5
—Proximidad, ésa parece ser la clave. O al menos una de ellas.
Elszabet estaba en su oficina, junto a Dan Robinson, que se apoyaba perezosamente contra la ventana. En esa postura, el médico parecía todo brazos y piernas. El cielo, según podía verse a través de la ventana, se estaba tornando gris, lleno de nubes.
—Tenías razón —continuó Elszabet—. Si lo que le sucedió a April es una indicación, la proximidad tiene que ser un factor significativo. Ahora estoy preparada para concederte ese punto.
—Bueno, algo es algo.
—¿Cómo está April?
—Se pondrá bien. Vengo de la enfermería. Hemos tenido que administrarle cien miligramos. ¡Dios, sí que es grande esa mujer! Sólo tuvo un pequeño mareo. Se le subió la sangre a la cabeza.
—Parecía más bien una congestión. Tendrías que haberla visto, roja como un tomate.
—¿Qué pasó exactamente?
—Como habíamos discutido, me las arreglé para que viniera a verme mientras Tom estaba aquí. En el momento en que lo vio, empezó a hiperventilar.
—¿Como un hipopótamo en celo?
—Dan…
—Era una imagen. Lo siento.
—No fue una reacción sexual, estoy segura. Incluso aunque se había ruborizado como una niña en su primera cita. Tom no parece despertar en la gente sentimientos sexuales, ¿te habías dado cuenta?
—En mí, desde luego, no despierta ninguno.
—Ni en nadie, aparentemente. Parece…, bueno, asexual, en cierto modo. Es muy masculino, y sin embargo es difícil imaginarlo con una mujer, ¿no te parece? Hay hombres así. Pero consiguió excitar a April, y fue rápido: cambio de respiración, rubor en las mejillas…
—Como una reacción alérgica. Incremento de adrenalina.
—Absolutamente. Empezó a titubear y me dijo que no se sentía bien. Le pregunté por qué y me dijo que a causa de sus sueños, de sus visiones, porque últimamente eran más vividas y más frecuentes.
—Efecto de proximidad. Tom.
—Dijo que le costaba trabajo pensar. Que a veces le resultaba difícil decir cuál era el mundo real y cuál era el sueño.
—Dijiste lo mismo de ti anoche.
—Sí, lo recuerdo. Oírlo de April fue inquietante. Bien, empezó a balbucear y a tambalearse. Entonces se desmayó. Tom y yo la cogimos justo a tiempo y nos las arreglamos para tenderla en el suelo. Ya sabes el resto.
—Muy bien. Parece definitivo que la presencia de Tom aquí está elevando el nivel de las alucinaciones.
—Sin embargo, los sueños han sido experimentados a través de distancias enormes. La proximidad parece intensificarlos, pero no es esencial.
—Eso parece.
—Tenemos los gráficos de distribución. Hay sueños espaciales informados simultáneamente en todas partes. Si Tom es la fuente, debe de ser un transmisor tremendamente poderoso.
—Un transmisor de sueños —dijo con suavidad Robinson, meneando la cabeza—. ¿No te parece completamente absurdo, Elszabet?
—Vamos a considerarlo una hipótesis. Tom hierve de imágenes, fantasías, alucinaciones. Se desborda. Las transmite de las Rocosas al Pacifico, de San Diego a Vancouver, por lo que sabemos. La susceptibilidad varía desde prácticamente ninguna hasta el extremo total. Quizás haya correlación con el nivel de perturbación emocional. Las víctimas del síndrome de Gelbard parecen mucho más susceptibles que los demás. Pero esa correlación no es completa, porque gente como Naresh Patel y Dante Corelli definitivamente no son perturbados emocionales, y han estado experimentando esos sueños casi desde el principio. Por otro lado, tenemos a Ed Ferguson, que es un paciente y ha demostrado ser completamente resistente a…
—¿De verdad crees que Ferguson tiene el síndrome de Gelbard?
—Bueno, yo diría que tiene algo.
—Absoluta falta de escrúpulos, eso es todo. Cuanto más lo observo, más me convenzo de que ese tipo es simplemente un timador que consiguió que lo metieran aquí porque le pareció mejor este sitio que la cárcel de Rehab Dos. Ahora, si quieres decirme que alguien tan amoral como Ferguson debe ser ipso facto un perturbado emocional, puede que tengas un caso, pero incluso así… Por cierto, ¿has comprobado si Ferguson muestra algún efecto de proximidad? Desayunó con Tom la semana pasada, y desde entonces ha hablado con él un par de veces.
—Hice que Naresh analizara los informes post-barrido para buscar síntomas de sueños espaciales. Evidentemente, no ha habido sueños propiamente dichos, pero anteanoche Ferguson dio muestras de algo, un simple esbozo del Mundo Verde. Quise que viniera a hablar conmigo esta tarde, pero no estaba. Había salido a dar un paseo por el bosque.
—¿Otro intento de huida?
—No creo, aunque he hecho que lo rastreen con el monitor. Está con Tom. Y salieron hace un rato ya.
—Extraña pareja. El santo y el pecador.
—¿Piensas que Tom es un santo?
—Es sólo una frase.
—Es que… yo pienso que lo es. Esa idea me ha estado dando vueltas en la cabeza durante los últimos días. Es tan extraño, tan inocente…, como un loco sagrado, como el elegido de Dios, ¿sabes? Como un profeta del Antiguo Testamento. La de santo tampoco es una etiqueta que le venga mal. ¿Cómo dice el versículo? «Camina en la inmensidad, despreciado y rechazado por los hombres…»
—«Un hombre lleno de pesares».
—Eso es. Y siempre lleva en su interior ese regalo, ese poder, esa bendición. Es como un embajador de todos los mundos del universo.
—Oye, espera. Dices que es un santo. En realidad, lo que quieres decir es un mesías. Pero ahora hablas como si lo que está esparciendo fuera una visión auténtica de mundos reales y concretos.
—Tal vez sea eso, Dan. No lo sé.
—¿Hablas en serio?
Elszabet señaló la pequeña cápsula mnemónica sobre su mesa.
—Le he estado entrevistando. Me ha ido informando sobre todos esos lugares de los sueños: los nombres de los mundos, las razas que los habitan, los imperios, las dinastías, fragmentos de la historia… Toda una intrincada estructura de civilización galáctica, enormemente densa en detalle, consistente al menos hasta donde he sido capaz de seguirla… que no ha sido muy lejos, lo confieso. Pero lo que narra es terriblemente convincente, Dan. Desde luego, no está improvisando; ha vivido con ese material durante mucho tiempo.
—Tiene una gran fantasía, eso es todo. Ha pasado veinticinco años imaginando esos detalles. ¿Por qué no podrían ser intrincados o convincentes? Pero… ¿significa eso que forzosamente tengan que existir todos esos imperios y dinastías?
—Las cosas que dice coinciden en cada detalle con las que yo misma he experimentado mientras soñaba.
—Eso no es relevante, Elszabet. Si Tom transmite imágenes y conceptos, y tú y un montón de gente los recibís, eso no significa que lo que transmita sea algo más que una alucinación.
—De acuerdo. Tenemos un fenómeno, pero ¿de qué clase? Si Tom es realmente la fuente, entonces posee un poder extrasensorial que le permite transmitir imágenes a otras personas por contacto mente a mente.
—Suena un poco rebuscado…, pero no inconcebible.
—Puedo encontrar una explicación para el asunto extrasensorial. Esta mañana me dijo que nació justo después del estallido de la Guerra de la Ceniza, y que su madre se encontraba en el este de Nevada estando embarazada de él. Justo en el borde de la zona de radiación.
—¿Una mutación telepática? ¿A eso te refieres?
—Es una hipótesis razonable, ¿no?
—Bill Waldstein debería oírte. Dice que el que se saca de la manga teorías fantásticas soy yo.
—Esto no me parece tan fantástico. Si hay una explicación para las habilidades de Tom, un leve toque de radiación en el momento de la concepción no es la idea más fantástica posible.