—Dos coma cinco minutos —dijo Rombo.
Keith asintió y tocó el botón de privacidad que levantó cuatro pantallas de fuerza dobles alrededor de su puesto, creando un vacío que impedía el paso de cualquier sonido.
—PHANTOM —dijo—, busca en todos los datos del ordenador cualquier tipo de investigación hecha por Gaf Kandaro em-Weel y sus asociados, especialmente material que no haya sido traducido del waldahudar.
—Buscando. Encontrado.
—Muestra títulos y resúmenes en inglés.
Keith miró la pantalla frente a él.
—Descarga en un watson los artículos dos, diecinueve y… veamos, mejor añade también el veintiuno. Codifícalo todo bajo la palabra clave «Kassabian»: K, A, S, S, A, B, I, A, N. Graba lo siguiente, y añádelo al watson como mensaje sin codificar:
«Keith Lansing a Valentina Ilianov, Preboste, New Beijing. Val, nos atacan naves waldahud, y no me sorprendería si dentro de poco te atacan también a ti. He averiguado que teóricamente existe una manera de destruir un atajo, aplanando el espacio a su alrededor de manera que no se pueda anclar al espacio normal. Si ves que una fuerza de invasión waldahud va a poder con tu flota, quizá quieras considerar destruir la salida de tu atajo. Por supuesto, hacerlo aislará Sol/Epsilon Indi/Tau Ceti del resto de la galaxia, y dejará a las fuerzas waldahudin sin vía de retirada. Piénsalo muy bien antes de hacerlo, amiga mía. El procedimiento puede desentrañarse de los artículos que te adjunto con este mensaje. Los he codificado. La clave es el apellido de aquella mujer que nos gustaba a los dos en New New York hace muchos años. Fin.
—Hecho —dijo PHANTOM.
Keith pulsó una tecla. Las pantallas de privacidad se desvanecieron.
—Lanza el watson, Lianne —dijo.
—Ejecutando.
Keith miró cómo el pequeño recipiente flotaba lejos de Starplex. El corazón le golpeaba en el pecho. Si Val decidía usar la técnica, habría otra consecuencia que Keith no había hecho explícita: él y Rissa, y el resto de terrestres a bordo de Starplex, jamás verían de nuevo el hogar.
—Allá vamos —dijo Rombo—. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Lanzando PDQ. Tres. Dos. Uno. Lanzando Rum Runner. Tres. Dos. Uno. Lanzando Marc Garneau. Tres. Dos. Uno. Lanzando Dakterth. Tres. Dos. Uno. Lanzando Long March.
Las emisiones de fusión de diez motores gemelos iluminaron el cielo holográfico a medida que las cinco sondas se alejaban del disco central de Starplex. Las naves waldahud estaban ya lo bastante cerca como para verlas directamente en vez de como triángulos de colores.
—Pantallas de fuerza al máximo —dijo Rombo.
—Abra ventanas en las pantallas de fuerza y envíe lo siguiente por lasercom codificado directamente a cada una de nuestras naves —dijo Keith—. Nadie ha de abrir fuego a menos que los waldahudin nos disparen. Quizá una demostración de fuerza bastará para que retrocedan.
—Ya han pulverizado uno de nuestros watsons —declaró Thor.
Keith asintió.
—Pero si se va a disparar a seres sentientes, los waldahudin van a tener que empezar.
—Mensaje entrante —dijo Lianne.
—Veámoslo.
La cara de Gawst apareció.
—Última oportunidad, Lansing. Rinda Starplex.
—No hay respuesta —dijo Keith.
Miró a uno de sus monitores. Starplex todavía estaba orientada con su telescopio inferior mirando hacia la estrella verde, y hacia los cazas que se aproximaban.
—La nave de Gawst se acerca rápido —dijo Thor—. Las otras siete mantienen la posición a unos nueve mil kilómetros.
—Calma todo el mundo —dijo Keith—. Calma.
—¡Está disparando! —dijo Thor—. Impacto directo en nuestras pantallas de fuerza. No hay daños.
—¿Cuánto tiempo podemos seguir parando sus láseres? —preguntó Keith.
—Cuatro, quizá cinco disparos más —dijo Lianne.
—Las otras naves waldahud se están acercando, intentan rodearnos —dijo Thor.
—¿Quiere que nuestras sondas entablen batalla? —preguntó Rombo. Keith no dijo nada—. Director, ¿quiere que nuestras sondas entren en batalla con ellas?
—No… No pensé que Gawst dispararía —dijo Keith.
—Están adoptando posiciones geodésicas equidistantes a nuestro alrededor —dijo Thor—. Si las ocho naves disparan a la vez y en la misma longitud de onda, sobrecargará nuestros escudos. No habrá dónde desviar la energía.
Hologramas de los pilotos delfines y sus artilleros flotaban sobre la consola de Keith.
—Déjame ir a por la nave más cercana —dijo Rissa, que volaba con Morrolargo a bordo de la Rum Runner.
Keith cerró los ojos un segundo. Cuando los abrió, había encontrado resolución.
—Hazlo.
—Disparando a la cápsula de motores —dijo Rissa.
PHANTOM trazó una línea roja en la holoesfera para representar la invisible emisión del láser geológico, desde la proa de la Rum Runner hasta la nave waldahud. El rayo cortó a lo largo de la cápsula de motores, y una llamarada de plasma surgió de la nave.
—Eh —dijo Rissa, con sonrisa triunfal—, parece que tanto tiempo jugando a los dardos ha servido para algo, después de todo.
—Gawst está disparando a Starplex de nuevo —dijo Thor—, y una de las otras naves va a por la Rum Runner.
—Sal de ahí, Morrolargo —dijo Keith.
La Rum Runner trazó un arco, exactamente igual que un delfín dando una voltereta. Completó el movimiento con su láser disparando a la nave que se aproximaba, que se ladeó para evitar contacto con el rayo.
—La nave de Gawst tiene dos láseres, uno a babor y otro a estribor —dijo Thor—. Está disparando ambos a nuestro radiotelescopio inferior… Joder, es bueno. Está haciendo que nuestra antena parabólica enfoque sus rayos en los instrumentos.
—Sacude Starplex —dijo Keith—. Piérdelo.
Las estrellas en la imagen holográfica saltaron a derecha e izquierda.
—Todavía lo tenemos encima —dijo Thor—. Apuesto que… Sí, lo ha hecho. Incluso con todos los escudos, ha entrado suficiente del láser y la parabólica lo ha concentrado. Ha destruido la roseta de sensores del puente setenta, y…
Starplex tembló. Keith se sobresaltó; nunca había sentido temblar la nave antes.
—Las siete restantes naves waldahud nos están disparando en secuencia —dijo Thor.
—Keith a sondas: entablen combate con los waldahudin. Consigan que dejen de atacarnos.
—Sobrecargarán nuestros escudos en dieciséis segundos —dijo Lianne.
En la imagen holográfica, Keith podía ver la PDQ y la Long March disparando a dos de las naves waldahud. Los waldahudin intentaban mantener encarada una de sus pantallas de fuerza hacia sus atacantes y a la vez disparar contra Starplex, pero las naves-sonda hacían difícil mantener la pantalla en posición con sus alocadas maniobras. Les alcanzaban disparos de refilón.
Una alarma empezó a sonar.
—Fallo inminente de la pantalla de fuerza —dijo la voz de PHANTOM.
De súbito una de las naves waldahudin explotó silenciosamente; la Marc Garneau había pasado de disparar a una nave a disparar a la misma nave a la que se había enfrentado la PDQ. La nave no tenía pantallas de fuerza en la proa. Keith inclinó la cabeza. Las primeras bajas de la guerra, y apuntando los láseres manualmente, nadie sabría jamás si la artillera Helena Smith-Tate había apuntado al hábitat, o sencillamente no había acertado a la cápsula de motores.