– Tramposo -apenas soltó las palabras cuando él tensó la tela sobre sus pechos. Sus caderas iniciaron un movimiento circular e involuntario sobre el estómago de Jack.
– No veo que te quejes -sonrió. Enroscó las manos en torno a la seda sin dejar de mirarla-. Pongamos a prueba tus sentidos agudizados.
Ella contuvo el aliento, nerviosa. Había planeado darle placer de esa manera, no que él invirtiera las tornas, Los pezones ya se le habían endurecido y la humedad entre sus piernas atestiguaba la creciente excitación. Cuando le ató el pañuelo en torno a la cabeza, todo a su alrededor se puso negro.
La anticipación le hizo un nudo en el estómago. Todos los sentidos se le potenciaron.
Una ráfaga de aire fresco le recorrió los pezones. Arqueó la espalda ante el ataque sensual y habría caído si Jack no le hubiera pasado el brazo fuerte por la cintura.
– Te tengo -la ayudó a tumbarse sobre los cojines mullidos.
La curiosidad martilleó por sus venas. Era vulnerable a él, pero nunca había confiado más en un hombre.
– ¿Jack?
– Aquí -le dio un beso suave en los labios, luego le ajustó la venda, para que estuviera cómoda pero no pudiera ver nada. Segundos más tarde, una música suave flotó en la habitación-, ¿Te encuentras bien? -preguntó.
– Nunca he estado mejor -captó la calidez en su propia voz y supo que era reflejo de cómo hacía que se sintiera.
– Bien. Y ahora probemos tu teoría. Hay cinco sentidos, ¿verdad?
Ella asintió.
Pensaba poner a prueba cada uno. No podía ofrecerle más que el ahora, pero cuando hubiera terminado, Mallory no solo tendría su amor, sino un montón de recuerdos a los que aferrarse, igual que él.
Entonces, ¿por qué no le parecía suficiente?
Supo que lo que deseaba era perderse otra vez dentro de ella, y en esa ocasión ser él quien diera rienda suelta a sus emociones contenidas.
– ¿Con cuál de los cinco quieres empezar? -le preguntó.
– Creo que con el tacto -sonrió.
Al pensar en todas las formas en que quería explorar su cuerpo y dejar que ella lo sintiera a él, se puso a sudar.
Apretó los dientes y se dijo que aún no.
– Lo siento, pero reservamos el mejor para el final. Pasemos al gusto. No te muevas.
– ¿Piensas que voy a ir a alguna parte? -preguntó con ironía.
Fue al minibar que había bajo el televisor. Menos mal que encontró una barra de chocolate. Después de desenvolverla, tomó un bocado del chocolate con leche y caramelo y se puso a masticar.
– Eh, ¿qué está pasando? -preguntó ella cuando el silencio se prolongó.
– Nada -rio. -¿Estás lista?
– Estaba lista -siguió la afirmación con un largo gemido que él tragó con la boca cuando le cubrió los labios con los suyos.
La lengua de Jack le invadió la boca y comenzó una pausada exploración. Ella le lamió la lengua y le mordisqueó el labio inferior antes de parar para respirar,
– Mmm. Delicioso.
El sonido ronco lo sacudió hasta los cimientos, renovándole el deseo de momentos atrás.
– Chocolate.
– Muy bien. ¿Lista para el siguiente?
Ella se humedeció los labios. De algún modo, Jack logró contenerse de tirarla sobre la cama. Primero debían completar un experimento.
– Olfato, ¿de acuerdo? -la volvió para que quedara de cara a él. Después de darse una ducha y antes de marcharse a la ciudad, se había pasado loción para después del afeitado. La tomó por las caderas y dijo-Adelántate y pasa las piernas alrededor de mi cintura.
Le ciñó la cintura y el calor femenino y húmedo se pegó de forma tentadora a su ingle.
– ¿Qué me estás haciendo? -gimió más que preguntó.
Jack la entendió. Tenía el cuerpo tenso y suplicaba liberación. Le dio un beso en los labios.
– Excitarte, cariño. Lo mismo que pretendías hacer tú con ese pañuelo.
– Tendré que pagarte con la misma moneda, ¿lo sabes?
Él rio con ganas.
– Tiemblo de miedo. Y ahora apoya la cabeza aquí -le guio la barbilla al hombro.
Mallory apoyó la mejilla suave contra la piel más áspera y permanecieron en silencio mientras a ella el corazón le latía deprisa. Los pechos se le suavizaron contra Jack y el extremo de la dureza de él se asentó sobre su abertura, desprotegida e insistente.
Él rezó para poder contenerse.
– Respiras deprisa -comentó ella con tono burlón. -Y de forma entrecortada. ¿Cuenta eso para mí agudizado sentido del oído?
Jack estaba dispuesto a aceptarlo si con ello aceleraba la finalización del experimento,
– Está bien.
Mallory enterró la cara en el cuello y el hombro de Jack. Respiraba como él. Le rodeó la cintura con los brazos y lo pegó a su cuerpo. El gesto fue más íntimo que experimental. Más una expresión honesta de emoción que un juego ligero y fácil.
Jack se aferró a la poca fortaleza que le quedaba. Hasta que Mallory comenzó a frotar la nariz sobre su cuello.
– Almizcleño -murmuró. -Masculino -las palabras vibraron cerca del oído de él. -Y tan sexy -le mordisqueó la piel y luego lo aplacó con la lengua.
En ese momento el cuerpo le tembló y la contención se convirtió en un recuerdo. El experimento se había terminado. Además, había sido más duro para él que para ella. Había sobrevivido al gusto, al olfato y al oído. En ese momento quería el tacto.
La echó sobre la cama y le quitó el pañuelo. Mallory parpadeó al adaptarse a la luz.
La miró a la cara.
– Quiero tacto.
– Yo también -sonrió. -Por Dios, yo también.
Su permiso era todo lo que Jack necesitaba. Le abrió las piernas y la penetró.
Mallory se sentó y observó a Jack dormir. El deseo flotó por debajo de la superficie, una emoción secundaria respecto del amor que le inspiraba ese hombre.
Se dio cuenta de que por primera vez en la vida, sus sentimientos y necesidades se anteponían al deseo de complacer a su padre, un hombre que jamás había mostrado interés en su vida o carrera. No entendía por qué había planificado todo su futuro en torno al intento de ganarse el respeto y el amor de ese hombre.
Con el amanecer próximo, comprendía que el camino profesional que había elegido por los motivos equivocados entraba en conflicto con las revelaciones que le había hecho el detective privado sobre la señora Lederman.
Y ya era hora de enfrentarse a ciertos hechos y sentimientos.
– ¿Estás despierta? -la voz ronca de Jack sonó en su oído,
– Mmm. Estaba pensando.
– Espero que en lo que pasó anoche -alargó una mano para coronarle un pecho.
Sintió el hormigueo placentero, pero primero necesitaba hablar,
– Lo de anoche fue asombroso. Pero tenemos que hablar de trabajo antes de volver a desviarnos.
– ¿Quieres que hable de trabajo mientras estoy en la cama contigo? -rio. Se acercó hasta apoyar la entrepierna, dura y erecta, en su espalda.
– A pesar de lo que me cuesta negarte algo -suspiró-y necesito quitarme esta información de dentro.
– ¿De qué se trata? -preguntó preocupado.
– Alicia Lederman tiene un historial de abuso de drogas recetadas.
– ¡Bingo!
Mallory se encogió por dentro ante el entusiasmo en su voz.
– Es exactamente lo que necesitamos exponer para llegar a un acuerdo. En cuanto le hablemos a Lederman de ello… Aguarda un momento -detrás de ella Jack se sentó.
– ¿Qué sucede?
– ¿Ese abuso tuvo lugar mientras estaban casados?
Mallory asintió.
– Y también su estancia en una clínica de rehabilitación cara.
– Entonces, ¿por qué Lederman no compartió esta información con nosotros?
– Bueno, aún no somos sus abogados -le recordó ella.
– Eso puedo aceptarlo. Pero también existe otra posibilidad…
– Que nos estuviera poniendo a prueba -concluyó Mallory. -Quería ver si descubriríamos la información y hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar.