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Su hermano respondió con un gesto afirmativo.

– No sólo por la fuerza, Fidelma -admitió él-. ¿Sabes algo de la política interna de Osraige?

Fidelma conocía poco de aquel reino y así lo reconoció.

– Por razones demasiado largas y complicadas de explicar ahora, hace casi doscientos años los reyes originarios de Osraige fueron sustituidos por una familia procedente de los Corco Loígde en el sudoeste del reino. Desde entonces, ha habido tensiones en Osraige. Los Corco Loígde no son populares. Una y otra vez, ha habido levantamientos en Osraige para derrocarlos. Hace menos de un año, Illan, el último descendiente de los reyes originarios de Osraige con derecho a una reivindicación legal del trono, murió a manos del actual rey, Scandlán. No hace falta decir que Scandlán pertenece a la familia que reina, los Corco Loígde.

Colgú hizo una pausa para poner en orden sus pensamientos antes de continuar.

– Se habla de un heredero de Illan. Corre el rumor de que, a este heredero, si existe, le agradaría ganarse a Laigin, si Laigin le prometiera ayuda para expulsar a los Corco Loígde del trono.

– Eso seguiría significando una guerra entre Laigin y Muman, pues Laigin se haría con Osraige por la fuerza -indicó Fidelma.

Su hermano se inclinó hacia adelante con expresión de tristeza en el rostro.

– ¿Pero qué pasaría si ocurriera algún acto similar al que supuso que Laigin se desprendiera de Osraige al principio de esta historia?

Entonces Fidelma se sentó con la espalda recta, con los músculos repentinamente tensos. Colgú mostraba en el rostro una expresión ceñuda.

– Me has confirmado que sabes lo considerado que estaba el venerable Dacán de Laigin. Era un hombre santo y reverenciado. Y has confirmado que sabes que su hermano, Noé de Fearna, está igualmente considerado tanto por su rey, Fianamail, como por la gente de los cinco reinos.

Fidelma captó que usaba el tiempo pasado, pero no respondió.

Ciertamente ella había admitido que ambos hombres eran muy respetados en todo el territorio.

– Hace dos meses -continuó Colgú con voz inquieta-, el venerable Dacán llegó a Cashel y buscó la bendición del rey Cathal para trabajar en su reino. Dacán había oído de la labor que se había hecho en la abadía de san Fachtna en Ros Ailithir y quería unirse a esa comunidad. Evidentemente, el rey Cathal celebró la llegada al reino de un estudioso tan sabio y estimado como Dacán.

– ¿Así que Dacán partió para Ros Ailithir? -intervino Fidelma cuando Colgú hizo una pausa.

– Hace ocho días nos enteramos de que Dacán había sido asesinado en su celda de la abadía.

Fidelma se dio cuenta de que, aunque la muerte se había convertido en un lugar común debido a los estragos de la peste amarilla, el fallecimiento del venerable Dacán tendría un gran impacto en los cinco reinos, y muy especialmente ante el hecho de que hubiera sido tan violenta.

– ¿Me estás diciendo que crees que el nuevo rey de Laigin, Fianamail, aprovechará esta muerte para exigir que se le devuelva el territorio de Osraige en compensación?

Colgú se encogió de hombros.

– No sólo pienso eso; sé que es así. Ayer mismo Forbassach de Fearna llegó aquí como enviado de Fianamail, el rey de Laigin.

Fearna era la residencia de los reyes de Laigin, así como la sede de la abadía de Noé.

– ¿Cómo es que han conocido la noticia tan deprisa? -preguntó Fidelma.

Colgú extendió las manos.

– Supongo que, nada más ocurrir, alguien se fue cabalgando desde Ros Ailithir para decírselo al hermano de Dacán, Noé, en Fearna.

– Lógico -admitió Fidelma-. ¿Y qué tiene que decir el arrogante Forbassach respecto a este asunto?

– El enviado de Fianamail fue bastante explícito con sus exigencias. No sólo se ha de pagar la multa del éric, sino también un precio de honor, que implica la entrega de los derechos de soberanía feudal sobre Osraige a Laigin. Si esto no se hace, Fianamail de Laigin lo exigirá por la fuerza. Tú conoces la ley mejor que yo, Fidelma: ¿tienen ellos derecho a tales exigencias? Yo creo que sí, y Forbassach no es tonto.

Fidelma se mordió los labios pensativa.

– Nuestro sistema legal concede a un asesino el derecho a reparar su crimen mediante el pago de una compensación. Hay una multa fijada, el éric, tal como has dicho. Ésta asciende a siete cumals, el valor de veintiuna vacas lecheras. Sin embargo, a menudo, cuando la víctima es un hombre o una mujer de rango e influencia, los parientes de la víctima están en su derecho de exigir un precio de honor, el lóg n-enech. Ésta fue, de hecho, la ley según la cual Conaire Mór reclamó Osraige para Muman en un principio. Si el culpable no puede pagar este precio de honor, se espera que sus parientes lo hagan. Si esto no es así, se permite que los parientes de la víctima inicien una enemistad de sangre, o dígal, para obtener el precio de honor. Pero esto no significa que el rey de Laigin tenga derecho a hacerlo. Hay que resolver un par de cuestiones.

– Aconséjame, Fidelma -suplicó Colgú, inclinándose hacia adelante con impaciencia.

– ¿Qué derechos tiene Fianamail en este asunto? Tan sólo los familiares están autorizados a exigir un precio de honor.

– Fianamail es primo de Dacán y habla como pariente suyo. En esto, por supuesto, tiene el apoyo de Noé, hermano de Dacán.

Fidelma suspiró profundamente.

– Eso, en verdad, permite a Fianamail exigir tal reclamación. ¿Pero de veras el abad Noé lo respalda en sus exigencias? Tales exigencias sin duda conducirán a un terrible derramamiento de sangre. Noé es un destacado abogado de la fe, amado y respetado tanto por sus enseñanzas conciliadoras como por sus actos de perdón. ¿Cómo puede exigir semejante venganza?

Colgú hizo una mueca.

– Dacán era, por encima de todo, el hermano de Noé -advirtió.

– Incluso así, me cuesta creer que Noé actuara de tal manera.

– Bueno, pues lo ha hecho. ¿Pero has sugerido que podría haber otras razones por las que Laigin no pudiera imponer una multa de precio de honor a Muman. ¿Qué más hay?

– La objeción más obvia tiene que ver con el hecho de que las multas tan sólo se pueden imponer a la familia de la persona que es responsable de la muerte de Dacán. ¿Quién mató a Dacán? Únicamente si un miembro de nuestra familia, los Eóganacht, representantes de los reyes de Muman, es responsable, puede exigir Laigin un precio de honor a Muman.

Colgú hizo un gesto de impotencia.

– No sabemos quién mató a Dacán, pero la abadía de Ros Ailithir está gobernada por nuestro primo Brocc. Como abad, es el responsable de la muerte de Dacán.

Fidelma parpadeó para ocultar su sorpresa. Tenía el vago recuerdo de un primo mayor, una persona distante y antipática con su hermano y con ella.

– ¿Cómo es que el rey de Laigin acusa a nuestro primo de la muerte de Dacán? ¿Es simplemente porque es el responsable de la seguridad de todos los que residen en su abadía o hay alguna otra razón más siniestra?

– No lo sé -confesó su hermano-. Pero yo no creo que siquiera Fianamail de Laigin hiciera una acusación tan a la ligera.

– ¿Se ha hecho algo para averiguarlo?

– El enviado de Fianamail simplemente ha declarado que todas las pruebas y argumentos se presentarán ante el Rey Supremo y el gran brehon en la gran asamblea de Tara. Se pedirá a la asamblea que apoye a Laigin y que se entregue Osraige a Fianamail.

Fidelma se mordió los labios mientras pensaba por un momento.

– ¿Cómo puede Fianamail estar tan seguro de que se probará que la muerte de Dacán es responsabilidad de Muman? Forbassach, su enviado, es un hombre vanidoso y arrogante, pero es un ollamh de los tribunales. Ni siquiera su amistad con el rey de Laigin, su orgullo de ser un hombre de Laigin, le impediría respetar la ley. Debe saber que la prueba es lo bastante contundente como para exigir una demanda ante el tribunal del Rey Supremo. ¿Cuál es esa prueba?