– Hace más de una semana.
– Todo lo que no sea un mes lo interpreto como una atracción irresistible. ¿Qué sucede?
– John, yo…
Advirtió mi voz temblorosa y cambió de talante, sustituyendo el desenfado por auténtica preocupación.
– ¿Sucede algo, Tempe? ¿De qué se trata?
– Son esos casos de que te hablé la semana pasada.
– ¿Qué ha ocurrido? Hice inmediatamente el perfil del tipo. Confío en que comprendan que ha sido por influencia tuya. ¿Han recibido mi informe?
– Sí. En realidad, tú has logrado que se decidan. Han formado una brigada de fuerzas. Esa parte funciona ya perfectamente.
No sabía a ciencia cierta cómo abordar el tema de mi preocupación por Gabby; no deseaba abusar de nuestra amistad.
– ¿Podría formularte más preguntas? Se trata de algo que me preocupa y que en realidad no sé…
– ¡Ni que decir tiene, Brennan! ¡Suéltalo de una vez!
¿Por dónde comenzar? Debería haber preparado una lista. Mi cabeza estaba como la habitación de Gabby, con pensamientos e imágenes confusamente diseminadas.
– Se trata de otra cosa.
– Sí, ya me lo has dicho.
– Supongo que estoy interesada por lo que vosotros llamáis delincuentes sexuales.
– De acuerdo.
– ¿Comprendería ello seguir a alguien y llamarlo pero no hacer nada abiertamente amenazador?
– Desde luego.
Comenzaría por el dibujo.
– La última vez me dijiste que los delincuentes sexuales suelen conservar recuerdos como casetes y dibujos.
– Así es.
– ¿Los hacen los delincuentes sexuales?
– ¿Hacer qué?
– Dibujos y otras cosas.
– Podrían hacerlos.
– ¿El contenido del dibujo sugeriría el nivel de violencia que son capaces de alcanzar?
– No necesariamente. Para algunos, el dibujo podría ser una válvula de escape, un modo de actuar sin implicarse realmente en la violencia. Para otros, acaso el detonador que la desencadenaría o una representación de lo que ya se ha hecho.
Magnífico.
– He encontrado el dibujo de una mujer con el vientre abierto y los intestinos extendidos a su alrededor. ¿Qué sugeriría?
– La Venus de Milo no tiene brazos; el soldado Joe no tiene pene. ¿Qué significa? ¿Arte? ¿Censura? ¿Desviación sexual? Anuncio incomprensible cuando se capta en el vacío.
Silencio. ¿Qué podía decirle?
– ¿Procedía el dibujo de la galería de Saint Jacques? -se interesó J. S.
– No. -Lo había encontrado en la basura de mi habitación de invitados-. Dijiste que los delincuentes sexuales suelen alcanzar progresivamente mayores niveles de violencia, ¿no es cierto?
– Sí. Al principio acaso sólo se dediquen a mirar o hacer llamadas telefónicas obscenas. Algunos se limitan a eso; otros, superan mayores desafíos: exhibicionismo, seguimiento, incluso allanamiento de morada. Y aun hay otros a quienes eso no les basta y pasan a las violaciones e incluso al asesinato.
– De modo que algunos sádicos sexuales acaso no sean violentos.
– De nuevo insistes en el tema de los sádicos sexuales. Pero como respuesta a tu pregunta te respondo afirmativamente. Algunos de esos tipos desarrollan sus fantasías de otros modos. Hay quienes utilizan objetos inanimados o animales o buscan compañeros tolerantes.
– ¿Compañeros tolerantes?
– Un compañero sumiso, alguien que le permita cuanto exija su fantasía. Subordinación, humillación, incluso dolor. Podría ser una esposa, una novia. A veces pagan por ello.
– ¿Una prostituta?
– Desde luego. La mayoría de las prostitutas interpretan papeles sin limitaciones.
– ¿Y ello puede desactivar tendencias violentas?
– Es posible, mientras ella esté de acuerdo. Lo mismo sucede con la esposa o la novia. Suele ocurrir que, cuando el compañero sumiso se harta, las cosas comienzan a ir mal. Ella ha sido su saco de entrenamiento y de pronto se rebela e incluso amenaza con divulgarlo. Entonces él se irrita, la mata y descubre que disfruta con ello. Hasta la próxima.
Había dicho algo que me preocupaba.
– Retrocedamos. ¿Qué clase de objetos inanimados?
– Pinturas, muñecas, ropas. En realidad, cualquier cosa. Conocí a un tipo que solía sacudir bestialmente a una muñeca hinchable de tamaño natural.
– Me repugna tener que preguntar.
– Se trataba de un odio muy arraigado contra los negros, los homosexuales y las mujeres. Disfruta cada vez que lo sacude.
– Desde luego.
Como música de fondo distinguía el Fantasma de la Ópera.
– Si un tipo obra de tal modo, hace dibujos o, por ejemplo, utiliza una muñeca, ¿significa eso que probablemente no matará?
– Tal vez, ¿pero quién sabe en realidad qué alterará su curva y lo impulsará más allá? Un día basta con un dibujo atrevido, pero al siguiente ya no.
– ¿Podría hacer ambas cosas?
– ¿Ambas qué?
– Oscilar de una conducta a otra. Matar a alguien y limitarse a perseguir y acosar a otras personas.
– Desde luego. En primer lugar el comportamiento de la víctima puede alterar la ecuación: sentirse insultado o rechazado por ella, que diga algo inoportuno o gire a la izquierda en lugar de a la derecha, y sin que ella siquiera se entere. No olvides que la mayoría de los asesinos en serie no conocían a sus víctimas. Pero esas mujeres son las protagonistas de su fantasía. O acaso vea a una mujer con un papel, y a otra le asigna uno distinto. Ama a su esposa y luego sale a matar. Escoge a una desconocida como presa y a otra como amiga.
– Así, pues ¿una vez que alguien comienza a asesinar puede volver a su anterior táctica menos violenta de vez en cuando?
– Es posible.
– ¿Y alguien que parece ser sólo un pelmazo puede llegar mucho más lejos?
– Sin duda alguna.
– Alguien que telefonea a una víctima, la sigue, le envía dibujos escabrosos ¿no es necesariamente inofensivo aunque mantenga la distancia?
– Te refieres a Saint Jacques, ¿no es cierto? ¿Era realmente así?
– ¿Te lo parece?
– Simplemente supuse que hablábamos de él. O de quienquiera que estéis persiguiendo.
«Abre la mente, despliega la fantasía…»
– John, esto… se ha vuelto algo personal.
– ¿Qué quieres decir?
Se lo expliqué todo. Le hablé de Gabby, de sus temores, de su huida. Y también de mi indignación y mis actuales alarmas.
– ¡Diablos, Brennan!, ¿cómo te metes en esas cosas? Verás, esto no me suena nada bien. Ese sujeto que molesta a Gabby es posible que se trate de Saint Jacques. Al igual que él, persigue a las mujeres, dibuja a mujeres destripadas, no tiene una sexualidad normal y lleva un cuchillo. Saint Jacques, o quienquiera que sea ese individuo, asesina a las mujeres y luego las acuchilla o desfigura. ¿Qué piensas de ello?
«Aparta tu rostro de la deslumbrante luz diurna…»
– ¿Cuándo reparó ella por vez primera en ese tipo? -inquirió J. S.
– No lo sé.
– ¿Antes o después de que se descubriera este asunto?
– Lo ignoro.
– ¿Qué sabes de él?
– Poca cosa. Frecuenta a las prostitutas, les paga por sus servicios y luego hace un numerito con lencería. Además lleva un cuchillo. La mayoría de las mujeres no quieren saber nada de él.
– ¿No te resulta extraño?
– Sí.
– Quiero que informes de este asunto a los compañeros con quienes trabajas, Tempe: que investiguen el caso. Dices que Gabby es imprevisible, por lo que tal vez no sea nada importante. Tal vez simplemente se haya largado. Pero es tu amiga, y tú has sido amenazada. Recuerda el cráneo, el tipo que te siguió en el coche.
– Quizá.
– Gabby se había alojado en tu casa y ha desaparecido. Eso merece una mirada.
– De acuerdo. Claudel saldrá inmediatamente a cazar al hombre del camisón.
– ¿Hombre del camisón? Llevas demasiado tiempo con policías.