Выбрать главу

– No sabía que fuera ese Nash -replicó ella con una sonrisa.

Eso no cambiaba su opinión de Jake, pero seguía sin querer que el señor Compton supiera su aversión por su sobrino nieto.

– Le va bien -comentó él, y eso era decir poco por qué le daba mil vueltas a Mellor Engineering-. Por cierto, a Jake le ha gustado tu pastel.

– ¿De verdad? -le preguntó ella con una sonrisa sincera.

– Dijo que si eres la mitad de buena secretaria que cocinera, se pelearán por ti cuando vuelvas a buscar trabajo.

– He pensado cenar una ensalada de pollo -comentó ella para cambiar de tema.

– ¿También vas a hacer esa ensalada especial de patatas que hiciste el otro día? -le preguntó él con deleite.

Durante los días siguientes, Taryn recuperó el equilibrio. Aunque se ocupaba de todas las tareas domésticas, Osgood Compton la trataba como si fuera una invitada.

Habían comido juntos y el señor Compton se había ido a echarse la siesta. Ella estaba en la cocina preparando unas verduras para la cena cuando se abrió la puerta y apareció Jake Nash.

– ¿Dónde… ha dejado… el coche? -balbució ella mientras miraba por la ventana.

– He venido andando desde la carretera. No quería molestar a mi tío.

Ella no se creyó esa excusa y, más bien, decidió que había ido a verla. Notó que la hostilidad volvió a alterarle la tranquilidad.

– ¿Ha venido a comprobar que no me he escapado con la plata de la familia?

Él le respondió con una sonrisa tan encantadora que ella estuvo a punto de olvidarse de que lo detestaba.

– Hemos empezado con mal pie -replicó él mientras alargaba la mano.

Taryn lo miró fijamente, pero no le estrechó la mano.

– ¿Desea algo? -le preguntó con cautela.

– Los dos lo deseamos -contestó él mientras dejaba caer la mano.

– ¿Los dos…?

– ¿Vas a hacerme una taza de té?

Taryn se volvió para poner el agua a calentar, aunque sabía perfectamente que no se refería a eso cuando había dicho que quería algo.

– Espero que me acompañes -le propuso él al ver que sólo había sacado una taza.

Ella decidió que su aversión tampoco llegaba tan lejos y sacó otra taza antes de invitarlo a que se sentara a la mesa de la cocina.

– ¿Un poco de pastel? -le ofreció ella.

Taryn lo miró y vio que tenía los ojos clavados en su boca. Se sorprendió, pero lo disimuló llevando las tazas a la mesa. Además, le llevó un trozo de pastel y se sentó frente a él.

– Entonces, si las líneas telefónicas con Nueva York no han vuelto a echar chispas, ¿qué quiere que yo también pueda querer? Supongo que pensará que hay algún tipo de relación laboral.

– Tienes una inteligencia muy aguda, Taryn.

Ella lo miró fijamente con sus hermosos ojos de color azul oscuro.

– Vaya, puedo hacer un pastel que no está mal y no soy tonta del todo. ¿Y bien?

– ¿Vas a dejar pronto este trabajo?

– La señora Ellington llamó para decir que, definitivamente, volverá a finales de la semana que viene.

– Entonces, ¿buscarás un trabajo?

– ¡No estará ofreciéndome trabajo como su ama de llaves!

– Estoy suficientemente satisfecho en ese aspecto -replicó él con suavidad.

– Claro -murmuró ella-, tendrá una esposa que se ocupe de esas cosas.

– No estoy casado ni vivo con nadie -respondió él con tranquilidad-. La mayoría de los días no tengo un alma caritativa que limpie y cocine -se encogió de hombros-. ¿Te gustan tanto las tareas domésticas que quieres seguir haciéndolas cuando termines tu cometido con mi tío?

Ella negó con la cabeza.

– Necesitaba dejar una temporada el trabajo como secretaria de dirección, pero ya estoy preparada para volver.

– ¿Para volver a Mellor Engineering?

– No -respondió ella secamente-. La respuesta a su siguiente pregunta también es no. No me despidieron de repente -añadió ella a la defensiva.

Él la miró en silencio durante unos segundos interminables.

– Pero te fuiste de repente -adivinó con perspicacia-. ¿Podría saber por qué?

– ¡No! No tiene nada que ver con usted.

– ¿Tuviste… una ligera depresión?

– ¡No! -estalló ella.

Si hubieran estado en su casa, lo habría echado. Taryn contó hasta diez y se calmó.

– Estaba disgustada -concedió ella-, pero ahora estoy buscando un trabajo en el que pueda concentrarme.

– ¿Quieres una carrera profesional? -le preguntó él con delicadeza.

Sin embargo, Taryn tuvo la sensación de que aquellos ojos grises lo asimilaban todo y que a ese hombre, tan delicado en ese momento, no se le escapaba nada.

– Para mí, hacerme una carrera profesional es lo más importante, la primera prioridad.

– ¿Hay una segunda prioridad?

– Encontrar un sitio donde vivir.

– ¿Dónde vives cuando no estás aquí?

– En casa. En Londres.

– ¿Con tus padres?

– Mis padres están divorciados.

– ¿Vives con tu madre?

– ¿No va a dejar de hacerme preguntas?

Él sonrió sin alterarse y, para sorpresa de ella, empezó a explicárselo.

– Mi madre vive en África y yo vivo con mi padre y mi madrastra.

– ¡Ah!

– ¿Ah?

– ¿Debo suponer que tu madrastra es de las malvadas?

Ella volvió a arrugar los labios. ¿Qué tenía ese hombre que hacía que quisiera reírse aunque estuviera enfadada con él?

– ¿Y bien? -preguntó ella decidida a no sonreír.

– Que, aunque voy a dejar que tú te ocupes del segundo de los problemas, puedo ayudarte con el primero.

– ¿Está diciéndome que hay puestos de secretaria de dirección en Nash Corporation? -le preguntó lentamente.

– De vez en cuando -contestó él mientras se daba cuenta de que su tío le había hablado de su empresa-. Aunque, como se asciende a las secretarias, los puestos suelen cubrirse desde dentro.

Taryn no tenía claro que quisiera trabajar en Nash Corporation, aunque sabía que difícilmente encontraría algo mejor para su carrera.

– Sin embargo, ¿hay un puesto que no puede cubrir desde dentro? -aventuró ella.

Taryn no podía creerse que Jake Nash, el jefazo de todo el tinglado, estuviera hablando con ella de eso, cuando seguramente habría un departamento de recursos humanos para ocuparse eficazmente de esos asuntos.

Él no contestó la pregunta, sino que le hizo otra.

– Dime una cosa, Taryn ¿cuánto tiempo estuviste trabajando en Mellor Engineering?

¡Estaba haciéndole una entrevista de trabajo! Lo miró con los ojos como platos.

– Cinco años.

– ¿Ha sido el único trabajo que has tenido?

Fue camarera una temporada y había mecanografiado informes y documentos para su tía, pero supuso que eso no le interesaría.

– Hice un curso de secretariado y empresa hasta los dieciocho años y luego entré a trabajar en Mellor Engineering.

– ¿Entraste de secretaria de dirección?

– No directamente. Sabía toda la teoría que podía saberse y, después de tres años de trabajo en distintos departamentos, me ascendieron a secretaria de Brian Mellor.

Le sorprendió decir el nombre de Brian sin inmutarse.

– ¿Trabajaste para el propio Brian Mellor? Es impresionante. Debes de ser muy buena.

Le pareció vanidoso decir que, efectivamente, lo era, así que dijo en su lugar:

– Mire -le espetó con cierta arrogancia-, si está haciéndome una entrevista de trabajo, aunque no creo haber solicitado ningún trabajo, me gustaría saber de qué puesto se trata, si es que hay algún puesto.

A él no le impresionó el tono impertinente. Lo supo porque entrecerró levemente los ojos y ella no pudo saber qué estaba pensando.

– Hay un puesto…

– ¿Un puesto de secretaria de dirección?