—Bueno, y cada puente tiene forma de cruz, de modo que la fuerza de gravedad aparente aumentaría a medida que fueras más hacia el exterior de cada brazo.
—Pero también impediría que el agua se derramase por el eje central —dijo Keith—. En su lugar, quedaría contra los muros exteriores del puente océano. Thor, ¿puedes establecer el giro con nuestros propulsores ACS?
—Se puede hacer.
Keith miró a Rombo.
—¿Cuánta gravedad necesitan los ibs para que funcione su sistema circulatorio?
Rombo alzó sus cuerdas.
—Las pruebas sugieren que se requiere al menos un octavo de una g estándar.
—Más abajo del puente cincuenta y cinco —dijo Lianne—, incluso al final de los brazos, no conseguiremos esa gravedad aparente a ninguna velocidad de rotación razonable.
—Pero eso supone evacuar a los ibs sólo quince puentes en vez de cuarenta —dijo Keith—. Lianne, informa a todos de lo que vamos a hacer. Thor, en cuanto no quede ni un solo ib por debajo del puente cincuenta y cinco, empiece a hacer girar la nave. Vaya reduciendo la gravedad artificial a medida que nos acercamos a la velocidad final.
—Se hará.
—La gente debería evacuar las habitaciones al final de los brazos, que tienen ventanas —dijo Lianne.
—¿Por qué? —preguntó Keith—. Están hechas de compuesto de carbono transparente; no se romperán ni siquiera si la gente camina sobre ellas.
—Claro que no —dijo Lianne—. Pero las ventanas están dispuestas en ángulo de cuarenta y cinco grados allí, porque los bordes de los módulos habitables se inclinan en ese ángulo. Será difícil estar de pie allí cuando cambie la gravedad aparente y las ventanas se conviertan en suelos inclinados.
Keith asintió.
—Buen punto. Transmite también esa información.
—Se hará.
La cabeza holográfica de Morrolargo a bordo del Rum Runner habló.
—En aguas contaminadas estamos. Motores sobrecalentándose.
Keith asintió al holograma.
—Haz lo que puedas; si es necesario, aléjate de nosotros. Puede que nadie os siga.
Starplex osciló de nuevo.
—Gawst ha empezado a disparar al disco central bajo nuestro generador número tres —dijo Rombo—. Y otra de sus naves está disparando desde arriba de disco, justo sobre el generador uno.
—Empieza a hacer girar la nave, Thor.
El holograma estelar empezó a rotar. La nave se sacudió otra vez.
—Hemos cogido a Gawst por sorpresa —dijo Thor—. Sus láseres están saltando por la superficie inferior del disco central.
Lianne dijo:
—Jessica Fong está en posición dentro del hangar dieciséis, Keith.
—Muéstramelo.
Apareció un marco en una zona del holograma estelar, que ahora giraba a velocidad mareante. Dentro del marco apareció una imagen del interior del hangar, con una mujer en traje espacial flotando en el aire. Estaba anclada por un cable a la pared trasera, la que daba al toroide de ingeniería, y el cable estaba tenso porque la rotación de la nave la arrojaba hacia el interior de la curvada puerta espacial. El suelo del hangar, entrecruzado de marcas de referencia para los aterrizajes, estaba a doce metros por debajo de ella, y el techo, cubierto de paneles de iluminación y encastres de grúas, a doce metros por encima.
—Abre un canal —dijo Keith, añadiendo luego—. Muy bien, Jessica. Tras la pared trasera del hangar, en el toroide de ingeniería, hay una estación de filtrado del puente océano, llena de agua. La estación se abre al océano por el otro lado. Perfora un gran agujero en la pared trasera del hangar. Pero ten cuidado: cuando lo hagas, el agua saldrá disparada hacia ti.
—Entiendo —dijo Jessica.
Se llevó una mano a la cintura y soltó más cable. Keith miró con la respiración contenida cómo se movía a través del hangar. No perdía el tiempo; metros de cable extra aparecían a cada segundo. Finalmente alcanzó el otro extremo del hangar, golpeándose contra la superficie curvada de la puerta espacial. Durante un horrible momento, Keith pensó que había quedado inconsciente por el impacto, pero se recobró pronto del golpe y trató de colocar el pesado láser geológico en posición. Tenía problemas para mantenerlo estable. Cuando disparó, su primer tiro cruzó su propio cable de seguridad, seccionándolo en su punto medio. Quince metros de cable de nailon cayeron sobre ella; los otros quince metros se sacudieron por encima de su cabeza como una estrecha serpiente amarilla. Quedó atrapada contra el centro de la puerta espacial por la rotación de la nave.
El segundo tiro de Fong salió igualmente desviado, alcanzando un cajetín de conexiones de la iluminación interna del hangar. Todo quedó envuelto en oscuridad.
—¡Jessica!
—Aún estoy aquí, Keith. Dios, esto es embarazoso.
En la imagen enmarcada todo lo que se veía era oscuridad. Oscuridad, y luego un puntito rubí cuando el láser alcanzó la pared trasera. Keith miró cómo el metal empezaba a brillar, ablandarse, arrugarse…
… y entonces…
El sonido del agua manando, como una manguera de alta presión. Jessica siguió disparando el láser, perforando un gigantesco agujero cuadrado en la pared trasera. Un agujero aquí, mueve el láser un centímetro, otro agujero, dispara de nuevo, una y otra vez…
Las luces de emergencia se encendieron, bañando todo el hangar en luz roja. El agua marina irrumpió desde la pared trasera. El agujero perforado en el metal de la partición se dobló hacia atrás, y luego se desprendió del todo, lanzándose a través de la bahía, impulsado por un géiser de agua.
Keith se estremeció. Parecía que el fragmento de muro metálico fuera a aplastar a Jessica, que ya estaba siendo golpeada por el agua, pero ella también debía haberlo visto venir. Hubo una explosión de llamas tras ella, chamuscando el muro. Había sido lista; se había puesto un traje con mochila propulsora, y lo había conectado para alejarse justo a tiempo. El hangar se estaba llenando de agua, empezando por la puerta espacial y subiendo hacia el muro interior. Jessica quedó de nuevo atrapada contra la pared.
Cuando el hangar estuvo lleno, Keith se dirigió a ella una vez más.
—Vale, ahora date la vuelta y perfora un agujero de unos diez centímetros de diámetro en la puerta externa del hangar. Pon el emisor justo contra la puerta; no querrás hervir el agua a tu alrededor.
—Se hará —dijo, con su traje espacial convertido ahora en un traje de inmersión.
Se puso de pie sobre la puerta y sujetó el cono de metal gris de su láser geológico como si fuera un martillo pilón. Disparó entre sus pies. Pronto, parte de la puerta espacial brilló en color cereza, luego blanco, y luego, y luego…
Starplex giraba como un trompo en la noche, con la luz de la estrella verde reflejándose en su casco.
Las cinco naves waldahud restantes se estaban acercando. Dos de las naves venían desde arriba y las otras tres desde abajo, dirigiéndose hacia el anillo de muelles de atraque. Sin duda, la nave rotaba demasiado deprisa como para que cualquiera de los pilotos waldahud notara el diminuto punto incandescente en mitad de la puerta del hangar dieciséis, un punto que brillaba, crecía, se extinguía. Y de pronto…
El agua empezó a derramarse al espacio, alejándose de la nave que giraba rápidamente. En cuanto llegó al vacío se evaporó inmediatamente, y luego, cuando se acumuló suficiente vapor como para alcanzar suficiente presión, el agua se recondensó en líquido; el plancton, los cristales de sal y los detritus oceánicos proporcionaron núcleos de cristalización que formaron gotas, y entonces, a cubierto de la estrella verde por el campo de materia oscura, se congeló…
Millones y millones de partículas de hielo, alejándose de Starplex a altas velocidades, impulsadas por la fuerza explosiva de toda el agua de detrás y por la fuerza centrífuga del giro de la nave. Incontables diamantes en la noche, centelleando con la luz verde de la estrella cercana…