Chen empezaba a ver ahora a Xiuxiu «seduciendo» a Cui. Astuta y calculadora, lo cierto es que obligó a Cui a colmar sus deseos.
Aún quedaban preguntas sin responder en la historia, pero Chen creía haber encontrado un nexo común entre todos los reíalos. Por fin podría acabar su trabajo de literatura, aunque no fuera un proyecto tan ambicioso como había esperado.
Mientras apuraba el café abrió la tapa de su móvil. Había recibido muchos mensajes, incluido uno de Nube Blanca. Primero la llamó a ella. Le informó como una policía de que había obtenido resultados en su búsqueda por Internet, pero hacia el final de la conversación le hizo una sugerencia digna de una «pequeña secretaria».
– Date un respiro, jefe. Vete a un club nocturno. Allí podrás conocer de primera mano el ambiente en el que se movían las víctimas, y además conseguirás relajarte un poco. Y siempre puedo hacerte compañía, ya lo sabes. Tienes demasiadas cosas en las que pensar, y estoy preocupada. Tus nervios no van a aguantar tanta tensión.
Chen no sabía si tomarse el comentario como una indirecta. Aunque, por su pasado de chica de karaoke, Nube Blanca conocía el negocio y podía contribuir a la investigación.
– Gracias, Nube Blanca. Podría ser una buena idea, cuando acabe mi trabajo de literatura en un par de días.
A continuación Chen llamó al profesor Bian, el cual se encontraba en su casa y contestó al oír el primer timbrazo.
– ¿Cómo va su trabajo, inspector jefe Chen?
– He estado analizando otra historia -respondió Chen-. ¿Le parece que el análisis de tres historias bastará para el trabajo?
– Sí, con tres debería ser suficiente.
– Comparten un enfoque común: cada una de ellas contiene algún elemento que contradice el tema amoroso. La heroína se convierte inesperadamente en un demonio o provoca algún desastre. Los cambios se perciben a través de detalles insignificantes: un término médico, un poema ambiguo o una frase incluida al azar. Una vez analizados estos cambios, el tema romántico se ve desde una perspectiva radicalmente distinta.
– Ha escogido un enfoque original. Pero creo que tiene que demostrar qué hay detrás.
– ¿Qué hay detrás? -preguntó Chen, repitiendo el comentario de Bian. No existían las coincidencias, como en las investigaciones policiales. O como en el psicoanálisis. Tendría que haber una explicación-. Tiene razón, profesor Bian.
– Los relatos se escribieron durante dinastías diferentes, y los escritores procedían de orígenes sociales diferentes…
– Entonces, se refiere a un sentimiento subyacente que está presente a lo largo de diferentes dinastías, fueran o no conscientes de ello esos escritores.
– Si prefiere verlo así… Un sentimiento muy arraigado en la cultura china, por lo que su proyecto puede que no sea fácil.
– Pensaré en ello. Muchísimas gracias, profesor Bian.
La sugerencia del profesor le pareció muy interesante. Nada más colgar, lo primero que le vino a la mente fue el confucianismo, la ideología predominante en China durante dos mil años, una ideología apenas cuestionada hasta principios del siglo XX.
Sin embargo, Confucio no dijo nada sobre el amor romántico, por lo que Chen podía recordar.
Pese a ello, aún se sentía alterado, como si estuviera a punto de hacer un descubrimiento importante. Había pedido prestados varios cánones confucianos que todavía no había tenido tiempo de leer. Ahora podría extraer una conclusión para su trabajo. Comenzaban a ocurrírsele varias ideas cuando el teléfono volvió a sonar. Era el director Zhong.
– Llevo toda la mañana buscándolo, inspector jefe Chen.
– Lo siento, me había olvidado de encender el móvil -se disculpó-. ¿Alguna novedad en el caso del complejo residencial?
– La fecha del juicio se ha adelantado y ahora se celebrará dentro de unas dos semanas. La decisión viene de Pekín.
– ¿Por qué tantas prisas?
– Cuanto más larga es la noche mayor es el número de pesadillas. Nadie quiere que el caso se alargue. Peng recibirá su castigo de todos modos, así que ¿por qué retrasarlo? La gente verá que las autoridades del Partido se ponen de su parte.
– Eso está bien -comentó Chen. Pero, una vez más, la política dictaba el resultado de un juicio-. Entonces no tenemos que seguir preocupándonos.
– Bueno, Jia ha estado presionando mucho. Sostiene que Peng no es el único culpable en este escándalo. ¿Qué le pasa a ese abogado? Puede que Peng conozca a algunos miembros del Gobierno municipal, pero el hecho de que los conozca no significa necesariamente que sean corruptos. ¿Ha averiguado algo sobre él?
– Nada importante -respondió Chen. Si bien era cierto que había estado demasiado ocupado con sus propios asuntos como para ponerse a investigar a fondo, también lo era que nadie le había contado nada relevante sobre Jia-. Pero continuaré investigando.
Cuando colgó el teléfono, Chen ya había perdido el hilo de su trabajo de literatura. Se tomó otra taza de café, pero no le sirvió de mucho.
Lanzó una mirada al reloj de pared y comenzó a marearse.
16
Chen se despertó muy temprano con un terrible dolor de cabeza.
Se hizo una cafetera de café bien fuerte y se bebió dos tazas de un trago para desayunar. Su dolor de cabeza no mejoró.
No se le ocurrió ninguna idea sobre el trabajo de literatura, ni tampoco sobre el caso.
Le llegó otro paquete por correo urgente enviado desde el Departamento, que incluía un informe de Hong sobre sus actividades como señuelo haciéndose pasar por acompañante para bailes.
Chen hizo entonces una segunda cafetera. A continuación se tragó un puñado de pastillas de ginseng coreanas con el café y se fumó un cigarrillo.
Poco después, se sintió mareado y tembloroso y comenzaron a entrarle sudores fríos.
Sintió el impulso incontenible de actuar de forma irracionaclass="underline" dar patadas a la pared, aullar como una lechuza, romper algo, gritar consignas políticas blasfemas.
Sudando, se metió el puño en la boca como si luchara contra un dolor de muelas y se apresuró a cerrar la puerta con llave antes de tragarse un par de pastillas para dormir y desplomarse sobre la cama.
Se despertó un poco más tarde, sintiéndose como un espantajo asustado. Pensó que estaba sufriendo una crisis nerviosa, y recordó el colapso de T.S. Eliot en Suiza. Se alarmó sólo de pensarlo.
¿Qué sucedería si una compulsión irracional volviera a apoderarse de él? Afortunadamente, ahora estaba en su casa, pero era imposible saber dónde podría ocurrirle la próxima vez. Sería desastroso que perdiera la cordura de esta forma en público.
Buscó en el botiquín sin encontrar nada, viéndose a sí mismo como el hombre vacío en el poema de Eliot.
Hacia las nueve, cuando llamó Nube Blanca para ofrecerle el informe de rutina sobre su búsqueda en Internet, Chen apenas tenía fuerzas para hablar.
– No te muevas -le ordenó ella denotando preocupación en la voz-. Ahora mismo voy a tu casa.
Llegó media hora más tarde y, para sorpresa de Chen, vino acompañada de Gu, su antiguo jefe y actual presidente de la Corporación Nuevo Mundo. Gu había traído una gran bolsa de plástico llena de suplementos herbales chinos.
Desde que se conocieran durante la investigación de otro caso de asesinato, el ingenioso empresario se había declarado amigo del inspector jefe. Un contacto como Chen podría ser valioso para su negocio, pero Gu también había ayudado a Chen a su manera.
– Le hacen falta unas vacaciones, inspector jefe Chen -afirmó Gu-. Unas vacaciones en el complejo de la montaña y el lago Ting. Váyase hoy mismo, yo me encargo de todo.
Gu había invertido dinero en varias propiedades, incluyendo el conocido complejo vacacional situado junto a la frontera entre Shanghai y la provincia de Zhejiang.
Era una sugerencia tentadora. A lo largo de los últimos días, los casos del complejo residencial y del vestido mandarín, las intromisiones políticas dentro y fuera del Departamento y la deconstrucción de las historias de amor clásicas habían dejado exhausto a Chen. Unas cortas vacaciones podrían venirle bien.