—Porque no puedo. Por razones obvias.
—Entonces, ¿qué es lo que quiere que le diga?
E. D. se me quedó mirando fijamente. Luego volvió la vista a su bebida.
—Quiero que le digas que desenchufe el proyecto de los replicadores. Literalmente. Que desconecte la refrigeración. Que lo mate.
Ahora me tocaba a mí poner expresión incrédula.
—Ya sabe lo improbable que es eso.
—No soy estúpido, Tyler.
—Entonces ¿por qué…?
—Es mi hijo.
—¿Y ahora se da cuenta?
—¿Hemos tenido una desavenencia política y de repente ya no es mi hijo? ¿Crees que soy tan superficial que no sé distinguir? ¿Que como no estoy de acuerdo con él entonces ya no lo quiero?
—Todo lo que sé es lo que he visto.
—No has visto nada. —Empezó a decir algo más, pero lo reconsideró—. Jason es un peón de Wun Ngo Wen —dijo—. Quiero que despierte y se dé cuenta de lo que está ocurriendo.
—Usted lo crió para que fuera un peón. Su peón. Simplemente no le gusta ver a otro con ese tipo de influencia sobre él.
—Gilipolleces. Puras gilipolleces. Quiero decir, no, vale, ya que estamos de confesiones, quizá sea verdad, no lo sé, quizá necesitemos algo de terapia familiar, pero ése no es el asunto en realidad. El asunto es que toda persona con poder de este país está enamorada de Wun Ngo Wen y su puto proyecto de replicadores. Por la razón obvia de que es barato y parece plausible ante los votantes. ¿Ya quién le importa si no funciona porque ninguna otra cosa funcionaría, y si nada funciona entonces el fin se acerca y los problemas de todo el mundo parecerán diferentes cuando amanezca el sol rojo? ¿No es así? Lo disfrazan, lo llaman una apuesta o una jugada/pero sólo es un truco de ilusionista con el propósito de distraer a las masas analfabetas.
—Un análisis interesante —dije—, pero…
—¿Estaría hablando contigo si creyera que se trata de un análisis interesante? Haz las preguntas apropiadas, si quieres discutir conmigo.
—Como ¿cuáles?
—Como ¿quién es exactamente Wun Ngo Wen? ¿A quién representa, y qué quiere en realidad? Porque a pesar de lo que digan en la televisión no es Mahatma Ghandi disfrazado de enanito del Mago de Oz. Está aquí porque quiere algo de nosotros. Desde el primer día.
—Lanzar los replicadores.
—Obviamente.
—¿Y eso es un crimen?
—Una pregunta mejor sería: ¿por qué los marcianos no los lanzan ellos mismos?
—Porque no se arrogan el derecho a hablar por todo el sistema solar. Porque un trabajo como ése no se puede emprender unilateralmente.
Hizo una mueca de exasperación.
—Eso son cosas que se dicen para manipular al otro, Tyler. Hablar de unilateralidad y diplomacia es como decir «te amo»… sirve para poder echar un polvo. A menos, por supuesto, que los marcianos sean realmente espíritus angélicos que han descendido de los cielos para librarnos del mal. Cosa que en mi opinión no crees.
Wun lo había negado tantas veces que no podía objetar.
—Quiero decir, mira su tecnología. Esos tipos llevan haciendo biotecnología de alto nivel desde hace mil años. Si querían poblar la galaxia con nanobots ya lo podrían haber hecho hace mucho tiempo. ¿Y por qué no lo han hecho? Descartando la explicación que implica que son muchísimo mejores personas que nosotros, ¿por qué? Obviamente porque tienen miedo a las represalias.
—¿Represalias de los Hipotéticos? No saben nada acerca de los Hipotéticos que nosotros no sepamos.
—O eso dicen. Y eso no significa que no tengan miedo de ellos. En cuanto a nosotros… somos los gilipollas que lanzamos un ataque nuclear contra los artefactos polares no hace demasiado tiempo. Pues sí, la responsabilidad sería nuestra, ¿por qué no? Jesús, Tyler, míralo. Es la clásica encerrona. No podría ser más artera.
—O quizá sea un paranoico.
—¿Lo soy? ¿Quién define paranoia a estas alturas del Spin? Todos estamos paranoicos. Lo único que sabemos es que hay enormes fuerzas malevolentes que controlan nuestras vidas, lo que es bastante parecido a la definición de paranoia.
—Sólo soy un doctor de medicina general —dije—. Pero hay gente muy inteligente que me dice que…
—Estás hablando de Jason, por supuesto. Jason te ha dicho que todo saldrá bien.
—No sólo Jason. Toda la administración Lomax. La mayoría del Congreso.
—Pero todos esos dependen de los consejos de los empollones de ciencias. Y los empollones están hipnotizados por todo esto al igual que Jason. ¿Quieres saber qué es lo que motiva a tu amigo Jason? El miedo. En la situación en que estamos, si él muere en la ignorancia, significa que toda la raza humana muere en la ignorancia. Y eso hace que se cague de miedo, la idea de que toda una especie inteligente puede ser borrada del universo sin entender jamás ni el cómo ni el porqué. Quizá en vez de diagnosticarme paranoia deberías pensar en los delirios de grandeza de Jason. Ha hecho suya la misión de entender el Spin antes de morir. Aparece Wun y le muestra una herramienta que puede utilizar para ese fin y por supuesto que se lo traga: es como darle una caja de cerillas a un pirómano.
—¿De verdad quiere que le cuente todo esto?
—No, yo… —E. D. parecía de repente más taciturno, o quizá fuera el alcohol en su sangre el que hablaba—: Pensé que como a ti te escucha…
—Sabe que no serviría de mucho lo que le dijera.
Cerró los ojos.
—Puede ser. No lo sé. Pero tengo que intentarlo. ¿Lo ves? Por mi conciencia. —Me asombró el que confesara que tenía una—. Déjame ser franco contigo. Me siento como si estuviera contemplando un accidente de ferrocarril a cámara lenta. Las ruedas se han salido de la vía y el conductor no se ha percatado. ¿Y qué puedo hacer? ¿Es demasiado tarde para tirar de la alarma? ¿Demasiado tarde para gritar «¡cuidado!»? Probablemente. Pero es mi hijo, Tyler. El maquinista es mi hijo.
—No corre más peligro que el resto de nosotros.
—Creo que en eso te equivocas. Incluso aunque esto tenga éxito, todo lo que conseguiríamos sería información abstracta. Para Jason eso está muy bien. Pero no es suficiente para el resto del mundo. No conoces a Preston Lomax. Yo sí. Lomax estaría más que dispuesto a adjudicarle un fracaso a Jason y colgarlo por ello. Un montón de gente en el gobierno quiere cerrar Perihelio o que sea entregado a los militares. Y ésos son los mejores escenarios. En el peor, los Hipotéticos se enfadan y desconectan el Spin.
—¿Le preocupa que Lomax cierre Perihelio?
—Yo construí Perihelio. Sí, me preocupa. Pero no estoy aquí por eso.
—Puedo contarle a Jason lo que me ha dicho, pero ¿cree que le hará cambiar de opinión?
—Eh… —Ahora E. D. se dedicó a inspeccionar la superficie de la mesa. Sus ojos se volvieron un poco desenfocados y acuosos—. No. Obviamente no. Pero si quiere hablar… quiero que sepa que puede hacerlo. Si quiere hablar. No cargaré contra él. De verdad. Si quiere hablar.
Era como si hubiera abierto una puerta y su soledad se derramara a borbotones por ella.
Jason suponía que E. D. había venido a Florida como parte de algún plan maquiavélico. Puede que el viejo E. D. lo hubiera hecho. Pero el nuevo E. D. me sorprendió como un hombre envejecido, lleno de remordimientos e impotente para cambiar lo que sucedía a su alrededor, que encontraba sus estrategias en el fondo de una copa y que había venido a la ciudad espoleado por su conciencia culpable.
—¿Ha intentado hablar con Diane? —dije en un tono más amable.
—¿Diane? —Hizo un gesto desdeñoso con la mano—. Diane ha cambiado su número de teléfono. Ya no puedo ponerme en contacto con ella por ahí. De todas formas, está comprometida con esa puñetera secta apocalíptica suya.
—No es una secta, E. D. Es sólo una pequeña iglesia con unas cuantas ideas bastante extrañas. Simon está más comprometido que ella.