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El fomento frío consiste en empapar un lienzo en agua fría, exprimirlo bien y doblarlo de modo que tenga la dimensión del lugar donde se aplica.

Sobre la compresa se coloca un paño suave y seco, sujeto con una venda, de manera que el aire no llegue a la compresa.

Se debe conservar puesta hasta que se seque completamente, y entonces se cambia.

Sometido a este tratamiento, el enfermo experimentará instantáneamente una viva impresión.

Sin embargo, pronto vendrá la reacción por el aflujo de la sangre a la piel, que producirá una agradable sensación de bienestar.

Los hidroterapeutas aplican la compresa fría en muchos casos de dolor.

Pero el alivio es puramente local, y el tratamiento se ha de complementar con la irrigación intestinal para eliminar la causa del trastorno.

La compresa fría se puede aplicar en el pecho, garganta, frente, etc., según lo requiera el caso.

Cuando se aplique en el pecho o el abdomen se habrá de emplear una compresa mucho más grande, por exigirlo así la mayor superficie que ha de cubrir y proteger del aire.

Pediluvios

Los pediluvios constituyen una parte importante de la hidroterapia.

También es un tratamiento muy usado por las madres de familia a la antigua, quienes tuvieron repetidas ocasiones de verificar su eficacia.

El pediluvio puede ser caliente o frío.

El pediluvio caliente descongestiona la cabeza, y es un buen sedante para el sistema nervioso.

Resulta muy eficaz en los casos de cefalalgia, neuralgia, convulsiones, congestión, etcétera.

Al efecto se emplea un lebrillo, cubeta o recipiente adecuado lleno de agua Caliente hasta que cubra los tobillos.

Las piernas deben cubrirse con una manta, para protegerlas del aire.

El agua estará a la temperatura que pueda resistirse sin peligro de quemadura o escaldamiento.

Los pies permanecerán en el agua de cinco a quince minutos, según el caso y el estado del enfermo.

Conviene concluir el tratamiento con una fricción de agua fría; después enjugarse con cuidado los pies y ponerse calcetines limpios y bien secos.

El pediluvio frío es un estimulante eficacísimo que robustece el organismo y lo preserva de los nocivos efectos de las variaciones de la temperatura ambiente.

Refresca el cuerpo después de un día de fatiga, sobre todo cuando se ha permanecido largas horas de pie o se caminó mucho y sin tregua.

El pediluvio frío produce una sensación de bienestar y placidez sumamente agradable a la persona fatigada.

Asegura un sueño tranquilo por las noches, en razón de lo cual es un excelente remedio para el insomnio y también para combatir el frío de los pies.

Dolores de cabeza de distinta índole han cedido a tan simple tratamiento, y no pocas mujeres de físico delicado se fortalecieron apelando a este recurso.

No obstante, resulta perjudicial en el período de la menstruacíón.

Se toma el pediluvio frío del mismo modo que el caliente, con la sola diferencia de la temperatura del agua y cuidando que los pies no permanezcan sumergidos más de tres minutos.

Se concluye el tratamiento con una vigorosa fricción seca y masaje de palmoteo hasta provocar la reacción.

Aplicaciones especiales

De mucho efecto fortalecedor es el procedimiento, de darse una fricción de agua fría y provocar la reacción de las partes más íntimas.

Se conocen en la India múltiples casos en que se ha mantenido la vitalidad sexual hasta muy avanzada edad, o que se recobró después de perdida, gracias a tan sencillo procedimiento.

Consiste el secreto en que se activa la circulación o riego de los órganos sexuales y, por lo tanto, se aumenta su vigor.

La estrecha relación entre los órganos sexuales y el sistema nervioso mejora muchísimo cuando la vitalidad sexual se conserva en condiciones normales.

Como uno de los efectos de la vitalidad sexual es el robustecimiento de todo el organismo, es necesario, en consecuencia, evitar los abusos genésicos.

Quien desee la energía sexual sólo para halago de la concupiscencia es tan insensato como el que cree vigorizar los órganos sexuales con fuertes bebidas espirituosas.

Practican los indos, además del baño, el lavamiento o ablución.

Este procedimiento consiste en lavarse el cuerpo de cintura abajo con una esponja antes de irse a la cama, todas las noches, y lo mismo de medio cuerpo arriba, por la mañana.

Al parecer, este tan sencillo procedimiento lo han usado con gran éxito muchos americanos y europeos que lo aprendieron en la India, y aseguran que con él consiguen un sueño muy reparador y tranquilo, al propio tiempo que al despertar se encuentran fuertes y vigorosos.

Convendría que cada cual lo experimentara en su propia persona, a fin de comprobar si en efecto da tan excelentes resultados como se afirma que es dable esperar.

Conclusión

En las páginas de este libro hemos expuesto algunos procedimientos hidroterápicos que se usan desde hace siglos en la India y países adyacentes con éxito nunca desmentido.

Estos procedimientos son tan sencillos y tan común es su uso en dichos países que hasta las gentes vulgares quedarían sorprendidas sí se les dijera que para su aplicación es necesario dar instrucciones.

Consideran allí todas las clases sociales estos procedimientos hidroterápicos cosa tan indispensable y natural como andar, respirar, dormir y comer.

Les parecería tan absurdo al pueblo indo que alguien pretendiera enseñarles el uso higiénico y terapéutico de] agua como si se les quisiese instruir con respecto a la manera de respirar.

No obstante, los pueblos occidentales han necesitado que se les enseñase a respirar y a obtener higiénicos y terapéuticos beneficios del agua.

La civilización occidental ha alejado al hombre de la Naturaleza, haciéndole olvidar lo que instintivamente enseñó a sus hijos la Madre común de la raza humana.

Esperamos que nadie caerá en el error de desdeñar estos procedimientos por la sola razón de que son fáciles.

Confiad en el conocimiento instintivo de los pueblos del Extremo Oriente, que viven en contacto íntimo con la Naturaleza y obedecen sus sabias enseñanzas.

Es cierto que en ciudades populosas de la India ha perdido la gente sus antiguos usos y costumbres; pero en las poblaciones rurales, alejadas de los centros urbanos, los indos viven y han vivido durante siglos en contacto con la Naturaleza, cuyos beneficios reciben.

Ha de pagarse lo que cuesta la falsa civilización, y el precio suele ser el desmejoramiento y la enfermedad.

Pero si a las ventajas innegables del aspecto armónico de la civilización se agregasen las de los métodos naturales de disfrutar del bienestar físico, desaparecería el siniestro aspecto de la civilización occidental, que pone tantas trabas al perfeccionamiento de la humanidad.

Confiamos en que la lectura detenida de este libro conducirá a muchos a la natural senda de la vida cuya meta es la euforia que brinda la plena salud.

Aire, agua y sol son los mejores dones que la Naturaleza ha concedido al hombre.

Si los aprovechara adecuadamente, la enfermedad quedaría desterrada para siempre de este mundo.

William Walker Atkinson

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