– Las clases son difíciles este trimestre -dijo-. Y tengo cosas en la cabeza. Y he estado ocupado con Toby y otros temas.
– ¿De qué clase de temas se trata? -preguntó Ivan.
Joel lo miró y pensó en trampas. Ivan miró a Joel y pensó en mentiras. Sabía lo del incendio de la barcaza por imprecisos chismorreos de barrio que habían adoptado una forma más concreta cuando recibió una llamada de Fabia Bender. La mujer quiso saber si seguía reuniéndose con Joel Campbell. Estaba coqueteando con los problemas graves y necesitaba urgentemente un modelo masculino. Su tía tenía excesivas cosas entre manos y tenía la cabeza en demasiadas partes -si le disculpaba las metáforas-, pero si el señor Weatherall se implicaba de nuevo con Joel, tal vez juntos, él y Fabia, serían capaces de alejar al chico del camino que parecía estar tomando. ¿Había oído el señor Weatherall lo de la barcaza…?
Ivan se había desentendido un poco de Joel. Tenía mucho que abarcar -el curso de poesía, el de guiones, el proyecto de la película que esperaba que llegara a concretarse y la salud precaria de su hermano en Shropshire, donde pagaba el precio de cuarenta y ocho años fumando ininterrumpidamente-, pero él no era un hombre que buscara excusas. Le dijo a Fabia Bender que había sido negligente y le pedía disculpas por ello, ya que, por lo general, mantenía los compromisos que adquiría. No se debía a una falta de interés por Joel, sino a la falta de tiempo, dijo, una situación que remediaría de inmediato.
Joel se encogió de hombros: la respuesta del adolescente a todas las preguntas que no quería responder, una expresión corporal del eterno «lo que tú digas» verbalizado por los jóvenes en centenares de idiomas de al menos tres continentes e infinidad de islas diseminadas por el Pacífico. Principalmente era por Toby, dijo. Ahora tenía un monopatín, y Joel estaba enseñándole a montar para que pudiera llevarlo a la pista de patinaje de Meanwhile Gardens.
– Eres un buen hermano para él -dijo Ivan-. Significa mucho para ti, ¿verdad?
Joel no contestó, simplemente dio unas pataditas más al linóleo.
Ivan tomó un rumbo inesperado.
– No es lo que suelo hacer, Joel, pero quizá no quede más remedio.
– ¿El qué? -Joel alzó la vista. No le gustaba el tono de Ivan, que sonaba como atrapado entre el arrepentimiento y la indecisión.
– ¿El incendio de la barcaza y tu encuentro con la Policía de Harrow Road…? ¿Quieres que les hable de Neal Wyatt? Tengo una corazonada con Neal y creo que hay muchas posibilidades de que una sola visita a la comisaría, algunas horas de interrogatorio con un policía, ante la presencia de un asistente social, podría ser justo lo que necesitamos para encarrilarlo. Tal vez sea lo que tiene que pasar, verás, que la Policía hable con él.
También podía ser un suicidio total, quiso decir Joel. Maldijo el hecho de haber mencionado el nombre de Neal Wyatt.
– ¿Por qué todo el mundo cree que Neal Wyatt quemó la barcaza? -dijo acaloradamente-. No sé quién la quemó. No vi quién la quemó. Y Toby tampoco. Así que entregar a Neal a la Poli no va a servir de nada, salvo…
– Joel, no me tomes por estúpido. Veo que estás enfadado. Y supongo que estás enfadado porque estás preocupado. Muy preocupado. Y asustado también. Conozco tu historia con Neal, Dios santo, ¿no puse yo fin a la primera pelea que tuvisteis?, y estoy sugiriendo que demos un paso para alterar esa historia antes de que alguien resulte herido de verdad.
– Si estoy preocupado es porque todo dios quiere meter a Neal en algo en lo que no pinta nada -afirmó Joel-. No tengo pruebas de que quemara la barcaza esa y no pienso decir que lo hizo si no las tengo. Si le das su nombre a la Policía, lo pillarán… y, ¿qué, Ivan? Si no se chiva de nadie más, estará en la puta calle a las dos horas y empezará a buscar al soplón. -Joel escuchó a qué nivel había bajado su lenguaje y sabía lo que revelaba sobre su estado. Pero también vio un modo de utilizar esas cosas, su lenguaje y su estado de ánimo, para sacar provecho del momento presente. Se pasó la mano por el pelo en un gesto destinado a ser interpretado como frustración-. Mierda -dijo-. Tienes razón. La preocupación me satura. Yo y Toby en comisaría. La tía Ken que cree que va a escarmentar a Neal si logra encontrarlo. Yo todo el día vigilando a mi alrededor por si alguien quiere darme una paliza. Sí. Estoy preocupado. No escribo poemas porque ni siquiera puedo pensar en escribir poemas tal como están las cosas.
Ivan asintió. Comprendía la situación. Era un tema que también significaba mucho para él, algo hacía lo que su mente viraba automáticamente; aquello desplazaba todo lo demás de su mente, siempre que surgía la cuestión.
– A eso se lo llama estar bloqueado. La preocupación casi siempre es un bloqueador de la creatividad. No me extraña que no hayas escrito ningún poema. ¿Qué podías esperar?
– Sí, bueno, me gustaba escribir poemas.
– Eso tiene una solución.
– ¿Cuál?
Ivan cerró la carpeta que contenía la información sobre Joel. El chico sintió un atisbo de alivio. Aún sintió más alivio cuando Ivan se entusiasmó con el tema.
– Para superar la preocupación, tienes que trabajar cuando estás preocupado, Joel. Es una paradoja. ¿Sabes lo que significa? ¿No? Una contradicción de términos o hechos. La preocupación te impide trabajar, pero la única forma de aliviarla es hacer aquello que te impide hacer: trabajar. En tu caso, escribir. La preocupación, por lo tanto, siempre es una señaclass="underline" le dice a la persona que tendría que implicarse en su acto creativo. En tu caso, escribir. Las personas sabias lo reconocen y utilizan la señal para volver al trabajo. Otras lo evitan, y buscan un alivio externo para la preocupación, que sólo consigue atenuarla moderadamente. El alcohol, por ejemplo, o las drogas. Algo que les haga olvidar que están preocupadas.
Se trataba de un concepto tan enrevesado que lo único que Joel logró hacer fue asentir con la cabeza como si aceptara ansioso sus preceptos. Ivan, entusiasmado por lo mucho que le atraía el tema, interpretó que el gesto era de comprensión.
– Tienes verdadero talento, Joel -dijo-. Darle la espalda es como darle la espalda a Dios. Es lo que le pasó a Neal, básicamente, cuando le dio la espalda al piano. Para serte franco, no quiero que a ti te pase lo mismo, y me temo que te pasará si no retomas tu fuente creativa.
A Joel aquello le dejaba frío, pero, de nuevo, asintió con la cabeza e intentó parecer pensativo. Si estaba preocupado -y reconocía que sí-, la razón tenía muy poco que ver con juntar palabras en un papel. No, estaba preocupado por el Cuchilla y por lo que le pediría como prueba de respeto. Joel aún no había tenido noticias suyas y la espera era una tortura, porque, durante ella, Neal Wyatt seguía acechando, a la espera también.
En cuanto a Ivan, bien intencionado pero inocente, veía lo que él quería creer que era una solución a los problemas de Joel.
– ¿Volverás a «Empuñar palabras», Joel? -dijo-. Te echamos de menos y creo que te hará muchísimo bien.
– No sé si la tía Ken me dejará salir, en cuanto vea las notas del colegio.
– No me cuesta nada hablar con ella.
Joel lo pensó. Vio que regresar a «Empuñar palabras» podía repercutir en su favor, a la larga.
– Vale -dijo-. Me gusta ir.
Ivan sonrió.
– Magnífico. Y antes de nuestra próxima reunión, ¿tal vez escribirás algunos versos para compartirlos con nosotros? Como una manera de superar la preocupación, verás. ¿Lo intentarás?
Lo intentaría, le dijo Joel.
Así que utilizó «Empuñar palabras y no armas» para desviar la atención. Era fundamental que la vida pareciera normal mientras esperaba a que el Cuchilla le dijera qué tenía que hacer. Le resultó espantosamente difícil porque su mente estaba pendiente de muchas otras cosas y carecía de la disciplina para centrar sus pensamientos en el acto creativo mientras la misma antítesis de ese acto descansaba sobre su hombro, esperando suceder. Pero la imagen de él sentado a la mesa de la cocina anotando palabras en una libreta bastó para que su tía cambiara de idea respecto a escarmentar a Neal Wyatt, y mientras eso siguiera funcionando, Joel estaba dispuesto a hacerlo. Y ella accedió a dejarle ir a «Empuñar palabras y no armas» cuando se celebrara la siguiente reunión de poetas.