseñanzas de Ruth sólo hubieran intensificado los poderes de Savannah, volviéndola más peligrosa. ¿Era sabio sacar a Savannah de aquí y dejarla al cuidado de una aprendiz de bruja como Paige? ¿O debería dejarla aquí, dónde sus poderes sería contenidos sin peligro, hasta que pudiéramos entrar en contacto con las otras brujas del Aquelarre? Quizás Ruth había anticipado el peligro y por eso me había dicho que no me llevara a Savannah cuando me escapara. De modo que debía dejar a Savannah.

¿Pero podía? ¿Podía abandonar a una niña aquí, sabiendo que podía pasarle algo antes de que volviera? De acuerdo, esa niña podía ser capaz del mal, pero no era su culpa o no lo hacía de manera conciente. Ella era inocente. Estaba segura de eso. Entonces, ¿cómo podría abandonarla? No podría. Bauer podría sacarnos a ambas por las salidas simplemente llevando a una persona a la vez. Eso nos haría más lentas, pero eso no justificaba abandonar a Savannah. De ser posible, me llevaría a Savannah. Simplemente no le diría nada a Bauer al respecto. No todavía.

***

Planeamos escaparnos esa noche, cuando los guardias trajeran mi comida de las diez y media de la noche. ¿Estábamos listas? Probablemente no, pero no me atrevía a esperar más tiempo. Tenía que detener a Clay. Necesitábamos el día de mañana como día de reserva, por si yo pudiera salir de mi celda esa noche.

Pasé la primera parte de la tarde descansando en la cama. Por supuesto, no descansaba realmente -no mentalmente al menos. Yacía sin poder dormir preocupándome de todo que podría salir mal. Antes de que los guardias llegaran, scaría las costras de mi rodilla herida, hacíendola sangrar otra vez, luego usaría esa distracción para matarlos y escaparme. ¿Y si el truco de la rodilla sangrando fallaba al incitar la preocupación de los guardias? ¿Y si yo no era lo bastante rápida, si el segundo guardia disparaba su arma mientras mataba al primero? Tenía que matarlos. No podía arriesgme a que recuperaran el conocimiento antes de que nos escapáramos-

Ufff.

Me congelé, reconociendo el sonido antes de que mi cerebro lo registrara. La puerta de mi celda se había abierto. En vez de saltar para ver quién estaba allí, me quedé inmóvil, tensa y esperando. ¿Qué hora era? Nueve con veinte. Demasiado tarde para que fuera Matasumi. Demasiado temprano para mi comida. Xavier se había ido. Eso dejaba a Winsloe. Por favor, no. No esta noche. Me quedé quieta, escuchando y oliendo el aire, esperando oír algún ruido.

Pasó un minuto entero sin ninguna palabra de saludo, ningún olor de un intruso, ningún sondio de la puerta al cerrarse. Levanté mi cabeza de la almohada y me di vuelta hacia la puerta detrás de mí. No había nadie allí. Moví mis codos para mira mejor. La puerta estaba cerrada. No, espera. No cerrada. Abierta diez centímetros, quizás menos. Otra vez, me moví. ¿Era Winsloe en el pasillo, dando a instrucciones de última hora a Ryman y Jolliffe? Aún no oía ni olía nada. Conté sesenta segundos, luego saqué mis piernas por el costado de la cama, y me arrastré hacia la puerta. Inclinándome hacia la grieta abierta, inhalé. Sólo había viejos olores. ¿Cómo era posible? Alguien había abierto la puerta sólo un minuto antes. ¿Por qué podía no podía olerlo?

Moviéndome para ponerme en cuclillas, abrí la orilla unos centímetros más, luego un poco más, finalmente un casi medio metro. Estiré los tendones de mis corvas, avencé en puntas de pie, y miré detenidamente fuera de la puerta. Había alguien en el pasillo. Me eché hacia atrás, luego comprendí a quién había visto y me asomé otra vez. Bauer estaba de pie fuera de su celda, mirando a un lado, luego al otro. Cuando me vio, se enderezó.

– ¿Tú-? -susurró.

Sacudí mi cabeza y avancé por el pasillo. Antes de que pudiera decir algo, una puerta se abrió en el extremo opuesto del pasillo y Savannah salió, medio tropezando debido al sueño, su cabello convertido en un enredo oscuro, un delgado hombro sobresaliendo de un camisón de tela escocesa roja. Al vernos, se frotó una mano sobre la cara y bostezó.

– ¿Qué pasa? -preguntó.

Hice señas para que se quedara en silencio y se acercara. Ya que yo no podía oler a nadie más en el pasillo, las puertas debían haberse abierto automáticamente, algún mal funcionamiento mecánico. ¿Demasiada coincidencia? Tal vez, pero yo no iba a ignorar la oportunidad. Sí, esto podía ser una trampa, pero ¿Con qué objetivo? ¿Ver si trataríamos de escaparnos? Sería más una prueba de inteligencia -alguien que permaneciera en prisión cuando las puertas estaban abiertas claramente carecía de algunas células cerebrales. Podía ser uno de los experimentos de Matasumi, como cuando me había puesto en ese cuarto con Patrick Lake. Peor aún, podía ser otro de los juegos enfermos de Winsloe. Entonces ¿Debería sentarme en mi celda y no hacer nada? Tal vez debería, pero no podía. Si esto era real, tenía la posibilidad de salvar a las tres personas cuya seguridad me concernía en mayor medida: Savannah, Bauer, y, por supuesto, yo misma.