El esquema solicitado apareció. Jag lo escudriñó.
—¿Magnor?
—¿Sí? —dijo Thor.
—Tenemos quizá diez minutos antes de ser engullidos. Necesitará usted disparar todos nuestros propulsores ventrales. Copie mi monitor seis en modo de pantalla táctil.
Thor pulsó algunos botones.
—Listo.
Jag trazó un arco en el esquema con su plano dedo.
—¿Puede realizar un curso así?
—¿Quiere decir, manualmente?
—Sí, manualmente. No tenemos tiempo de programarlo.
—Yo… sí, puedo hacerlo.
—Hágalo. ¡Hágalo ya!
—¿Director?
—¿Cuánto falta hasta que la Rum Runner esté anclada a nuestro casco?
—Cuatro minutos —dijo Rombo.
—No tenemos tiempo para esperarla —dijo Jag.
Keith se volvió para gritar a Jag, pero se contuvo.
—¿Opciones? —dijo, a la gente del puente en general.
—Puedo poner un rayo tractor sobre la Rum Runner —dijo Rombo—. No podré traerla antes de que toquemos el atajo, pero debería ser arrastrada hacia él con nosotros y entonces con suerte Morrolargo podrá pilotarla a través.
—Hágalo. Thor, sácanos de aquí.
Starplex aceleró hacia la estrella en un ángulo oblicuo.
—Propulsores a toda potencia —dijo Thor.
—Hay otro problema al que tenemos que enfrentarnos —dijo Jag, volviéndose hacia Keith—. Es posible que pueda llevar la nave hasta el atajo, pero una vez allí, sencillamente nos lanzaremos a través. No tendremos tiempo de frenar para hacer una aproximación controlada en un ángulo específico, y con el hiperescopio del puente setenta dañado no puedo predecir por dónde saldremos. Podría ser cualquier parte.
Los dedos de materia oscura todavía se estiraban hacia Starplex.
—En pocos minutos, cualquier parte será preferible a este lugar —dijo Keith—. Sólo sáquenos de aquí.
La nave empezó a acelerar hacia la estrella verde. La mitad del holograma del puente mostraba el orbe verde, con los detalles de su superficie granulada y sus manchas solares visibles. La mayor parte del resto de la vista era neblinosa, con los zarcillos de materia oscura eclipsando las estrellas del fondo.
—Rombo, ¿tiene bien sujeta la Rum Runner?
—Está aún a cuatrocientos kilómetros y la materia oscura se empieza a interponer, pero sí, la tengo.
Keith dejó escapar un suspiro de alivio.
—Buen trabajo. ¿Ha podido contactar con Ojo de Gato, o algún darmat?
—Siguen sin hacer caso a nuestras llamadas —dijo Rombo.
—No podemos acercarnos a la estrella tanto como me gustaría —dijo Jag—. No queda suficiente agua en el puente océano para formar un escudo efectivo, y nuestras pantallas de fuerza están aún sobrecargadas. Hay una posibilidad del treinta por ciento de que los darmats nos atrapen.
Keith sintió su corazón latirle en el pecho. Starplex seguía su curso parabólico alrededor de la estrella, con los zarcillos aún extendiéndose hacia ellos. La Rum Runner aparecía en la burbuja holográfica como un pequeño cuadrado, con una animación de un rayo tractor amarillo yendo hacia él. El campo estelar giró; Thor puso la nave en ángulo cuando rozaron la atmósfera de la estrella.
Finalmente Starplex alcanzó el ápice de la parábola y, adquiriendo una velocidad enorme por el efecto látigo alrededor de la estrella, se lanzó hacia el atajo. En la burbuja holográfica, PHANTOM hizo brillar la animación del rayo tractor, indicando que se le estaba proporcionando más potencia. El curso de Starplex, cuatrocientos kilómetros más cerca de la estrella, era considerablemente distinto del que la Rum Runner hubiera seguido si hubiera estado dando la vuelta alrededor del orbe bajo su propio impulso.
—Dos minutos para contacto con el atajo, marca —dijo Rombo.
—Nunca hemos atravesado un atajo tan rápido, nadie lo ha hecho —dijo Jag—. El personal debería asegurarse, o al menos sujetarse a algo.
—Lianne, pasa la recomendación a todos a bordo —dijo Keith.
—A todo el personal —dijo la voz de Lianne, reverberando por los altavoces—, preparados para posibles turbulencias.
De pronto un objeto grande e irregular bloqueó parte de la vista.
—La nave de Gawst —dijo Lianne—. Se ha separado de nuestro casco. Probablemente piensa que nos hemos vuelto locos.
—Podría atraparlo con otro rayo tractor —dijo Rombo.
Keith sonrió.
—No, deje que se vaya. Si piensa que tiene más oportunidades con los darmats, por mí vale.
—Ochenta segundos, marca —dijo Rombo, mientras abrazaderas naranja se alzaban desde el suelo invisible y sujetaban sus ruedas.
—Uno coma cuatro grados a babor, Magnor —dijo Jag—. O no alcanzará el atajo.
—Ajustando rumbo.
—Sesenta segundos, marca.
—Agarraos todos —dijo Lianne—. Es…
Negrura. Ingravidez.
—¡Hijo de puta! —La voz de Thor.
Ladridos; Jag hablando, PHANTOM no tradujo.
Luces parpadeantes, la única luz de la habitación: Rombo, diciendo algo.
—¡Corte de energía! —gritó Thor.
Las luces de emergencia rojas se conectaron, al igual que la gravedad de emergencia, una prioridad a causa de los ibs. Hubo fuertes sonidos chapoteantes en ambos lados de la habitación: el agua de las estaciones de trabajo de los delfines se había hinchado en enormes cúpulas en gravedad cero, cúpulas que se habían colapsado, salpicando líquido por todas partes cuando volvió la gravedad.
No había burbuja holográfica rodeando el puente; en su lugar se veían las paredes azul-grisáceas de plastiforma. Keith seguía en su silla, pero Jag estaba en el suelo, habiendo perdido el equilibrio durante el breve período de ingravidez.
Las tres consolas de la fila de delante, OpIn, Timón, y OpEx, volvieron a la vida. Las estaciones de la fila de detrás eran menos críticas y siguieron apagadas, conservando la energía de las baterías.
—Hemos perdido la Rum Runner —dijo Rombo—. Se soltó cuando el rayo tractor se apagó.
—¡Cancela la inserción en el atajo! —exclamó Keith.
—Demasiado tarde —dijo Thor—. Vamos a atravesarlo por inercia.
Keith cerró los ojos.
—¿En qué dirección iba la Rum Runner?
—No hay manera de saberlo hasta que mis escáneres se reconecten —dijo Rombo—, pero… Bueno, estábamos arrastrándola, lo que quiere decir que estaría moviéndose en línea hacia la estrella verde…
—El generador número uno estalló —interrumpió Lianne, consultando lecturas—. Quedó dañado en la batalla. Cambio a generadores de reserva.
La voz de PHANTOM:
—Re-in-iic-iaal-ish-zan-do. Conectado.
La burbuja holográfica se reconstruyó, empezando como un estallido de luz blanca a su alrededor, y terminando con la vista exterior, dominada por la estrella verde, con el resto oscurecido por los tentáculos de materia oscura que les perseguían. Keith buscó en vano señales de la Rum Runner.
La voz de Thor:
—Diez segundos para inserción en el atajo, marca. Nueve. Ocho.
La voz de Lianne, por encima, desde los altavoces.
—Deberíamos tener energía dentro de sesenta segundos. Preparaos…
—Dos. Uno. ¡Contacto!
La luz roja de emergencia parpadeó. El atajo apareció como un anillo violeta arqueándose a su alrededor, visible sobre sus cabezas y bajo sus pies, a medida que el punto infinitesimal se expandía para tragarse la enorme nave.